La sorpresiva renuncia del presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, abre un nuevo panorama en el organismo multilateral. Sin duda el presidente Donald Trump una aprovechará su enorme influencia en países que reciben préstamos para el desarrollo y con los que su administración ha sido crítica.
El presidente estadounidense podría tener ahora la oportunidad de incidir en una institución capital del engranaje internacional, sobre todo en el acceso de países como China a préstamos preferenciales.
Pero si Trump quiere a un estadounidense al frente del banco, tendrá que conseguir un candidato que logre el apoyo de la mayoría de los países accionistas, y seguramente tenga varios competidores.
Controles
Como principal accionista del ente, Estados Unidos siempre ha controlado la elección del presidente del Banco Mundial, un cargo que ha estado ocupado durante 75 años por un estadounidense con el apoyo de los países europeos.
Pero al trastocar esas alianzas en sus dos años en la Casa Blanca, a Trump se le hará difícil presentar simplemente un candidato que sea aclamado por todos, especialmente en medio de los llamados crecientes para que la institución sea dirigida por alguien procedente de los países a los que sirve.
"Esta Casa Blanca tiene un camino bastante complicado por delante si creen que quieren presentar un candidato", dijo Scott Morris, un exfuncionario del Tesoro estadounidense que trabajó en el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El acuerdo tácito de colocar a un estadounidense al frente del Banco Mundial y a un europeo en el FMI ha sido criticado en los últimos años, y en ambas instituciones sus líderes han sido desafiados por candidatos de Nigeria y México.
Con un presidente estadounidense "muy impopular", seguramente habrá contrincantes en el proceso para reemplazar a Kim, dijo Morris, que ahora trabaja en el Center for Global Development.
Kim, que se convirtió en presidente del banco en 2012, anunció el lunes que abandonará la institución el 1 de febrero, sin llegar si quiera a la mitad de su segundo mandato de cinco años, para aceptar una "inesperada" oportunidad en el sector privado, según dijo a los empleados del banco.
Desafío de liderazgo
En su decisión, Kim podría estar calculando que trabajar en una organización privada le permitirá realizar cambios más rápido que en una institución multilateral, especialmente cuando la actitud de Washington hacia las metas del banco de reducir la pobreza a nivel global van de la desatención a los ataques directos.
En una nota a los empleados, Kim dijo "es tiempo para mí de asumir nuevos desafíos y enfocar mis esfuerzos completamente en influir las finanzas privadas en beneficio de las personas de todo el mundo". La búlgara Kristalina Georgieva, directora general del Banco Mundial, dirigirá interinamente a la entidad.
A medida que Trump y su gobierno se han enfocado en agresivas negociaciones comerciales, especialmente con China, el Tesoro estadounidense ha criticado con regularidad, aunque con menos énfasis, al Banco Mundial por permitir que países relativamente adinerados como China reciban préstamos de la institución.
En uno de sus logros más importantes, Kim lideró negociaciones para convencer a los accionistas, especialmente a Estados Unidos, de permitir a inicios del año pasado un incremento "histórico" de 13.000 millones de dólares en la capacidad de préstamo del banco.
Ese acuerdo, logrado bajo la amenaza de un veto estadounidense, incluía una reforma según la cual economías medianas como China pagarían más para obtener préstamos del banco, pero como Estados Unidos ni siquiera ha nombrado a su representante ante la institución, queda por ver si Trump querrá luchar por su liderazgo.
Para Paul Cadario, que hizo carrera en el Banco Mundial antes de unirse a la Universidad de Toronto, el banco no está en la mira del líder estadounidense.
"No hay un director ejecutivo. Y el director ejecutivo estadounidense siempre ha sido un líder en la junta y el que presenta la visión del gobierno estadounidense", dijo Cadario a AFP.
Morris dijo que la importancia del puesto para la Casa Blanca había sido exagerada, pero que podría ser el tipo de batalla que Trump busca. "Francamente, tal y como están las cosas, no creo que importe mucho", concluyó.