Ana Mercedes Hoyos | El Nuevo Siglo
Miércoles, 10 de Septiembre de 2014

Entre los grandes artistas colombianos se destaca esta pintora y escultora que por su creatividad y estilo peculiar desde temprano en su carrera se destacó fuera de nuestras fronteras y particularmente en los Estados Unidos. De allí el inmenso vacío que dejó su fallecimiento en Bogotá la semana pasada.

 

En su obra resaltó muchos aspectos de la vida colombiana que transmite con la mayor plasticidad y vivos colores, en donde muestra lo exótico de nuestro país.

En lo personal se distinguió siempre por su calidad humana y solidaridad, colaborando no solamente para favorecer a otros artistas en su carrera, sino en campañas rigurosas para ayudar a los de menos recursos y dar a conocer los problemas de la población que vive en las zonas más aisladas del país, mostrando, a su vez, la belleza y la calidez del mestizaje local, convirtiendo esas imágenes en símbolos de la nacionalidad. También sentía una fascinación especial por los animales tropicales que plasmaba con singular colorido en su obra.

 

Se le reconoció siempre ese amor entrañable a su tierra y, junto con los maestros Obregón y Botero, se convirtió en una figura emblemática de nuestros grandes pintores en los Estados Unidos.

Entre los numerosos reconocimientos que obtuvo en nivel nacional e internacional se destaca que en 1967 recibió el primer lugar en el Salón de Arte Joven y a partir de entonces su obra pictórica y de escultura recibió más de 16 reconocimientos importantes.

 

Muy seguramente el Ministerio de Cultura y las entidades ligadas al mundo del arte, superado el luto que deja su partida, le rendirán el homenaje que merece una artista de la mayor valía que haya nacido en Colombia.