Cumbre de Ambición Climática | El Nuevo Siglo
Lunes, 2 de Enero de 2023

* Indispensable monitoreo a pacto de la COP27

* Menos excusas y más acción, prioridad global

 

Este año tiene muchos retos. Acabar la guerra en Ucrania, amortiguar el riesgo de una recesión económica global y hacer frente a distintas crisis de índole humanitario, migratorio y de emergencia social y sanitaria figuran en una agenda ya de por sí muy amplia. Sin embargo, tal como ha ocurrido en las últimas dos décadas, combatir el cambio climático aparece en la parte alta de las prioridades planetarias, más aún cuando el 2022 no solo marcó un nuevo récord en materia de altas temperaturas sino de tragedias asociadas al aumento superlativo de drásticas condiciones invernales, sequías, incendios, subida del nivel del mar y degradación de ecosistemas vitales.

Si algo quedó claro tras la COP27, que se realizó en Egipto en noviembre pasado es que los gobiernos, aunque son más conscientes de la necesidad de hacer vinculantes e incluso obligatorias las metas de reducción de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), a la hora de asumir compromisos nacionales de mayor profundidad en la materia no muestran igual poder de decisión. De hecho, ponen a competir esta urgencia con otras circunstancias relacionadas, principalmente, con la escasez de recursos para acelerar la conversión del sistema productivo a un esquema de desarrollo sostenible, incluyendo el alto costo de la transición energética, así como la inmensa complejidad de renovar los paradigmas políticos, económicos, sociales e institucionales requeridos para un cambio cualitativo de esa dimensión en cualquier país.

Los análisis en frío sobre lo que significó la COP27 coinciden en que se dieron pasos importantes, pero claramente insuficientes frente a la gravedad de la crisis climática. Se necesita que en este año se aterrice lo relativo a un esquema que estandarice los sistemas de medición de metas de control de emisiones. También resultó clave la creación del llamado “Fondo para Daños”, cuyo principal objetivo debe ser dirigir recursos a los países más pobres y vulnerables a los efectos lesivos del calentamiento global. Sin embargo, el reto aquí es no solo asegurar que las grandes potencias (que son a la vez las más contaminantes) cumplan sus compromisos de aportar gradualmente 100 mil millones de dólares al año, sino priorizar qué clase de inversiones deben ser prioritarias: ¿prevención, mitigación, reparación o adaptación? Por ejemplo, este 2023 debe ser clave para concretar cómo el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) aportarán soluciones de financiación reales, dentro de la tesis de que la arquitectura del modelo financiero planetario no puede seguir estando de espaldas a la crisis climática.

Otros asuntos que deben ser instrumentados en los próximos meses se refieren al impulso definitivo al funcionamiento, eficiencia y transparencia de los llamados “mercados de carbono”. También resulta urgente concretar las propuestas sobre modelos base de resiliencia climática y de esquemas viables de transición de energías de fuente fósil (petróleo, carbón y gas) a sistemas limpios, como el solar, eólico, de hidrógeno e incluso de fusión nuclear, acorde con reciente e histórico anuncio de científicos estadounidenses.

De allí que es imperativo que se trabaje mes tras mes en un mecanismo de monitoreo al cumplimiento de lo acordado en la COP27. Para ello, sin duda resulta muy interesante la propuesta del secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, en torno a convocar en septiembre una Cumbre de Ambición Climática para revisar cómo avanzan todos los compromisos y cuáles acciones nuevas deben acordarse para el corto, mediano y largo plazos.

Es claro que tanto las estrategias globales como las nacionales necesitan incrementar su velocidad, ya que todos los informes coinciden en que sube el calor, las emisiones contaminantes, la deforestación y, por esa vía, los tímidos resultados alcanzados en cuanto a limitar el aumento de la temperatura a 1,5ºC para fin de siglo pierden gradualmente efectividad.

Por lo mismo Guterres advirtió que gobiernos, empresas, ciudades y regiones, sociedad civil y el sector de finanzas deben entender que se requiere pasar a un escenario de acción climática más audaz, tangible y con un ritmo mayor.

¿Cumplirá la proyectada Cumbre de Ambición Climática ese objetivo? Por ahora, no se sabe. Pero ojalá que, como lo dijo el vocero del ente multilateral más importante del planeta, se entienda que se requiere una “cumbre sin tonterías. Sin excepciones. Sin componendas. No habrá lugar para detractores, lavados de cara ecológicos, o reempaquetadores de compromisos antiguos".