¿Antesala bélica? | El Nuevo Siglo
Martes, 10 de Enero de 2012

 

* Aumenta polarización Irán-EU

* Latinoamérica, ficha geopolítica

 

 

La gira del presidente iraní Mahmud Ahmadineyad por Latinoamérica, teniendo como primera escala Venezuela para ir luego a Nicaragua, Cuba y Ecuador, se da en momentos en que la tensión en Medio Oriente está de nuevo en un punto crítico, en el que vuelve a temerse que la contradicción entre Teherán y Washington desemboque en lo militar.

Después de varios años de infructuosa negociación entre Irán y las potencias occidentales el margen de acción política y diplomática es muy reducido. El régimen de la nación islámica no quiere dar su brazo a torcer en su programa nuclear y las maniobras militares -que incluyeron el lanzamiento de misiles de alcance medio- realizadas la semana pasada en el Estrecho de Ormuz, por donde pasa el petróleo que sale del Golfo Pérsico, evidencian que Ahmadineyad está menos dispuesto a ceder. La situación es tan crítica que ya muchos analistas consideran que el riesgo de un desenlace bélico es cada día más cercano y los bandos parecieran listos a dar el primer golpe, en un capítulo más de la tan controvertida tesis de la “guerra preventiva”. El anuncio ayer de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) de que Irán comenzó a enriquecer uranio al 20 por ciento, hace más explosivo el escenario.

Estados Unidos no sólo promueve la imposición de nuevas y más drásticas sanciones a la nación islámica, incluyendo un embargo de las exportaciones petroleras, sino que mantiene la presencia de su flota naval en Ormuz y advirtió el fin de semana que si Irán intenta bloquear este paso marítimo actuará militarmente. Tanto la ONU como las potencias del viejo continente tienen cada vez menos margen de acción. Es claro que si la Unión Europea decide apoyar un embargo al crudo iraní, que es el segundo en nivel de exportaciones en la OPEP, no sólo producirá una disparada en la cotización mundial, sino que prácticamente cerraría cualquier puerta a un nueva ronda de negociaciones con Ahmadineyad, que también sabe que un cerco petrolero prolongado debilitaría política, social y económicamente su gobierno en corto tiempo.

¿Qué hacer? Aunque hay gobiernos y analistas internacionales que no ven espacio para lograr una distensión o, al menos, desactivar un escenario que tiene todos los visos de antesala bélica, el hecho de que Washington diga que no cree que Irán esté tratando de crear un “arma nuclear” pero sí quiere desarrollar “capacidad nuclear”, algo que debe impedir, abre una pequeña ventana para que las discusiones sobre desmonte del programa se reanuden. Ahmadineyad, a su turno, sabe que una confrontación militar es la peor de las opciones y, créase o no, busca volver a la mesa de negociaciones antes de que el riesgo del embargo a las exportaciones petroleras sea más inminente. Incluso, su gira por Latinoamérica no sólo busca demostrarle al mundo que no está en el nivel de aislamiento que arguye Estados Unidos, sino que se dirige a concretar acuerdos energéticos, de producción agro-alimentaria y petróleo, claves para su economía interna. En este último campo, Irán requiere de socios comerciales más reales y por eso la actual gira es más que una jugada geopolítica para hacer un frente común con países abiertamente críticos de Washington, y ello está comprobado en que su intercambio comercial no es sólo con los gobiernos matriculados en el llamado “antiimperialismo”, pues con Brasil y Argentina ha crecido sustancialmente en los últimos años.

En Colombia se han dado muchas interpretaciones a la visita de Ahmadineyad a los presidentes Hugo Chávez, Daniel Ortega, Raúl Castro y Rafael Correa. Algunas de ellas abiertamente calenturientas y temerarias, que hablan sobre presuntas alianzas terroristas y un escenario proclive a favorecer a las Farc. Y hay otras más aterrizadas y objetivas, según las cuales esta gira es un movimiento más, aunque poco decisivo, en la complicada geopolítica mundial. Sin embargo, a ciencia cierta hay quienes advierten que Bogotá, antes que preocuparse por la coyuntura iraní, debería interrogarse sobre los oscuros rumores que rodean al nuevo ministro de Defensa venezolano sobre una presunta relación de vieja data con la guerrilla colombiana.