Descolgada exportadora | El Nuevo Siglo
Domingo, 6 de Septiembre de 2015

Se vende menos petróleo y más barato  

Vacas flacas por más tiempo del previsto

 

La  economía colombiana continúa afrontando grandes y fuertes desafíos, no solo por la descolgada petrolera y la difícil coyuntura cambiaria, sino porque el sistema productivo se está desacelerando más rápido de lo que se pensaba, y a hoy los pronósticos más optimistas sobre crecimiento del Producto Interno Bruto a diciembre apenas si apuntan a un tres por ciento. En este panorama informes como el del DANE del viernes pasado, según el cual las exportaciones cayeron en julio en un 40,5 por ciento con respecto al mismo mes de 2014, se constituye en un preocupante síntoma de que el enfriamiento del sector real de la economía podría ser más profundo que el previsto por analistas y entes gubernamentales. Aunque, como siempre ocurre muchas veces, hay fenómenos estacionarios o coyunturales que afectan las ventas de productos al exterior en determinados períodos, parece que en este caso lo ocurrido en julio no se puede considerar excepcional. Ello porque el mismo informe advierte que en los primeros siete meses de 2015 las exportaciones disminuyeron en 32,6 por ciento, frente a igual lapso del año pasado.

Es claro que en esta drástica caída el principal causante es la baja en un 53,8 por ciento de las ventas externas de combustibles y productos de la industria extractiva, especialmente petróleo y sus derivados. También retrocedieron los contingentes enviados al exterior de artículos manufacturados, particularmente plásticos, vehículos de carretera, ferroníquel y maquinaria industrial.

Paradójicamente, el informe del DANE podría sorprender a una opinión pública que en los últimos meses ha venido escuchando en todos los escenarios que la disparada de la cotización del dólar frente al peso colombiano, iba favorecer y rentabilizar de forma sustancial a los exportadores, toda vez que con una divisa cara recibirían más recursos por el diferencial cambiario. Obviamente, los técnicos y expertos en materia de comercio exterior tienen una explicación lógica a lo ocurrido en julio pasado, que se basa simple y llanamente en que un año atrás los precios del crudo en los mercados internacionales eran casi el doble de los que hoy se registran, con un barril a cuarenta y seis dólares, además, en el mismo mes del año pasado se vendieron al exterior 24,2 millones de barriles, mientras que en el lapso reciente apenas se enviaron 20,7 millones.

En lo corrido del año, China, Estados Unidos, India y España fueron los países de destino que contribuyeron principalmente a la disminución de las exportaciones. Ello resulta previsible, no solo en cuanto a que el gigante asiático se está desacelerando e incluso tuvo que acudir a una reciente devaluación, sino porque si bien el mercado norteamericano da muestras de reactivación, con indicadores tan determinantes como la menor tasa de desempleo en los últimos siete años, aún no recobra el dinamismo y capacidad de compra de años atrás. Ello resulta más complicado, de acuerdo con un informe que se publica en esta edición dominical, según el cual, salvo Estados Unidos, la mayoría de los principales socios comerciales de Colombia tendrán un crecimiento este año menor al de 2014, lo que golpeará  la balanza comercial de nuestro país, hoy en rojo.

Es evidente que la situación colombiana no se puede analizar de manera aislada en una economía globalizada e interdependiente y mucho menos en un continente en donde varios de los países más potentes atraviesan dificultades, como los estados de recesión técnica en que entraron en las últimas dos semanas dos gigantes como Brasil y Canadá, en tanto que otra de las economías fuertes, como es el caso de México, también han tenido que replantear sus metas de crecimiento para este año fijando como tope probable un 2,8 por ciento. A ello debe sumarse el ahondamiento de la crisis venezolana, el menor dinamismo del Mercosur, el coletazo en Chile por la baja del precio del cobre, y en general un subcontinente que, en promedio, no crecería este año, según el último reporte de la Cepal, más allá de un 0,5 por ciento. Las economías que podrían tener un mejor desempeño, como la panameña, la de República Dominicana, incluso la boliviana, por su mediano tamaño no alcanzan a inclinar la balanza de una América Latina que atraviesa una difícil coyuntura, cuya luz al final del túnel no se ve cercana, toda vez que teniendo los precios del petróleo un efecto transversal a escala global, no se prevé en el corto plazo un repunte sustancial de la cotización del crudo. Los cálculos más optimistas apuestan por un diciembre cerrando con un barril entre cincuenta y cincuenta y cinco dólares.

Difícil, se reitera el panorama económico para nuestro país. Si bien se ha logrado sufragar con mejor margen de acción el enfriamiento productivo mundial, la descolgada de las exportaciones este año pone de presente que debemos prepararnos para una época de vacas flacas más larga de lo que meses atrás se contemplaba.