El reacomodo geopolítico | El Nuevo Siglo
Sábado, 6 de Septiembre de 2014

¿Se repite la historia?

Las fronteras gelatinosas

 

Lo que se percibe en estos momentos en el conflicto entre Rusia y Ucrania, como con las grandes potencias de Occidente, es que el grueso del asunto tiene que ver con la desmembración de la Unión Soviética, la guerra fría y el repliegue de ese país, hasta volver en parte  a los antiguos límites. Al agotarse el modelo comunista y su economía, se invirtió la sentencia de Carlos Marx, sobre el supuesto de que el imperialismo sería la etapa del capitalismo en la cual se desmoronaría. En la praxis ocurrió lo contrario, al expandirse Rusia con los países que incorpora a la Unión Soviética y articularse como potencia imperial bajo el dominio de los rojos, su modelo económico hace agua y se debilita de manera progresiva y en sus estertores en caída libre. El sistema de producción se torna incompetitivo, fuera de que a pesar de ser los pioneros del viaje a la Luna, su economía se resiente con los gastos de la denominada guerra de las galaxias y las erogaciones que demanda sostener un imperio por medio de tropas  de ocupación, en zonas en las cuales la población rechazaba el comunismo. Por la fuerza se hacía cada día más difícil mantener en la sumisión tantos pueblos europeos disimiles y el fracaso del comunismo en países como Alemania, determinan que las gentes abandonen el país a pesar del muro de Berlín y toda clase de peligros y amenazas a los que luchan por su libertad.

La situación se torna insostenible, por lo que algunos partidos comunistas agobiados por la deserción de los trabajadores y la dirigencia caduca que no encuentra salidas razonables, en tanto se agudiza el malestar de la población, se auto-disuelven. Fenómeno que apenas había vislumbrado Spengler, en los años 30, cuando explicó que el veneno estaba en el sistema. Y la enfermedad mortal del socialismo en lo económico lleva a que el descontento cunda tras los países de la Cortina de Hierro, puesto que el sistema sufre una terrible implosión. Así, al disgregarse la Unión Soviética,  fueron surgiendo nuevas naciones sobre el territorio de antiguos Estados, que habían estado bajo el dominio de otros, como el Imperio Austrohúngaro.  Sin que por eso cambien los dictados geopolíticos de la región. Así como cuando se canaliza un río y existe el peligro de que al crecer sus aguas intente retomar su curso, ocurre algo similar con la geopolítica, que, en cierta forma, está por encima de los convencionalismos políticos del momento.

Por ese dictado del medio, al caer la Cortina de Hierro, varios de los países que habían estado bajo control de la Unión Soviética, se inclinan a buscar sus antiguas fronteras, unos se expanden y otros pierden territorios o se escinden. Yugoslavia es el ejemplo de un país socialista por fuera de la órbita de la Unión Soviética, el cual, al fallecer el mariscal Tito, se desintegra por los antagonismos raciales, las disputas religiosas y las aspiraciones de formar nuevas nacionalidades. No es de olvidar que una media docena de países conformaron la Unión Soviética, los cuales de improviso se topan con la responsabilidad de buscar un camino propio y robustecer su identidad. El poderío de los Estados Unidos era inmenso en ese momento, la mayoría de naciones del bloque soviético liberadas, incluida Rusia, pasaron del sistema asfixiante y dictatorial comunista, a entronizar un capitalismo salvaje y moverse en la democracia formal, en ciertos casos, bajo regímenes donde se mantenían las viejas prácticas oficiales represivas.

Yugoslavia intenta resolver sus problemas geopolíticos y raciales a tiros, dando lugar a una guerra de exterminio y odios de nunca acabar, hasta que se produce la intervención de la OTAN. Un remedo de lo que pasó en Yugoslavia parece rondar el conflicto entre Rusia y Ucrania, con la diferencia de que Moscú cuenta con una de las fuerzas militares mejor armadas del globo y la capacidad para dar otro zarpazo como el que determinó la anexión de Crimea. La OTAN, aprueba que se le den 15 millones de euros de ayuda militar a Ucrania, mas no está ligada a ningún tratado que la obligue a ir a la guerra por ese país. Por lo que es posible que una acción relámpago de las tropas rusas cercene de nuevo su territorio. Y la presión  en Washington, sobre el presidente Obama, para que intervenga frente a Rusia, llega en mal momento, puesto que debe atender los intereses petroleros en el Medio Oriente. Rusia sigue siendo una potencia petrolera, que  mantiene la vigilancia sobre otras zonas de influencia que suelen ser conflictivas, como Kazakistán, Uzbekistán, Azerbaiyán, Tayikistán y Turkmenistán. Al tiempo que  continúa firme en Siria y otras regiones del globo, en un evidente reacomodo geopolítico.