El gol de Rajoy | El Nuevo Siglo
Miércoles, 17 de Septiembre de 2014

*La diplomacia en acción

*Convergencia espiritual y de intereses

 

Pese a los múltiples asuntos de Estado, locales y europeos que embargan su atención, el presidente del gobierno español Mariano Rajoy saca tiempo para ocuparse, con cálido afán, de las buenas relaciones con Colombia. Entre los gobernantes y estadistas del viejo continente fue el primero que percibió los positivos y notables resultados que han coronado los esfuerzos de nuestro país y su sociedad por mejorar, así como en diferenciar a esa minoría de viajeros nuestros que violan la ley en la península, de los millones de compatriotas que trabajan sin descanso en Colombia por forjar un país más pujante. Por lo que los asuntos de policía y de antecedentes judiciales de los delincuentes  deben ser tratados de ida y vuelta por las autoridades de ambos países, sin que eso implique traumatismos en las relaciones bilaterales.

Nuestro gobierno mantiene las mejores relaciones con su homólogo español, en tanto coinciden ambos presidentes con los ideales modernos del buen gobierno. Por lo mismo, no era posible mantener esas barreras artificiales entre Colombia y España, como es el caso de la visa Schengen, y menos aun cuando se firman pactos bilaterales y multilaterales de comercio, siendo cada vez mayor el número de compatriotas que invierten en ese país, no solamente en inmuebles sino en diversos negocios.

Claro que si Mariano Rajoy hubiese sido un gobernante  timorato y excesivamente cauteloso en todos los campos, no habría dado el paso de defender con tanto empeño la relación con Colombia y facilitarle la abolición de esa visa, que es una traba absurda para los negocios, cuando de lo que se trata es de avanzar de manera solidaria en fortalecer las empresas y el comercio de las partes. Para el estadista ibérico “Colombia es ahora uno de los mejores aliados de España en el mundo”. Lo mismo entendemos que es preciso estrechar y fortalecer los lazos que nos van a permitir avanzar mancomunadamente en el futuro. Lo dijo el mismo Rajoy: “Este acuerdo comercial es una clara prueba de que en la Unión Europea, y en España en particular, creemos en Colombia y en su gran potencial, ofreciendo a sus empresas y a sus exportaciones un acceso privilegiado al mayor mercado del mundo, para diversificarse, tanto en destinos como en productos, contribuyendo así a su crecimiento sostenido y a su cohesión social”.

En la mentalidad del estadista, el siguiente paso era la abolición de la visa Schengen, tarea a la que se dedicó con empeño de hombre de honor que no da su brazo a torcer. Resulta inequívoco que sin su lúcido e influyente concurso, esa misión habría tardado muchos años para que otras cancillerías europeas entendieran el asunto. La iniciativa de España venció los escollos que otros países de la Unión Europea quisieron mantener en detrimento de la equidad internacional y los intereses multilaterales.

Lo que viene ahora son asuntos de trámite en instancias burocráticas que, con la ayuda del Jefe del Gobierno español, cuya diplomacia para el efecto se ha desplegado en  Europa, se solventarán. Mariano Rajoy, con la satisfacción del deber cumplido, ha dicho, en una entrevista a la revista Business Year, que a principios del 2015 la visa Schengen será historia “para nuestros queridos colombianos”. Lo que implica que la barrera queda abolida antes de lo que pensaban funcionarios europeos y de nuestro país.

Los intereses comunes entre España y Colombia son múltiples. La Moncloa considera a nuestro país como el puente en la región y en la Alianza del Pacífico, así como nosotros vemos a España como la plataforma para movernos en la Unión Europea y África.

Históricamente las relaciones bilaterales, a raíz de la guerra civil que se transformó en la de la Independencia por cuenta del derrumbe del Imperio Español, herido de muerte por la ocupación de la península por las tropas de Napoleón, se congelaron hasta el gobierno de Rafael Núñez, que hizo cuestión de honor volver a la mancomunada hermandad entre las dos naciones, no solamente en lo económico y cultural, sino como señaló Don Miguel Antonio Caro, en lo espiritual.

El sentido práctico de los anglosajones determinó que los Estados Unidos e Inglaterra, casi al otro día de terminar la guerra de Independencia, renovaran los lazos culturales y económicos, lo mismo que mantuviesen hasta hoy una estrecha alianza en política exterior. Si España y nuestra región hubiesen tenido esa misma capacidad de limar asperezas y replantear políticas comunes, el papel de ambas naciones en el mundo habría sido muy distinto, al engrandecer nuestro rol en el mundo. El aporte de Mariano Rajoy marca un hito en la historia diplomática con España, por lo que se debe aprender de la relación de los Estados Unidos e Inglaterra, para que en el futuro nos movamos de consuno en diversos campos de la política exterior.