El Congreso aboca crisis | El Nuevo Siglo
Viernes, 1 de Agosto de 2014

*Cuantiosos recursos mal empleados

*Cuencas y embalses para preservar

En el Congreso la bancada de la Costa Atlántica efectuó una de sus primeras reuniones de trabajo, para analizar los problemas más acuciosos de la región, en particular el tema del agua,  en la convicción de efectuar acciones urgentes e inmediatas con el Gobierno para afrontar la crisis  que golpea a varios departamentos y de manera fatal  a La Guajira. Estudios especializados demuestran que en  repetidos casos el Gobierno central aporta grandes recursos para que se protejan las cuencas hidrográficas de los ríos, donde se opera el drenaje de las aguas, sin que se cumpla en todos los casos a cabalidad tan importante  cometido.  Lo mismo que se destinan  fondos cuantiosos para construir, mantener o ampliar los acueductos municipales, sin que a pesar de la vigilancia de los organismos de control se consiga que  ejecuten las obras o se impida que en algunos casos parte de los recursos  se desvíen a las alforjas de los corruptos. Esas son acciones que atentan contra la naturaleza, el medio, la vida misma de los seres humanos, las otras especies y la agricultura. Por cuenta de los nuevos bárbaros que explotan minas en la clandestinidad  y afectan  ecosistemas que han tardado siglos en formarse.

En las regiones más apartadas, la tala de árboles irresponsable y despiadada, la falta de organización de las comunidades  y sin medios para protestar y denunciar la persistente destrucción de la naturaleza, son las más golpeadas, puesto que cuando se advierte el daño al ecosistema suele ser demasiado tarde. Es verdad que vivimos en zonas donde el trópico ejerce un influjo cambiante y en ocasiones impredecible  sobre el clima, mas es evidente que la tala masiva de arboles o la destrucción de plantas y la misma capa vegetal agravan  de manera desastrosa la situación que padecen habitantes de zonas cálidas en extremo como La Guajira. El derribo de árboles sin permiso de las autoridades ambientales en algunos países se castiga con cárcel, por ser un delito contra la sociedad. Se debería regular la tala  y determinar que por cada árbol que se tumbe se siembren por lo menos dos en la misma zona.  Por tener en cuenta esos fenómenos y el problema del  agua, con criterio previsivo en este diario desde su fundación se ha insistido en la preservación de la naturaleza. Lo mismo que teniendo en cuenta las negociaciones de paz hemos planteado en variados escritos sembrar parte de la Orinoquia y constituir nuevos bosques con especies que se adaptan a la región, con la finalidad de  restablecer el equilibrio de la naturaleza, atraer la lluvia y tener una fuente de riqueza que contribuiría a dar trabajo a los campesinos, los reinsertados y gentes de la más diversa condición. Uno de los negocios más rentables del mundo es el de la madera. Es sorprendente que nosotros desperdiciemos grandes extensiones de territorio, el sol y zonas donde la lluvia es frecuente y no sembremos  nada allí, en particular en las áreas de la periferia.

Es de advertir que todos los males no se dan por cuenta de los depredadores locales o extranjeros, estamos, como lo advierten los congresistas frente a un fenómeno climático que afecta varias regiones del globo. Se debe pensar en soluciones inmediatas, de mediano y de largo plazo. Los bosques y la recuperación del ecosistema no surgen de un día para otro. La necesidad de agua no da espera, en especial para las comunidades indígenas que son las más afectadas y a las cuales se les debe suministrar el preciado liquido cuanto antas. Es pavorosa la situación de algunos núcleos wayúu, con numerosos niños muertos o enfermos. La crisis ambiental y humanitaria se torna inmanejable en la medida que tarda la ayuda, en particular  en los reductos más alejados e inaccesibles.  En los pastizales donde hasta no hace poco alimentaban el ganado han muerto más de 7.000 vacunos. Si en el embalse del Guájaro, que es una de las principales  riquezas del país, se hubiesen invertido los dineros como lo señalaban los estudios técnicos  hoy la Costa Atlántica  habría enfrentado  el fenómeno del Niño sin que la población y el medio sufriesen tanto.