El orden conservador | El Nuevo Siglo
Martes, 2 de Septiembre de 2014

Genealogía del conflicto

Compromiso ineludible con la paz

Lo  conservador desde los tiempos formativos de la República, con Simón Bolívar apuesta a consagrar un país que se fundamente en las leyes aprobadas por el Congreso para consagrar el orden. El orden pertenece al acervo doctrinario de lo conservador, que hemos compartido en algunas ocasiones con otras fuerzas políticas y en ese aspecto se identifican con  nuestros postulados. Las grandes luchas que libró el Partido Conservador en lo político, constitucional y aun con su participación en las guerras civiles por lo general no tuvieron otro sentido que consagrar o restablecer el orden. Esa vocación bolivariana y conservadora por el orden destaca a Colombia entre el resto de países hispanoamericanos y aun de la misma España en donde progresaron tantas veces las dictaduras y los caudillismos, en tanto aquí prevalecía la civilidad defendida con ardor por los nuestros.

Nuestra democracia no habría sobrevivido sin ese empeño conservador por defenderla. Don Julio Arboleda, uno de los más grandes cerebros políticos que ha tenido el país y un verdadero humanista, poeta, estratega  y hombre de Estado, ofrendó su vida por capitanear las fuerzas de la legitimidad durante la confederación granadina, cuyo gobierno había sido el primero en ser elegido de forma directa en cabeza de Mariano Ospina Rodríguez, al que le declaró la guerra desde el Estado del Cauca el general Tomás Cipriano de Mosquera. Una y otra vez el conservatismo debió salir en defensa de la democracia que era combatida por los radicales de la época, apoyados por caudillos de ese mismo signo y los países vecinos.

La obra magna de Rafael Núñez consistió en unir a liberales independientes y conservadores en el Partido Nacional, que sucedió a las más de dos décadas de anarquía que había consagrado a Mosquera en la Constitución de Rionegro en 1863. Núñez y Carlos Holguín, junto con Miguel Antonio Caro, y constitucionalistas de la talla de José María Samper, consiguen que la asamblea de delegatarios a la que se convocó después de haber derrotado nuevos intentos guerreristas para derrocar el gobierno, debatiera con los más insignes colombianos los alcances de una Constitución que fuese todo lo contrario del desorden y la anarquía que se habían desbordado durante el régimen radical. A partir de ese entonces en la Constitución de 1886 Colombia se convierte en referente en materia de cambios políticos, instaurar el orden y otorgar una armadura de derechos humanos intraspasables a los colombianos y sus propiedades. Entre tanto en el resto de América caudillos bárbaros seguían predominando y cuando llegaban al poder asaltaban las fincas de los ricos de la oposición y, por desgracia, todavía se oía ese lamento terrible que estremecía a las poblaciones cuando los jefes de los llaneros gritaban a degüello. Los investigadores y analistas de la historia de distintos países ponían de ejemplo a Colombia como un remanso de paz, con la conformación del Estado instaurado por Núñez, aun con los intentos de derrocarlo por medio de las armas en varias oportunidades y frente al desafío político militar del general Rafael Uribe Uribe en la Guerra Civil de los Mil Días, al ser derrotadas las fuerzas subversivas se les ofreció el olivo de la paz, en memorable discurso pacifista y convivente del presidente Manuel María Mallarino. Hecho insólito y más valioso en cuanto en casi todos los códigos militares de la época se ejecutaba a los caudillos prisioneros que habían desafiado la legitimidad del Estado. El general Rafael Reyes va aún más lejos, pues incorpora a oficiales representativos de los insurgentes derrotados a las fuerzas oficiales, crea la Escuela Militar de Cadetes y otras instituciones para formar un ejército profesional y despolitizado al que sugiere deben ingresar los hijos más capaces de la dirigencia conservadora y liberal. No es de sorprender que después de Reyes el país se sumergiera hasta 1930 en un verdadero oasis de paz en Hispanoamérica y el mundo.

Luego de la Gran Depresión del 29 se produjeron cambios de gobierno en Estados Unidos y el resto de América que por la división, en Colombia, del Partido Conservador en dos candidaturas llevó al poder al veterano burócrata liberal Enrique Olaya Herrera. Por entonces en algunas alcaldías se tomaron medidas punitivas contra los conservadores locales y brotó de  nuevo la violencia partidista que no sería eliminada del todo hasta la creación del Frente Nacional por Laureano Gómez y Alberto Lleras Camargo. Desde entonces, conservadores y liberales han hecho alianzas para gobernar como se hicieron en el gobierno de Álvaro Uribe con La U y se ha seguido con la Mesa de Unidad Nacional en el mandato del presidente Juan Manuel Santos. Como el compromiso conservador es con el orden y lo representa en estos momentos el Jefe de Estado y su política de reducir por la vía democrática a los alzados en armas, lo conservador tiene el compromiso ineludible de respaldar ese gran objetivo.