* Favorecidos los más pobres
* Las escandalosas pérdidas en la EAAB
Es el agua, sin duda, uno de los elementos esenciales en la vida humana. Por eso se habla en la Ley de la necesidad para todos los colombianos, especialmente los de escasos recursos, de tener un mínimo vital. Y es así justamente porque dentro de los servicios públicos puede, en caso extremo y temporal, no tenerse energía o comunicaciones, pero lo que es imposible para la supervivencia, la higiene y las labores cotidianas es carecer de agua.
La Alcaldía Mayor de Bogotá, en consonancia con el programa de campaña, acaba de decretar el mínimo vital gratuito para los estratos 1 y 2, medida que beneficiará a alrededor de 600 mil hogares. Ello redundará en un ahorro de veinte mil pesos para las familias de escasos recursos, lo que supone alrededor de $ 70 mil millones en los ingresos de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado. El faltante, a su vez, será sufragado por giros directos de la Secretaría de Hacienda, por lo cual la Empresa en sí misma no modificará sus inversiones y rentabilidades. De esta manera se beneficiarán los más pobres, ya favorecidos con los subsidios cruzados que provienen de la división citadina por estratos.
Así, la Alcaldía desarrolla el concepto de los derechos colectivos y fundamentales consagrados en la Constitución. De otro lado, sin embargo, debe hacer la Administración lo máximo posible por controlar y sancionar el contrabando y la fuga del agua en el Distrito Capital. En efecto, tal circunstancia está reputada en un 37% de pérdidas acuíferas, lo que representa nada menos que medio billón de pesos.
Siendo el agua el bien más preciado de toda comunidad, la cifra anterior es verdaderamente alarmante. Tendría el alcalde Gustavo Petro que crear y nombrar un gran bloque de búsqueda para reducir a los que proceden de semejante manera. Es el agua, ciertamente, oro puro, de suerte que robarla es igual que entrar a mano armada a cualquier banco. No es posible, pues, que mientras bogotanos honestos pagan lo correspondiente, otros se vean malamente beneficiados por carencia de controles estatales. Para ello, precisamente, deberían servir las Alcaldías Locales, no solamente para administrar los recursos presupuestales de las Localidades, sino para ordenar la casa en cada uno de los territorios. Y lo mismo debería ocurrir con la Contraloría y la Personería, no solo con sus unidades respectivas dedicadas a la vigilancia del Estado, sino igualmente con capacidad para disciplinar a los ciudadanos en el uso de los recursos citadinos.
Fundamental, también, es adelantar labores pedagógicas en el uso del agua. Aunque en su momento se avanzó en la materia, cuando hace un tiempo la ausencia de lluvias secó los embalses, la ciudadanía ha venido perdiendo la disciplina en la materia. Retomar ese hilo pedagógico es indispensable y nunca sobran las campañas que enseñan al bogotano a administrar mejor los propios recursos.
Nadie dudaría, como en el caso de la educación gratuita, que garantizar el mínimo vital redime a las gentes más pobres. Pero igualmente el ahorro que así consigan no debería dilapidarse. Aunque no se trata de una cifra abrumadora, sí es importante dentro de la estrechez que supone el salario mínimo. En todo caso, colaborará ello en la expansión de la oferta y la demanda de bienes de consumo, por cuanto no es malo que $ 70 mil millones entren de circulante a la ciudad.
Con esto, la primera ejecutoria real de la Administración distrital y frente a anuncios y otros debates, está demostrado que es mejor producir hechos antes que levantar polémicas. Evidente, según las encuestas, es que el Alcalde comienza a afianzarse. Lo importante es que lo haga con obras y actuaciones fehacientes, que es el síntoma crucial de que hay gobierno.