Flujo y reflujo migratorio | El Nuevo Siglo
Sábado, 29 de Agosto de 2015

*El informe de la OIM

*Humanitarismo de Merkel

 

POR  estos días el flujo y reflujo migratorio en el mundo se intensifican de manera inusitada. En algunos casos por cuenta de pavorosas guerras civiles, persecuciones étnicas, políticas o religiosas, también por hambre y desesperación, así como por la búsqueda de oportunidades y mejores horizontes. En aquellos países limitados por el atraso suelen irse los profesionales mejor calificados que no encuentran un trabajo digno, rentable y acorde con sus conocimientos. En otras épocas los que estudiaban en el exterior conseguían trabajo, con relativa facilidad, en las empresas estatales locales, con salarios medianos pero que permitían sobrevivir a los empleados. Sin embargo, al ser privatizadas muchas de esas instituciones y caer en manos de multinacionales, hubo más despidos que nombramientos.

Las crisis económicas y humanitarias llevan a los más necesitados y carentes de oportunidades a irse a los países más avanzados, sin importar correr grandes riesgos en la travesía, ni tampoco que otros desesperados que les precedieron en la búsqueda de un futuro mejor, hayan muerto. Tampoco los disuade que a los migrantes ilegales los  internen en campos de cárceles o los deporten en cuestión de pocos días a sus lugares de origen.

Las frías estadísticas muestran que lamentablemente buena parte de los que se arriesgan a viajar al extranjero como ilegales, son sometidos a muchos vejámenes y tratados en ocasiones como esclavos o escoria. Se dan múltiples casos de mujeres que son engañadas por los traficantes de personas y terminan siendo explotadas por redes de prostitución y esclavitud laboral. En este caso y en muchos otros de la migración clandestina, la misma no habría podido darse sin la complicidad de las autoridades venales, sin los túneles, las rutas secretas y las mafias que se mueven alrededor de este fenómeno.  

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en informe del viernes pasado, especificaba que en lo que va transcurrido de 2015 se contabilizan 322.914 inmigrantes y refugiados que han arribado a Europa por el Mediterráneo y otras rutas. Se destaca que de ese global, 209.457 extranjeros, pese a la crisis económica que atraviesa ese país, han entrado a Grecia, 111.197 a Italia, 2.166 a España, entre otras naciones. En ese reporte se advirtió, de paso, que en ese mismo lapso han muerto en el intento infructuoso de trasladarse a Europa 2.000 personas, lo que evidencia la gravedad de la crisis humanitaria. Los investigadores sostienen que cuando se crea un control migratorio terrestre o marítimo, o levanta una alambrada hostil en un camino, en un puente, en cualquier zona, los traficantes de personas se movilizan de inmediato por otro lugar. Se despide a un funcionario corrupto en las fronteras y aparecen al poco tiempo otros. Por eso el flujo y reflujo de los inmigrantes son incontenibles.

No piensan así los grupos de radicales nacionalistas y xenófobos en Europa, que rechazan airados a los recién llegados, bajo el temor de ser  desplazados en trabajos menores, que los ilegales realizan por una paga irrisoria. Para los europeos no todos los casos de la diáspora de la migración se justifican, aunque entienden que en países como Libia y Siria, Irak o Palestina, los habitantes huyan despavoridos del conflicto armado. Las continuas noticias sobre mujeres, hombres y niños que abandonan su tierra para encontrar la libertad y poder respirar sin temor o evitar  que los asesinen, pero que en su intento encuentran la muerte en esos viajes infernales, conmueven a la humanidad. El último caso ocurrió días atrás en Alemania en donde más de 70 cadáveres fueron encontrados en un camión utilizado por esas redes de tráfico de migrantes ilegales. La propia canciller alemana Ángela Merkel declaraba que no se puede dar a los emigrantes el trato de delincuentes y, por lo mismo, es preciso entender la calamidad humanitaria que representan y tenderles la mano. Eso significa que se adecuen lugares de reposo transitorio para los desesperados que llegan a la UE, al tiempo que se legisle y se tomen medidas para atenderlos y capacitarlos, en tanto se incorporan a la vida activa. Pero también que se refuercen los controles para impedir que los delincuentes sigan incentivando las olas de ilegales que ante la promesa de un mejor futuro o, al menos de huir de la violencia, se lanzan a aventuras mortales.