Audaz agresión de Managua | El Nuevo Siglo
Miércoles, 18 de Septiembre de 2013

* La escalada expansionista

* Nos ronda la frontera asiática

 

Los  pasos que viene dando Nicaragua contra la soberanía de Colombia configuran una deliberada y abusiva  agresión política y jurídica para ampliar su espacio a costa de nuestro país. No se trata de una casualidad, la historia está plagada de casos en los cuales naciones pequeñas consiguen expandirse mediante la habilidad diplomática, los tratados, las  alianzas, la usurpación, la guerra o por el engaño y mediante la sagacidad de aprovechar el desconocimiento de la región de las instancias internacionales o  la debilidad y la confusión del contrario. Desde los tiempos  antiguos los pequeños Estados cuando están gobernados por políticos ambiciosos han  intentado en ocasiones con éxito despojar de sus territorios y zonas marítimas a otros países. En el caso del comandante Ortega, por tratarse de un revolucionario que practicó la guerra armada para llegar al poder, su concepto de la política es muy diferente del que se tiene en un país de tradición democrática como Colombia. Nicaragua ha padecido varias dictaduras a lo largo de la historia y unos pocos espacios de libertad, por su cultura el pueblo  tiende a seguir sin chistar al mandatario de turno. Si bien los sandinistas llegaron al poder por la fuerza de las armas en lucha contra la dictadura de Somoza, lo perdieron de manera sorpresiva en unas elecciones, hasta recuperarlo en otras. A partir de entonces Ortega no suelta el poder y se vale de toda suerte de trucos para imponerse. Entre otros utiliza las injustas reclamaciones contra Colombia como arma populista para ganar la simpatía de la población intoxicada de propaganda contra nuestro país.

En Nicaragua se benefician de la desventaja del Estado colombiano, que no controla gran parte de su territorio minado por la presencia de fuerzas subversivas, lo que obliga a distraer gran parte del potencial militar en la lucha interna. Por décadas llegaron desde ese país armas para los subversivos y varios de ellos se refugiaron en su territorio con el beneplácito oficial. Se aprovechan de la falta de criterio y de unidad de nuestros políticos que no se ponen de acuerdo sobre la mejor manera de defender nuestra soberanía, ni poseen conocimiento de la importancia geopolítica del archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, junto con  los cayos y el mar Caribe, ni que  tenemos fronteras y grandes intereses  con Panamá, Costa Rica, Honduras, Jamaica, Haití, República Dominicana y, por supuesto Nicaragua. Por cuenta del papel que juega hoy China en el mundo, y el comercio cada vez más intenso con Asia, la vía marítima por el mar de San Andrés y Providencia, tiene una importancia estratégica vital para la Colombia actual y del futuro. Lo mismo que para los vecinos de la región y los Estados Unidos, por cuanto por esa zona pasa gran parte de sustancias tóxicas, armas, tráfico de personas y contrabando para la subversión.

La tendencia colombiana a encerrarse en sí misma y sometida a la presión del conflicto armado interno determina que apenas una minoría de estudiosos de la geopolítica atienda los complejos asuntos que están en juego por cuenta del expansionismo nicaragüense. Y no se trata en este caso de la desidia de Bogotá, en el más reciente ingreso de jóvenes a la Armada Colombiana, nos encontramos que ninguno era de la Costa ni de San Andrés. El país cuyas costas bañan dos océanos, no tiene plena conciencia de la importancia del mar para nuestro desarrollo y los problemas políticos que debemos afrontar por esa circunstancia. Por el contrario, Nicaragua que cuenta con asesores extranjeros y expertos geopolíticos, avanza con audacia en un proyecto expansionista que convierte parte de ese país en un enclave de Beijing.  Lo que advertimos en pasado editorial, dado que el canal por Nicaragua se proyecta para tener una mayor capacidad que el de Panamá, entre el  Atlántico y el Pacífico, incluirá extensos territorios, un ferrocarril, un oleoducto, dos puertos de aguas profundas, dos aeropuertos y zonas francas, a un costo de 40.000 millones de dólares. Los opositores del gobierno de Ortega sostienen que el país queda convertido en una virtual colonia. Por lo mismo se produce un cambio geopolítico en nuestra región de enorme trascendencia  desde cuando hace siglos las tribus asiáticas cruzaron el estrecho de Bering, ese brazo del mar que une el estrecho oriental de Asia al extremo noroccidental americano, así como según reconocidos  expertos es probable que algunas tribus del Nuevo Mundo hicieran el viaje en sentido contrario. Al quedar parte del territorio de Nicaragua y sus costas en los dos mares en poder de los agentes de Beijing pasaría Colombia a tener frontera marítima con esa potencia. Lo que les ocurrió  a los Estados Unidos con la Unión Soviética cuando el comandante Fidel Castro sorprendió a la diplomacia de ese país al hacer su famosa alianza con la Unión Soviética, hasta el sonado incidente por los misiles entre John F. Kennedy y Nikita Kruschev que estuvo a punto de derivar en una guerra entre las potencias.

El presidente de Panamá, Ricardo Martinelli, tiene claro el problema geopolítico que está orquestando Nicaragua, que también contempla expandirse arrebatándole una gran extensión del Caribe a su país. El Gobierno de Costa Rica está al tanto del peligro expansionista del vecino por cuanto ha sufrido numerosas agresiones contra su soberanía. Martinelli denuncia la expansión abusiva: “parece ser que Nicaragua se quiere coger todos los océanos territoriales que le pertenecen a esos países (Colombia, Costa Rica, Jamaica) y  Panamá”.  El Presidente de Panamá se propone acudir a la ONU, para poner al tanto oficialmente al secretario general de la Organización de Naciones Unidas, Ban Ki-moon,  del peligro de la hostilidad de Managua y su  empuje  expansionista. La diplomacia de San Carlos está enterada de los gravísimos peligros que encierra para Colombia el giro geopolítico que le está dando Nicaragua a sus ambiciones, por lo que el presidente Juan Manuel Santos actuará  en la ONU en virtual alianza con los gobiernos afectados en el Caribe.

 

El país cuyas costas bañan dos océanos, no tiene plena conciencia de la importancia del mar para nuestro desarrollo y los problemas políticos que debemos afrontar por esa circunstancia