LAS REMESAS hacen parte de las transferencias corrientes registradas en la Balanza de Pagos de Colombia. De hecho, son una fuente creciente y estable de ingresos externos, por lo que han contribuido a moderar el déficit de la cuenta corriente del país.
Así lo indica una nota editorial del último boletín “Tendencia Económica”, de Fedesarrollo, según el cual en 2018 las remesas representaron alrededor del 7,4% de los ingresos totales de la cuenta corriente, lo que equivale a 2% del PIB.
De acuerdo a esa entidad, las remesas son las transferencias corrientes por parte de emigrantes a su país de origen, por lo que son el resultado de fenómenos migratorios. Los emigrantes giran remesas a sus países de origen por varias razones, entre las que se encuentran las motivaciones altruistas hacia sus familias o la conveniencia de realizar inversiones o ahorros en sus países.
De acuerdo a esa nota, citando distintos estudios al respecto, el valor de estas transferencias es mayor en la medida en que aumenta el ingreso de los migrantes (quienes envían las remesas) y disminuye cuando el ingreso del hogar receptor aumenta.
También se trae a colación otro estudio que identificó que en Colombia las remesas se ven afectadas negativamente por un choque positivo al PIB, lo que se entiende como una mejora en el ingreso del hogar receptor. Otros investigadores citados encontraron una relación positiva entre las remesas y el PIB de Estados Unidos y España, el número de emigrantes, la tasa de desempleo en Colombia y la tasa de cambio real, y una relación negativa con el PIB de Colombia.
“En esta misma línea, Orbegozo y Gantiva (2018) demostraron que la actividad económica de Estados Unidos afecta positivamente el envío (rezagado) de remesas, mientras que el mejor desempeño económico de Colombia desincentiva estas transferencias”, señaló la nota editorial.
Se agregó que el estudio en cuestión identificó que la tasa de intervención del Banco de la República tiene un efecto positivo sobre las remesas, en la medida en que un mayor costo de oportunidad por ahorrar en moneda extranjera estimula los giros hacia el país.
Respecto al efecto de la depreciación sobre las remesas, se indicó que hay trabajos que indican un efecto positivo sobre el poder adquisitivo de los migrantes en moneda local, lo que aumenta el valor de los giros.
Sin embargo, la misma nota de la publicación de Fedesarrollo, citando otros investigadores, insiste en que también se ha reportado el efecto contrario: la depreciación de la moneda local induce a los migrantes a reducir el monto del giro, pues se requieren menos dólares para mantener la misma canasta de consumo de bienes y servicios.
Citando a Orbegozo y Gantiva, la nota editorial señala que estos encontraron que en Colombia la depreciación tiene un efecto positivo (en el mismo periodo) sobre el envío de remesas al país. Lo anterior se contrarresta con el efecto negativo de un periodo después, por lo que concluyen que la tasa de cambio tiene un efecto transitorio sobre los giros.
Factor migratorio
De acuerdo con “Tendencia Económica”, en Colombia las emigraciones se han explicado por factores internos, como la situación económica del país, las mejores oportunidades de ingreso en otros países, y las condiciones de seguridad y violencia.
“En la década de los noventa cerca de un millón de colombianos residían en el exterior, principalmente en Estados Unidos y Venezuela. Lo anterior se deriva de la flexibilización en la regulación migratoria de Estados Unidos, en particular el Hart-Celler Act (1965) que eliminó las restricciones a inmigrantes no blancos. De hecho, este país pasó de recibir alrededor de 70.000 colombianos en la década del sesenta a más de 124,000 entre 1981 y 1990”, destacó la nota.
En general -agregó- estos migrantes se caracterizaban por ser profesionales, ubicados en el sector de servicios financieros e inmobiliarios y manufacturas.
Respecto a los flujos migratorios hacia Venezuela, la misma nota sostiene que estos se intensificaron en la década del setenta, resultado del auge petrolero que no solo impulsó el crecimiento económico de ese país, sino que llevó a un aumento programado en la demanda de mano de obra calificada en ese sector (V Plan de la Nación: 1976-1980). En este contexto, y dada la cercanía geográfica y cultural entre Colombia y Venezuela, los colombianos pasaron de representar el 17,5% del total de inmigrantes en 1961 al 30% en 1977. La mayoría de los emigrantes pertenecían a los departamentos cercanos a la frontera como Norte de Santander y Santander.
Una tercera ola de migración –sostiene la nota editorial- empezó a finales de los años de los noventa hacia España, por la facilidad del idioma. A diferencia de los casos anteriores este éxodo se originó por factores internos. En particular, por la mala situación económica de Colombia (crisis de fin de siglo). De acuerdo con la Cancillería de Colombia, estos migrantes eran originarios de regiones como el eje cafetero y Antioquia, ciudadanos clase media que se fueron buscando mejores oportunidades laborales
“Además de estos destinos tradicionales, en las últimas dos décadas los colombianos han migrado a países como Canadá y Chile. Este redireccionamiento en los flujos se explica por la crisis financiera y el endurecimiento del control migratorio en Estados Unidos y los problemas económicos en España durante la primera década del 2000. Adicionalmente, estos nuevos migrantes son jóvenes más educados que los del siglo XX, por lo que además de mejores oportunidades laborales y económicas también buscan oportunidades de estudio. De hecho, en 2018, se estimó que 146,000 colombianos residían en Chile, lo que representa el 12% del total de inmigrantes de ese país”, sostiene la publicación de Fedesarrollo.
De igual manera, entre 2009 y 2016, en Canadá se registraron alrededor de 30,000 colombianos con residencia permanente, lo que podría explicarse por los planes de inmigración del gobierno de ese país.
“Durante la última década los ingresos por remesas como porcentaje de los ingresos de la cuenta corriente han tenido una tendencia creciente. Esto se explica por la recuperación de la economía de Estados Unidos después de la crisis de 2018, el repunte en el crecimiento de España desde 2014 y las migraciones de colombianos hacia nuevos destinos. Las remesas han recuperado su importancia como fuente de ingresos externos, y tan solo en 2018 representaron el 7,7% de los ingresos de la cuenta corriente. Adicionalmente, su relativa estabilidad (frente a otro tipo de ingresos) ha contribuido positivamente a la evolución de los ingresos corrientes de la balanza de pagos”, puntualizó.