UN nuevo sistema cambiario con una devaluación de 96% del bolívar, en un cuestionado plan de reformas que busca sacar al país petrolero de la debacle económica, puso en marcha ayer Venezuela, mientras se realizó un paro nacional que no tuvo la participación esperada, principalmente en Caracas.
Un día después de la entrada en circulación de nuevos billetes que restaron cinco ceros a la moneda local, el Banco Central de Venezuela (BCV) publicó ayer una tasa de 68,65 bolívares por euro (unos 60 bolívares por dólar), formalizando una macrodevaluación asomada hace cuatro días por el presidente Nicolás Maduro.
Bajo las viejas denominaciones, la tasa salta de 248.210 a 6.000.000 de bolívares por dólar, como se esperaba cuando Maduro ancló el bolívar a la criptomoneda estatal petro y estableció sus valores.
El mandatario fijó el petro en 3.600 de los nuevos bolívares y lo equiparó a un barril de crudo venezolano, unos 60 dólares; por lo que se infería la cotización que ahora hizo pública el BCV.
Una primera subasta de divisas en el naciente esquema cambiario está prevista en las próximas horas, tras la derogación de una ley que establecía multas y penas de cárcel a quienes transaran divisas al margen de un férreo control de cambios vigente desde hace 15 años.
Los venezolanos podrán negociarlas en casas de cambio autorizadas, según el gobierno. La oferta de divisas, adelantan voceros oficialistas, sería privada.
Ante las sanciones financieras de Estados Unidos contra Venezuela y su petrolera PDVSA, el BCV dejó de publicar las cotizaciones cambiarias con el dólar como referencia.
"Todo sigue caro"-
Después de días de nerviosismo alrededor de la reconversión monetaria, el país volvía a la normalidad. La mayoría de los comercios abrió y los pagos electrónicos funcionaban.
Desde temprano, los caraqueños hacían largas filas en cajeros electrónicos que dispensaban los nuevos billetes, con un límite de 10 bolívares, insuficientes para tomarse un café.
Pocos locales permanecían cerrados, unos por la incertidumbre frente a los ajustes económicos de Maduro -que según especialistas agravarán la crisis- y otros por la huelga de 24 horas que convocaron partidos de oposición contra esas reformas.
"Los bancos están trabajando y dando efectivo (...). He podido hacer transferencias (electrónicas), pagos y todo normal", dijo a la AFP César Aguirre, un contador de 38 años, tras retirar dinero.
Sin embargo, los temores de una escalada de precios afloraban, mientras el dólar en el mercado negro se dispara. "Todo sigue caro (...). Todo ha aumentado. Compré una empanada en Petare y vale dos millones" de los salientes bolívares, se quejó Carmen Maldonado, ama de casa.
En su paquete de reformas, Maduro anunció un aumento del salario mínimo de alrededor del 3.400%, que según la patronal Fedecámaras pone a gran número de empresas "en riesgo de quiebra", en un país con un sector industrial que apenas funciona a 30% de su capacidad.
El plan incluye también alzas de impuestos (el IVA pasa de 12% a 16%) y del precio de la gasolina, la más barata del mundo. Con un dólar oficial pueden comprarse seis millones de litros.
Las medidas "aumentarán la inestabilidad", advirtió Carlos Larrazábal, presidente de Fedecámaras, pero Maduro respondió a los empresarios que deberán "verse las caras" con el gobierno si las incumplen.
Dos caras
Uno de los convocantes a "paro nacional", el dirigente opositor Andrés Velásquez, estimó en rueda de prensa que la huelga "se cumplió en 60%", especialmente fuera de Caracas, aunque reconoció que la respuesta no fue la esperada. "Es un primer paso", señaló.
Javier Rodríguez, gerente de una inmobiliaria en el sureste de Caracas, sí acató la paralización en "protesta por el desastre económico, agravado por las absurdas medidas" de Maduro, dijo a la AFP.
Pero, al mismo tiempo, en el centro de Caracas, centenares de chavistas marchaban hacia el palacio presidencial de Miraflores para respaldar al gobernante socialista.
"Con estos anuncios se podrá estabilizar la economía. ¡Hay que denunciar a la gente que tiene los precios altos!", dijo Rubí Colmenares durante la movilización.