Civilización y barbarie | El Nuevo Siglo
Miércoles, 28 de Enero de 2015

En el país y en el mundo civilizado causó indignación y  congoja la noticia de una mala madre que hace poco en un municipio cercano a Bogotá mató a su pequeña hija a golpes. Es un ejemplo atroz de la descomposición social que nos agobia. Esta desnaturalizada mujer solía emprenderla a pescozones con frecuencia contra la menor, en ausencia de su padre que salía a trabajar. Los vecinos de la vivienda en donde se cometían estos abusos, no se sabe si por indiferencia o porque no sabían lo que pasaba, no dieron aviso a las autoridades a tiempo.

Cuando ya era demasiado tarde y la tragedia se había consumado por cuenta de la brutal paliza a la inocente, cuyo único pecado era haber nacido, su padre regresó y la encontró amoratada, visiblemente golpeada, respirando con dificultad y sin sentido. Después de llevarla al hospital y practicado el primer examen médico, se constató que la gravedad de las lesiones era tal que la inocente moriría de manera inevitable, lo que se concretó horas más tarde. No era la primera vez que el hombre retornaba a su vivienda y encontraba a la niña con huellas de horribles maltratos, pero aún así no se conoce que hubiese denunciado a la madre por sus atrocidades.

Resulta que en Colombia coexisten formas de vida civilizada propias del siglo XXI con personas que actúan como bárbaros primitivos que recuerdan los tiempos de la caverna, sin valores, Dios ni ley. Contra esos seres sumidos en la bestialidad y la ignominia, el imperio de la ley se debe ejercer a plenitud y castigarlos con la máxima pena. Una condena ejemplarizante que debe darse a conocer públicamente con la finalidad de inhibir a otros criminales de incurrir en los mismos actos. A la par, a toda la población se le debe reforzar la escala de valores, por medio de la educación y la religiosidad, para que nunca más se repita una tragedia como la mencionada.