* Adecuarse a nueva era comercial
* Acelerar Agenda Interna, prioridad
No resulta para nada exagerado asegurar que a partir de hoy la historia comercial en Colombia se parte en dos. Tras una década de estudios, accidentada y larga negociación y aún más difícil y demorado proceso de ratificación en el Congreso norteamericano, por fin entra en vigencia del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre nuestro país y Estados Unidos.
Como quedó claro en nuestro informe especial de la edición dominical, el arranque del pacto comercial más importante firmado por Colombia en las últimas décadas implica un reto de proporciones mayúsculas, no sólo porque ya no hay reversa en esta apertura bilateral con el mercado del país más poderoso del planeta y nuestro primer socio económico, sino porque en un mundo globalizado es imposible pensar en modelos de producción, exportación e importación cerrados o extremadamente restrictivos. En otras palabras, es anacrónico el dilema en torno de si un país aboca o no un TLC, pues amurallarse y aislarse es, simple y llanamente, una ruta inviable.
Es obvio que el momento que atraviesa la economía interna es un punto a favor del escenario de arranque del acuerdo. El PIB crece alrededor del seis por ciento, la inversión extranjera aumenta sustancialmente, la balanza comercial está en uno de sus mejores momentos y los estándares de competitividad en producción de bienes y servicios locales superan ampliamente los que existían años atrás. Por lo mismo, las metas gubernamentales son ambiciosas al proyectar que el comercio bilateral crecería un 25 por ciento en esta primera etapa y que no menos de 500 mil empleos podrían estarse creando en el corto plazo, además de la plusvalía empresarial por el acceso a un mercado de más de 300 millones de habitantes.
En el sector privado el optimismo tiende a ser más moderado, no sólo porque sectores sensibles como el agro, avícola y lácteo, entre otros, insisten en que podrían verse muy perjudicados por la importación de contingentes muy altos de estos productos de origen estadounidense, sino porque la Agenda Interna que tanto se planificó y comenzó a ejecutar años atrás para preparar al país ante el reto del TLC aún presenta falencias, tanto en el sector público como en el privado, en especial las referidas a atraso en infraestructura, mecanismos de regulación, sistemas de producción débiles y poco rentables así como en adecuación empresarial para competir y acceder a nuevos mercados.
Sin embargo, ya se acabó el tiempo de la preparación y ahora es necesario enfrentar el reto. Si otros países que no tenían el escenario económico que hoy ostenta Colombia pudieron arrancar sus respectivos acuerdos sin ser arrasados por sus socios más poderosos, nuestra nación tiene un mejor margen de acción. Además se debe acelerar y profundizar en programas como los de transformación productiva, modernización aduanera, fortalecimiento institucional, desgravación gradual, sistema de protección a sectores sensibles y otras herramientas. Con retrasos graves o manejables, lo cierto es que la Agenda Interna tiene que seguir en construcción día a día. Igual es evidente que mientras algunos productos agrícolas estadounidenses sigan protegidos por subvenciones directas o indirectas, el campo colombiano requerirá también de coberturas especiales, y es allí en donde jugarán papel primordial programas como el del Ministerio de Agricultura que tiene dispuesto 1 billón de pesos para apoyar la transformación de sectores como leche, carne, arroz y avicultura, entre otros.
El TLC llegó para quedarse y el único camino es adecuarse rápidamente a las reglas del juego. Ello sólo es posible si existe una sinergia real y eficiente entre el sector público y privado, que potencialice nuestras ventajas y productos más rentables y competitivos, y al mismo tiempo morigere las falencias más evidentes y amortigüe las afectaciones, que se van a dar seguramente, no sólo en el campo económico, sino en el social. Más allá de la cantidad de hipótesis y versiones -muchas de ellas fantasiosas y ajenas a la realidad de los incisos y parágrafos del pacto-, lo cierto es que la apertura comercial con Estados Unidos ya no tiene reversa y es hora de aplicarse a esa nueva era. Hoy es el Día 1 del año 1 del TLC.