* Lo hecho y lo por hacer
* Los ajustes ministeriales
El ajuste de Gabinete del presidente Juan Manuel Santos debería servir, a su vez, para ser un corte de cuentas de lo que va corrido del Gobierno. Se espera, desde luego, que los cambios permitan acelerar la marcha gubernamental y producir la ejecución en obras que todo el país reclama. Aunque políticas, como la nueva de vivienda, han causado polémicas, resulta evidente el ánimo de acertar de la Administración y enfatizar su premisa de adelgazar la brecha entre ricos y pobres y mejorar los índices de Gini.
Precisamente, estos índices tienen interés especial en la distribución del ingreso por países. Es así, justamente, como se mide la desigualdad. En tal sentido, resulta fundamental la tasa tributaria, por cuanto es ella la que permite o no generar una sociedad más igualitaria. No se trata, ciertamente, de llenar al país de impuestos, pero como bien lo ha dicho el presidente Santos la misma Inglaterra, antes de la distribución de ingresos por vía impositiva, tiene índices de pobreza similares a los colombianos.
El hecho, en todo caso, es que se sabe que el Gobierno tiene una ingente cantidad de recursos en fiducias y bancos. No es bueno, sin duda alguna, que ante la gigantesca cantidad de necesidades los dineros reposen en las cuentas y se mantengan congelados cuando lo que se requiere, por el contrario, es un gasto decidido y responsable. Precisamente para ello se suponen las modificaciones en el Ministerio de Vivienda y el muy posible en el de Transporte, a fin de mover el presupuesto estatal en la dirección correcta.
Pero en general el Gobierno no solamente adolece de temas de ejecución presupuestal. Hay dificultades de operatividad estatal y eso resulta igual de calamitoso. En principio, a esta Administración le tocó la ruta de la reinstitucionalización. Para ello volvió a crear los Ministerios que habían sido eliminados de un plumazo, pero aún así ellos no han encontrado todavía la operación suficiente. En efecto, las carteras de Trabajo, Justicia y Salud están pendientes de reestructuración, y en particular las de Trabajo y de Salud tocan temas muy sensibles dentro de la opinión pública por tratarse del empleo y el bienestar de los ciudadanos. La creación de Agencias, que tal vez es la mayor modificación de Santos hasta el momento, requiere igualmente de ajustes, porque algunas de ellas y sus dependencias están aún en pañales.
Más allá de la guerra por la popularidad en las encuestas, que en estos días ha sido motivo de estremecimiento político, lo que el Gobierno requiere es un inventario de lo que ha hecho y de lo que falta por hacer durante el mandato. Cerca de cumplir los dos años, puede tomarse Ministerio por Ministerio para evaluar las acciones verificadas y las tareas pendientes. Tiene el presidente Santos un sentido gerencial, es decir, que le gusta medir y ser medido por resultados, y en esa vía no sobra un gran esfuerzo de comunicaciones, a objeto de informar cifras y estadísticas concretas.
El país debe apostar de lleno a la nueva política de vivienda gratuita, sin que ello afecte, desde luego, los otros capítulos. También urge un cambio drástico en materia de infraestructura vial, pues ya son décadas en las que se ha visto estancado su desarrollo por cuenta del mal estado y la falta de carreteras. Resulta sustancial producir el nuevo Código Minero, más cuando se sabe que existe una situación de bonanza que no tiene las reglamentaciones debidas. También se está a la expectativa de la Ley de Desarrollo Rural que ponga a la agricultura como una verdadera locomotora de la economía nacional. Y existe asimismo una reforma tributaria, ya herida en un ala por cuenta de haber filtrado la información sobre el incremento de la cobertura del IVA.
Seguramente, como lo ha dejado ver el presidente Santos en un par de entrevistas, el Gobierno puede demostrar muchas cosas hechas. Sin embargo, es necesario que no sea solamente la voz presidencial la que así lo haga, sino que sean los mismos ministros quienes puedan adelantar esta tarea de comunicaciones. No sobraría para ello utilizar, Ministerio por Ministerio, la televisión estatal en alocuciones puntuales. En todo caso el Gobierno debe salir de la sensación que existe de no ser un buen ejecutor y este, en medio de los cambios de ministros, parece ser el momento adecuado.