La geopolítica europea tiene hoy una de las jornadas más importantes de las últimas décadas e incluso hay analistas que consideran que en realidad está en juego el mapa político de tres centurias en el viejo continente.

Escocia va hoy a las urnas para decidir, vía referendo, si se mantiene como parte del Reino Unido o toma la vía de la independencia política, económica, social, poblacional e institucional.

Aunque meses atrás la causa independentista no generaba mayor preocupación entre los británicos e incluso entre la misma sociedad escocesa, lo cierto es que con el pasar de las semanas las encuestas fueron reflejando como el Sí a la separación empezó a ganar terreno, al punto que hoy, en la antesala de la cita en las urnas, los sondeos muestran un empate entre nacionalistas y unionistas. Incluso se dice que, al final, serían los indecisos los que inclinarán el fiel de la balanza. A ello se suma que la polarización de las últimas semanas ha llevado a que la opinión pública que meses atrás se mostraba lejana del debate, ahora esté cien por ciento metida en la discusión y podría darse, entonces, una participación electoral récord.

No pocos analistas consideran que en, realidad, Londres reaccionó tarde a la coyuntura escocesa y sólo cuando notó que la causa independentista estaba tomando fuerza preocupante, entonces sí hubo una movilización política, económica y social determinante, incluso son ofertas de mayor autonomía y poder político a Glasgow.

Lo cierto es que pase lo que pase hoy en el referendo, la realidad escocesa se partirá en dos. Si gana el Sí a la escisión, la independencia arrancará con incertidumbre sobre la viabilidad del nuevo Estado sin la tutoría y cobertura británicas. Y si triunfa el No, Londres tendrá que replantear el manejo de su relación con los estados que componen en Reino y descentralizar el manejo del poder en mayor margen.

A ello debe sumarse que las causas autonómicas en Europa, empezando por la catalana en España, tendrán a partir de hoy un nuevo referente en su larga lucha.