Las modernas tecnologías de la información sin duda han precipitado un proceso de transformación sin precedentes en la historia de la humanidad. En las épocas anteriores hubo grandes genios y visionarios de lo que se avizoraba para el futuro, como Leonardo da Vinci, pintor, escultor arquitecto, diseñador de máquinas para volar, instrumentos de náutica, máquinas de guerra. Algunos como el escritor Julio Verne, en sus novelas de aventuras pronosticaron muchos acontecimientos que se concretaron años después, el viaje a la Luna, entre otros. Sin embargo, quizá ninguno oteó la revolución de los celulares, la Internet y todo el universo de dispositivos electrónicos que rigen y controlan todas las actividades en el mundo actual. En el caso de los celulares-reloj, con imagen y voz en tiempo real, quizá una tira cómica donde actuaba un famoso detective con reloj-radio pulsera e imagen, Dick Tracy, adivinó el aparato que hoy es un objeto de uso común.

Las generaciones contemporáneas disfrutan de estas portentosas creaciones de los científicos que cuando aparecieron sorprendieron porque ni los autores de libros de ciencia ficción se imaginaron que un día el planeta estaría cubierto por la autopista de la información y este sistema se impondría de manera masiva, como nunca había ocurrido con otros descubrimientos hechos por el hombre. En estos tiempos nada se mueve fuera de la red. Todo se ha interconectado a Internet. Los teléfonos móviles ‘inteligentes’ tienen las aplicaciones que los integran a esta telaraña. Y las proyecciones indican que la penetración total no dejará ninguna tarea fuera de su poder.

El mundo financiero, los periódicos, el transporte aéreo, terrestre, marítimo, la educación, ingresan al ciberespacio y en los siguientes años el comercio, las transacciones en la red progresivamente se incrementarán, de manera que muchas inversiones se concentrarán en ese espacio ilimitado, y los negocios ‘en la nube’ serán los que a la postre se impongan. Sin duda la virtual va a ser una de las industrias más prósperas del mundo y la que se impondrá, y desde luego como en ésta no hay límite, lo que más adelante el ingenio humano construya, es ahora inimaginable.