El Titanic azul | El Nuevo Siglo
Martes, 29 de Octubre de 2013

Las carabelas de Colón

Desarrollismo y la paz

 

La crisis del conservatismo nos llevó a hacer la inevitable comparación con el famoso hundimiento del Titanic; una de esas dolorosas tragedias que aún conmueve a la humanidad y que, eso es lo más grave, en su momento se pudo evitar. Se decía que el Titanic por sus grandes adelantos técnicos y experta tripulación era una nave inhundible, orgullo legitimo de sus propietarios y constructores, que por lo mismo no contaba sino con 20 lanchas salvavidas. En él viajaban varios magnates y marinos del común. Nuestra nave no es tan moderna y se parece más a las carabelas de Cristóbal Colón, por lo que tiene algo de heroico navegar en ella. ¿Con cuántas lanchas salvavidas cuenta el Partido Conservador? Algunos jerarcas conservadores sostienen que el conservatismo se mantendrá a flote sin candidato presidencial o con candidato, sin necesidad  de asumir posturas definidas sobre los problemas nacionales, por lo que están como en una suerte de limbo político para no comprometerse, ya que los barones electorales cuentan con una votación  cautiva que les garantiza salir elegidos con independencia de lo que ocurra en la política nacional, así como negociar el apoyo con gobiernos futuros. Es la votocracia, degeneración de la democracia.

Consideramos un deber moral  alertar sobre lo equivocado de apartarse del voto de opinión y de la gesta de las ideas, para confiar en exclusiva en los votos cautivos. En la medida que crece la oferta electoral las masas tienden a desgarrar la camiseta clientelista y votar por instinto. No es casualidad que en la última encuesta el Partido Conservador aparezca con el 5%, en tanto está borrado de las expectativas en Bogotá y no marca, debido a que no ha tenido candidato a la Alcaldía en los últimos tiempos, lo que no se compadece con el caudal de opinión de lo conservador en el país. Lo mismo se aplica en cuanto a la candidatura presidencial puesto que o no tuvimos candidatos o se abandonó a la candidata en medio del mar, sin siquiera un chaleco salvavidas.

Lejos de nuestro ánimo está la visión catastrófica de la historia y del mundo en que vivimos; profesamos un instintivo escepticismo, atemperado por un moderado optimismo y la inclinación por respaldar las grades empresas,  que es lo que lleva a esa síntesis espiritual del talante conservador. Partido político que como el talante existe antes de la fundación de la República, así fuese de manera larvada en los partidos que se formaban para repartirse el poder en los Cabildos, donde en la Colonia se ejercitaba la democracia local. Emerge lo conservador en la disputa primigenia de 1810 entre centralistas y federalistas, se la juega toda por el Libertador Simón Bolívar y la Gran Colombia, así como a su muerte, dividido el país contribuye a fortalecer el Estado y restablecer el orden con la Constitución de 1843, obra magna de lo conservador de entonces. En la que se inspira Rafael Núñez, para regenerar las costumbres políticas en 1886.

Es verdad que el Capitán del Titanic, un experto lobo de mar, se resistió a oír a los que le señalaban los peligros que acechaban el barco y se retiró a su camarote; lo que contrasta con el estado de alerta y la actividad que despliega Omar Yépez Álzate, que está en vela permanente por la suerte electoral del partido. Mas un timonel solitario por sagaz que sea no puede evitar la catástrofe cuando los dirigentes actúan por su lado e ignoran los peligros que nos acechan sumido en el personalismo disolvente del sálvese quien pueda en política.

Y la crisis no es exclusiva del conservatismo, recientes y nuevas fuerzas partidistas emergen en el firmamento político con potencia arrolladora, con excepción de los movimientos de izquierda, con el concurso de sectores conservadores desencantados de la atonía e indefinición del Partido Conservador. La Nación reclama respuestas del conservatismo. Como, por ejemplo: la defensa de la soberanía nacional contra el fallo inicuo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya. La seguridad jurídica nacional, que debe extenderse al respaldo al Fuero Militar. Volver a las tesis de desarrollismo que en su momento propició Álvaro Gómez, que aquí no prosperaron e hicieron de Brasil y los países asiáticos potencias. Es el desarrollo el que genera empleo y el mayor antídoto contra la violencia. La defensa insobornable de los activos del Estado, cuando tienen importancia estratégica como en el caso de Isagen. Propiciar la paz por la negociación sin capitular o reconquistarla por medio del uso de la fuerza legítima.