El pulso salarial | El Nuevo Siglo
Viernes, 11 de Noviembre de 2011

* Un escenario de discusión distinto

* Más allá de la puja de porcentajes

 

Como  todos los finales de año, la atención de gran parte de la opinión pública se centra en la discusión sobre el alza salarial que regirá a partir de enero próximo. Sin embargo, en este 2011 hay elementos particulares que, sin duda, impactarán el siempre espinoso escenario de la Mesa Tripartita de concertación en la que Gobierno, sindicatos y empresarios exponen sus respectivas posturas sobre el porcentaje de aumento en la remuneración básica que devengan más de cuatro millones de colombianos y que, de paso, también influye en los reajustes de sueldos más altos e incluso bajos.

Entre esos elementos están, por ejemplo, la existencia de un Ministerio de Trabajo, cartera que fue necesario resucitar al evidenciarse que su fusión en el gobierno pasado con la de Salud no dio los resultados esperados. De igual manera, en el debate sobre la escala salarial también se podrá hacer un primer corte de cuentas a los resultados de la Ley de Primer Empleo, que entró en vigencia meses atrás, o al mismo desmonte de costosas exenciones tributarias a las rentas de capital para trasladar el incentivo a las rentas de trabajo.

También deberán analizarse las implicaciones de que la tasa de desocupación laboral haya caído a niveles de un dígito, porcentaje que no se registraba hace un buen tiempo y que se había planeado como meta gubernamental para 2014 pero se alcanzó en menos de 15 meses de gestión. Aún así, pese a que el índice esté hoy en 9,7 por ciento, más de dos millones 200 mil colombianos no tienen trabajo. Y no menos clave será indagar sobre por qué todavía no se logra romperles el espinazo a fenómenos como el subempleo. El propio Gobierno admite que cerca de la mitad de la población que tiene trabajo se desempeña en empleos informales.

A la par de ellos hay otros aspectos estructurales que deben ser tenidos en cuenta a la hora de definir cuál será el aumento del salario mínimo para el próximo año. Por ejemplo, no puede dejarse de lado una evaluación al efecto en el mercado laboral interno del arranque de varios tratados de libre comercio o el coletazo en la economía colombiana de la crisis fiscal y financiera en la Unión Europea y el riesgo de una nueva recesión global. Asimismo, ya parece agotarse el tiempo para que se defina de una vez por todas el eterno debate sobre la pertinencia o no de mantener las contribuciones parafiscales y otros gravámenes sobre la nómina. Y como si todo lo anterior fuera poco, en el horizonte cercano asoma ya la necesidad de una reforma de fondo al sistema pensional, un asunto siempre polémico y neurálgico.

Como se ve, aunque el objetivo central de la Mesa Tripartita sea tratar de acordar el porcentaje de aumento salarial, el escenario de la discusión es muy amplio y complejo. Por ahora no se han destapado oficialmente las propuestas de las partes. No obstante algunas voces sindicales sostienen que no se transarían por menos de un 8 ó 7 por ciento de incremento, como mínimo. Los empresarios se inclinarían por un reajuste de máximo un punto por encima de la inflación causada, mientras que el Gobierno sería partidario de sumar algunas décimas más. El Banco de la República, a su turno, sostiene que pese a que en octubre se registró un índice por encima del esperado, al final la meta de incremento del costo de vida se cumplirá, lo que implica que no iría más allá del 4 por ciento, en el peor de los casos.

No será nada fácil lograr el consenso. Sin embargo, es necesario que las partes lleguen a la Mesa con un ánimo constructivo y proactivo. Lo importante no es si el reajuste se logra por consenso o el Gobierno lo dicta, de nuevo, por decreto. Lo fundamental es que a partir de esta discusión la política de empleo sea ajustada de manera objetiva, progresiva y realista.