China en el infierno del covid-19 | El Nuevo Siglo
Miércoles, 28 de Diciembre de 2022

* Del control total al caos

* Protestas y pragmatismo eliminaron confinamientos

 

En el año 2020, cuando comenzó la expansión masiva de covid-19 en el mundo y varios países de Europa y de América vivieron épocas de terror y sufrimiento por contagios y muertes ocasionados por el virus, China, país donde se originó la tragedia, parecía al margen de la crisis. Con la segunda población más grande del planeta registraba bajos índices de afectados y defunciones lo cual se atribuyó a un sistema de rápida reacción, basado en los sistemas de vigilancia electrónica al alcance del Estado para fines políticos y de seguridad, que habrían funcionado espectacularmente para controlar la pandemia.

Tres años después la realidad es otra. China enfrenta una explosión de casos de covid-19 que amenaza gravemente a su población, a los de países vecinos -India, Japón, Corea, sudoeste asiático principalmente-  y quizás a la del mundo.

El régimen de Beijing está sumido al mismo tiempo en una importante crisis política resultante de haber intentado en forma permanente y prolongada la política de “cero covid” con severos confinamientos que desataron la inconformidad de la población por la intensidad con que afectó la economía de personas y de empresas.

Para aplacar la ira popular hace dos semanas el Partido Comunista abandonó la esa política de enfrentar la pandemia mediante la detección y el aislamiento de los afectados, rebajó la gravedad oficial de la amenaza de Clase A clase B y tomó la senda trazada por la mayoría de los países del mundo de “aprender a convivir con el virus”. Empero, la apertura abrupta aceleró la proliferación de casos en proporciones gigantescas pero imposibles de precisar, dado el manejo estalinista de la información de afectados y defunciones por parte del gobierno.

Un despacho de la agencia AP señalaba esta semana que tan solo en la provincia de Zhejiang se registran 500 mil nuevos casos diariamente. El gobierno reporta oficialmente 5.241 defunciones, pero varios corresponsales manifiestan que la cifra es mucho mayor. Desde cinco modelos epidemiológicos incluidos los de la Universidad de Washington y la de Hong Kong, se estima que China acumulará entre 1 y 2 millones de muertos por covid-19 para finales de 2023.

 El último brote comenzó en octubre y se habla de centenares de millones de personas infectadas lo cual se confirma en la permanente congestión de los hospitales, las salas de cuidados intensivos y las organizaciones encargadas del manejo funerario. También afecta las cifras que el gobierno solo clasifica como víctimas de covid-19 a quienes fallecen por neumonía o por insuficiencia respiratoria.

Una de las principales causas de la alta mortalidad es la resistencia del gobierno a utilizar vacunas de origen occidental como Pfizer o Moderna, que aportan mayor protección que la CoronaVac o SinoPharm hechas en China.  Pese a que han logrado vacunar a 90% de sus 1.400 millones de habitantes, el problema continúa por la baja eficacia de los biológicos y porque 60% de los chinos no han recibido refuerzo de las vacunas. El gobierno solo autoriza por ahora el uso de Paxlovid para personas infectadas. Enfrentan otro problema por haber priorizado a los jóvenes por lo cual los ancianos concentran la mayor transmisibilidad y morbilidad.

Diferentes organizaciones médicas hacen llamados al gobierno para que invierta las prioridades.

Preocupa también la capacidad de sistema de salud para enfrentar una crisis de ese tamaño. China tiene entre 4 y 10 camas de cuidados intensivos por cada 100 mil habitantes y un total de 80 mil médicos y 220 mil enfermeras, cantidades insuficientes frente al colosal tamaño de la población. Al mismo tiempo hay escasez y racionamiento de antivirales y de medicinas para combatir la fiebre.

En definitiva, primó el pragmatismo y la prioridad de reactivar la economía. Se abrieron las fronteras -cerradas desde marzo de 2020- y el acceso de extranjeros al territorio con la sola presentación de un carnet de vacunación. La gran incógnita a nivel mundial es ahora si este descomunal brote de covid-19 se llega a expandir por el planeta con nuevas variantes. Sin embargo, la apertura se puede considerar una buena noticia porque reactiva la producción y facilita la normalización de las cadenas de suministro cuya crisis ha ocasionado pérdidas económicas de gran cuantía en el planeta. Otra manifestación del duelo entre la vida y la prosperidad que ha marcado el paso del covid-19 por el mundo.