El populismo punitivo | El Nuevo Siglo
Martes, 9 de Septiembre de 2014

Penas y congestión carcelaria

No debemos criminalizar todo

 

 

En reportaje a El Nuevo Siglo, el recién nombrado ministro de Justicia, Yesid Reyes, se refiere a los problemas de la justicia y la percepción de seguridad y eficacia de los organismos judiciales que tiene la opinión pública, como a la realidad de los hechos. Se trata de un reconocido litigante y profesor universitario, que conoce del asunto y precisamente por esa razón aceptó la alta función pública para la que lo designó el presidente Juan Manuel Santos. El ministro es consciente de que su despacho no cuenta con los dientes que demanda la solución de los grandes problemas de la justicia, ni los recursos para construir las cárceles de  máxima seguridad que se necesitan, pero entiende que existen otras soluciones alternativas a la mano. Por lo que, al ser interrogado por El Nuevo Siglo, sobre cuáles van a ser  sus medidas para descongestionar las cárceles, el ministro Reyes dice: “El tema de la congestión se puede atacar desde diferentes puntos de vista”. “Hay tres grandes niveles para atacar la congestión. Uno, manejar el tema de la prevención de los delitos. Luego, hay un segundo nivel que supone una pequeña intervención del Estado, por medio de lo que se denominan ‘métodos alternativos de la resolución de conflictos’, que es donde opera el mecanismo de las casas de justicia”. Al ser insuficientes los anteriores recursos se debería apelar a la intervención del aparato judicial, “como último nivel de intervención”. En donde, a juicio del ministro, “habrá una división de lo que serían los pequeños conflictos y los grandes conflictos. Si manejamos correctamente estas variables se puede impactar positivamente la congestión de la administración de justicia”.

El ministro Reyes amplia su proyección y se refiere a la pedagogía que va implícita en la forma como la sociedad aboca los problemas judiciales y se refiere a dos maneras de proceder: “Una, insistiendo en que la única forma de solucionar los conflictos sociales no es de derecho penal. Y dos, en algo que se ha venido haciendo en los últimos meses y posiblemente años, se tiende a hacer muy operativo el Consejo Nacional de Política Criminal, de tal manera que todos los proyectos de ley que tengan que ver con el derecho penal sean evaluados previamente por ese Consejo y se le envíe un concepto al Congreso sobre la viabilidad de los proyectos”.  El ministro considera que en Colombia: “se abusa de la detención preventiva”. Concomitante con estas falencias está el drama carcelario, para lo cual plantea tres aspectos que se deben atender: “Uno que es el más obvio y del que habla todo el mundo, es el aumento y mejoramiento de la estructura carcelaria. Ese suele ser siempre el problema que necesita recursos y no es fácil su consecución para construir y adecuar nuevas cárceles”. El segundo nivel es el de la Política Criminal, caso en el que, advierte: “se debe acabar con el populismo punitivo; si cada vez que hay un conflicto social recurrimos a la creación de nuevos delitos o al aumento de penas como única forma de solucionarlos, vamos a seguir congestionando las cárceles ya que estamos creando nuevos usuarios del sistema penitenciario. Eso no quiere decir que no se creen nunca nuevos delitos y tampoco que nunca más se aumente una pena. Eso quiere decir que hay que racionalizar el uso penal y dejar solamente para los casos estrictamente necesarios la creación de delitos y aumento de penas”. Puesto  que se abusa de la detención preventiva, que se debe acotar a los casos que son estrictamente necesarios.

Es un hecho incontrastable que la percepción de inseguridad y de inoperancia de la ley se torna cada vez más intensa en los últimos años, no tanto para los delitos de alto impacto como es el caso del secuestro y la extorsión o el paseo millonario, puesto que estos delitos y el terrorismo en Bogotá, han caído por efecto de las medidas policiales de inteligencia y control. Lo anterior significa que al bajar el índice de delitos mayores contra la seguridad de las personas aumentan otros al menudeo, como el robo de celulares e, incluso, los frecuentes crímenes para despojar a los transeúntes del móvil. Lo mismo que al cambiar las condiciones de vida se incrementan otros delitos, es el caso en Bogotá de la serie de asaltos contra los conductores y pasajeros o sus vehículos, en las zonas  congestionadas de la ciudad, que con la presencia masiva de los buses azules traumatiza la mayor parte de las vías, en particular en  las  que deben atravesar y que por su gran tamaño dificultan sus movimientos. En otros campos del delito, las compañías que ofrecen servicios por Internet dan cuenta de la multiplicación de los que se cometen  contra los usuarios a los que les falsifican las tarjetas de crédito, lo que se traduce en estafas masivas  multimillonarias.