Los tatuajes, una actividad que cobra fuerza en Colombia | El Nuevo Siglo
Rolando Fonseca.
Cortesía
Viernes, 25 de Noviembre de 2022
Redacción Economía

Actualmente se estima que puede haber cerca de 1.200 tatuadores en el país y solo en Bogotá existen al menos 500 estudios de la industria. Esta actividad llegó para quedarse en Colombia en los años de 1970 y desde entonces ha tenido que pasar desde la estigmatización hasta la poca regulación.

El tatuaje sin duda tiene un crecimiento exponencial en Colombia. De hecho, en Cali se lleva a cabo, anualmente, un festival. Se trata del Cali Tattoo Festival que este año presentó su séptima versión para hacerle un homenaje a Leo Ríos, primer tatuador en Colombia, quien después de haber estudiado en Estados Unidos, con el artista Coney Island Freddy, regresó al país a finales de la década de 1970.

En su momento Juan Moncada, director del Festival, dijo que "el evento surgió como la necesidad de una industria creciente del tatuaje, ya que hay muchísimos profesionales en Colombia, y particularmente de Cali, que viven de este arte; la idea principal fue evidenciar en el exterior y dentro del país la calidad de los artistas locales, demostrando que Cali es una potencia a nivel nacional”. 

Aunque en el país gracias al crecimiento de la industria también hay otros eventos como el Cartagena Ink Fest, la Convención de Tatuadores de la Montaña, realizado Bogotá, el Festival de tatuajes de Tuluá, entre otros muchos festivales.

En Bogotá

En la capital del país el tatuaje no aterrizó antes de que el belga Daniel Severi pasara por la tutoría de Hanky Panky, en Ámsterdam; Marco Leone, en São Paulo, y finalmente la de Leo Ríos, de quien aprendió los últimos detalles sobre el tema, para abrir en 1988 Danny Tattoo, el estudio pionero de esta disciplina en Bogotá, ubicado cerca de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. “Al comienzo me decían que me fuera para la cárcel La Modelo porque allá estaban mis clientes. Pero las cosas han cambiado y hoy atiendo a cerca de sesenta personas a la semana”, ha dicho Severi a algunos medios de comunicación.

El tatuaje es catalogado como una disciplina artística que tiene varios estilos por su diversidad y que cada día gana más seguidores.

Aunque aún los tatuajes están vistos de una forma estigmatizada, para varios tatuadores es una forma de expresar arte y de hecho definen la piel como el lienzo en donde pueden plasmar lo que mejor saben hacer. Para quienes se tatúan es la forma de llevar sus gustos musicales, los rostros de quienes más aman, sus mascotas, una frase que define su personalidad, entre muchas otras cosas.

Rolando, tatuador bogotano, le dijo a EL NUEVO SIGLO que la industria ha cambiado demasiado. En diferentes aspectos, pues parte de ello ha sido la estigmatización que, por mucho tiempo, aún ahora, se ha tenido y se tiene. Poco a poco se ha venido cambiando la concepción de que se trataba de malandros o escenarios en los que se relacionaba con delincuentes. Ahora afortunadamente viene gestándose un camino y cambio de mentalidad y se ve un panorama más amplio y enfocado al arte en numerosas formas”.

“Por fortuna se está gestando a diario, y en muchas partes pasó de ser algo mal visto a artículos de lujo, elaborados por artistas”, agregó, y por ello “los artistas se preparan a diario para su propia evolución, para crear diseños únicos y del agrado de las personas”.



Precios

Se estima que un estudio con instalaciones profesionales cuesta alrededor de $25.000.000 en adelante. Hay tiendas que se han esmerado en hacer importantes inversiones en ubicación, decoración de los espacios y últimamente en mercadeo.

En Colombia hay tatuajes desde $50.000 en adelante. Un tatuador profesional generalmente cobra por hora o por sesión. Un tatuaje pequeño con un tatuador reconocido puede costar entre $150.000 y $200.000 y su precio puede variar en los tatuajes de mayor tamaño entre $800.000 y $2.000.000.

Un estudio como mínimo debe estar inscrito en la Cámara de Comercio, y a su vez aprobado por la Secretaría de Salud, la cual verifica y regula que las instalaciones cumplan los requisitos mínimos para poder operar.

Rolando asegura que los precios oscilan actualmente dependiendo del tamaño y el estilo, entre otros factores como experiencia del artista, la calidad de sus trabajos, diseños exclusivos, la técnica, el tiempo de ejecución y uso de pigmentos.

De acuerdo con el tatuador, “en algunos casos una tarifa mínima puede partir desde $150.000 (el tatuaje sea un punto o una coma) y de ahí en adelante. Hay artistas que por sesión fácilmente pueden cobrar cuatro o cinco millones de pesos”.

Por otra parte, aseguró que como en todas las industrias, negocios y la economía en general la inflación también los ha afectado. “Es un factor que se presenta a nivel mundial y no somos ajenos a ello, pero el impacto no se ha sentido tan fuerte hasta este momento”, sostuvo.

A su vez “las redes sociales, la televisión, los cambios en general han llevado a que haya más personas en el negocio. Por eso, para unos esto se percibe como una depreciación del oficio, hay quienes cobran $200.000 por un tatuaje que debería estar en $500.000, por ejemplo”, señaló el tatuador Alejandro Páez, con experiencia de más de 20 años en el sector.

Pero también puede variar de acuerdo al país. Por ejemplo, en el 2019 en Estados Unidos la industria movió cerca de US$1.600 millones, mientras que en el mercado nacional la cifra para ese año se estimó en US$190 millones.

Hay que tener en cuenta que las ventas de esta actividad no son medidas con exactitud por Fenalco, la ANDI o Cámaras de Comercio, incluso en estas últimas se confunden entre los registros de establecimientos de belleza, barberías o centros de intervención corporal; la Asociación Colombiana de Tatuadores (ACT) destacó que los ingresos que mueve la industria son gracias a la sobreoferta que enfrenta el sector.

“La competencia no regulada ha llevado a que se cree un subsector informal de aficionados que adquieren las herramientas a bajos costos y ofrecen servicios”, sostuvo la ACT.

En el caso de Rolando, sobre cómo inició su camino como tatuador dijo que “meterme a este mundo surgió como curiosidad y mire donde la curiosidad me tiene. Mi idea, desde que empecé en este mundo, fue hacerlo, hacerlo bien y sobresalir, es decir, no hacer parte del montón, sino salir del común denominador”.

Agregó que “hay muchos artistas en Colombia, pero son contados los que tienen la posibilidad de viajar por el mundo haciéndolo y con base en eso me enruté y hace unos meses no estaba programado y así mismo un día me invitaron de un estudio y me dije: ¿por qué no?”.

“La idea principal es darme a conocer y a futuro tener la posibilidad de viajar a otros países a hacer esto que me apasiona tanto y más aún que no solo es el cómo me siento, sino ver y poder mostrar a otros las posibilidades infinitas que hay... no solo en esto, sino en la vida en general”, contó. “Sobre todo a mi hijo, que pasó de ver a un papá con trabajos ‘normales’, a tener un papá artista. Eso es lo que más me enorgullece”.

Variedad de estilos

Entre los estilos de los tatuajes está el denominado “Old School” (vieja escuela), uno que nunca muere y, por supuesto, también llegó al mundo de este arte corporal. Su generalidad es que tiene trazos gruesos y sus colores vivos y sólidos, con motivos marineros o de chicas Pin Up.

Para los amantes de los tatuajes, los tribales sin duda están entre los estilos definidos como clásicos. Fácilmente son uno de más tatuados en los 80, los 90 e incluso a principios de los 2000, con diseños bastante básicos o sencillos y no siempre con un significado claro o referente a las tribus.

Actualmente existen más de 10 estilos diferentes de tatuajes.