Una vez más, en esta ocasión en medio de la crisis fiscal del gobierno nacional central, se vuelve a poner sobre la mesa la posibilidad de que se rebaje el salario de los congresistas.

No hay que olvidar que en la última década esta iniciativa se ha presentado en no pocas ocasiones y en ninguna progresó. Todos los proyectos se estrellaron con una evidente falta de voluntad de las mayorías en Senado y Cámara de Representantes.

De hecho, el año pasado se hundió un proyecto en medio de un duro cruce de acusaciones entre facciones gobiernistas, independientes y de oposición. Sin embargo, al final de cuentas lo que resulta claro es que, sea la excusa que sea, no hay disposición real a disminuir el sueldo de los congresistas, que hoy se encuentra por encima de los 48,1 millones de pesos, sumando la asignación básica mensual, gastos de representación, primas y otros factores salariales. Aunque las iniciativas más recientes han tratado de impactar estos últimos elementos, lo cierto es que ni aun así salieron avante en el recinto parlamentario.

Es más, la negativa reiterada de los congresos de turno a bajar el salario de sus integrantes ha llevado a que desde distintos sectores políticos se advierta que sería necesario acudir a una consulta popular y otro mecanismo de participación ciudadana para concretar este viejo anhelo de la opinión pública en nuestro país.

Sin embargo, en medio de los debates sobre este espinoso tema siempre surgen argumentos que llaman a la reflexión. Por ejemplo, se pide analizar qué genera más ahorro para el erario: disminuir el sueldo de los parlamentarios o el de sus respectivas Unidades de Trabajo Legislativo (UTL).

De otro lado, aunque se rebaje el sueldo de los congresistas, lo que dejaría de pagar el presupuesto público sería importante, pero no al nivel de aplicar un amplio plan de austeridad en el gasto oficial realista y drástico.

Por otro lado, también debe tenerse en cuenta que el porcentaje de aumento salarial de los senadores y representantes a la Cámara está indexado al crecimiento de la inflación y de reajuste de sueldos a los más altos funcionarios del Estado.

¿Qué pasará con este nuevo proyecto de rebaja salarial? Nadie lo sabe. Es más, es impulsado por un parlamentario de la coalición gobiernista, la misma que fue determinante para que el proyecto del año pasado se hundiera.