La cuenta regresiva para las elecciones presidenciales de Estados Unidos se empieza a agotar rápidamente. La intensidad de la carrera proselitista es ahora mayor. Esto porque Kamala Harris fue proclamada la semana pasada como la candidata demócrata, en tanto que el aspirante republicano, el expresidente Donald Trump, volvió a realizar mítines al aire libre, que no adelantaba desde julio pasado, cuando fue blanco de un atentado que casi le cuesta la vida.
Aunque la contienda proselitista ha estado centrada en temas políticos internos, dejando incluso en segundo plano el debate sobre los principales asuntos geopolíticos, como la guerra en Ucrania o el conflicto en la franja de Gaza, se espera que en las próximas semanas el flanco externo gane más protagonismo.
Es aquí en donde Colombia, obviamente sin tomar partido ni inmiscuirse en la campaña, debe analizar de forma muy detenida cómo los candidatos a la sucesión de Joe Biden en enero de 2025 abordan los temas que más interesan a nuestro país.
A diferencia de contiendas electorales anteriores, en donde Colombia era un tema recurrente en la campaña estadounidense, en esta ocasión no se ha escuchado ninguna referencia directa a nuestro país. Sin embargo, Trump y Harris sí se han hablado, en términos generales, de asuntos que tocan las relaciones binacionales como el combate al narcotráfico, la problemática migratoria, la crisis venezolana y la interacción política, comercial y en asuntos de seguridad trasnacional de la potencia norteamericana con el resto del continente.
Es imperativo que tanto el gobierno Petro como los sectores políticos, económicos, sociales e institucionales de nuestro país, así como las instancias privadas y la academia, hagan un seguimiento cercano del desenvolvimiento de la campaña presidencial estadounidense. Hay muchos intereses estratégicos en juego y, por lo tanto, resulta vital ir armando un escenario de posibilidades según se defina el pulso por la Casa Blanca en la primera semana de noviembre próximo.
Para nadie es un secreto que las relaciones entre Colombia y Estados Unidos han registrado un cambio de énfasis y ejes geopolíticos una vez asumió en la Casa de Nariño la administración de izquierda. Hay asuntos en donde es claro que las ópticas son contradictorias o, al menos, no responden a las dinámicas de la alianza que se tenía con anteriores gobiernos en nuestro país. No hay que perder de vista que cuando se produzca el relevo en la Casa Blanca al presidente Petro apenas le quedarán año y medio en el poder.