Hermandad entrañable | El Nuevo Siglo
Miércoles, 2 de Abril de 2014

*Solidaridad colombo-venezolana

*Caravana de la libertad

Ignacio  Ramonet, uno de los periodistas mejor informados de Europa, hace más de una década, puso de ejemplo en cuanto al buen manejo de la economía al comandante Hugo Chávez, al pronosticar que Venezuela se convertiría bajo ese modelo a la cubana en un país próspero al que debían imitar otras naciones. Y, más recientemente, insiste en alabar la herencia igualitaria que deja al pueblo Chávez, al que por capricho compara como estadista con Bolívar. Ramonet, quizá, se dejó deslumbrar por el verbo populista y por las reservas petroleras de Venezuela, creyó que los fondos del petróleo alcanzarían para financiar el cambio revolucionario y mejorar las condiciones de vida de las gentes de menos recursos, puesto que ese era el discurso más reiterativo del exoficial golpista. En ese sentido se equivocaron muchos de los que como Ramonet, en otros asuntos de política internacional tan agudo y acertado, que  analizaron de manera superficial la política del país vecino. El socialismo extremo ya había fracasado en el mundo y la revolución cubana, que sobrevivía el derrumbe de la Unión Soviética, era un ejemplo  del fracaso revolucionario y de  gobierno autoritario familiar.

Tal equivocación  en la que incurrieron reconocidos expertos, políticos y gentes del común, se debe en gran medida a que Chávez, tenía una personalidad de características histriónicas  que sorprendía y seducía a las masas y a sus interlocutores por versados que fuesen. Logró convencer al mundo de que capitaneaba una revolución social que  se manifestaría en los avances educativos, de mejorar la condición de las gentes hacinadas en las barriadas, de aumentar la producción y hacer del país una potencia; con ese cuento y la promesa de combatir la corrupción, ganó las elecciones y despilfarró millones de dólares. Así como consiguió la simpatía de gobernantes de otros países, en donde se presentaba como un mesías. La realidad venezolana es otra, la educación está por el suelo, la empresa privada agónica,  el campo escasamente le arranca a la tierra en ocasiones lo de pan coger para los campesinos, en los ranchos el hambre ronda, la corrupción se desbordó y apenas unos pocos del régimen y sus socios se han convertido en prósperos millonarios. Lo que es peor, la industria petrolera declina, por falta de mantenimiento y nueva tecnología, como por la pésima administración.  Chávez era un prestidigitador, aun enfermo mantuvo en vilo la sociedad. Y muerto, el gobierno actual ha caído a tal punto en la opinión que hasta los opositores con ironía sostienen que sienten nostalgia de Chávez.

Las informaciones que nos llegan de las más variadas fuentes  dan cuenta de la inflación más abultada del mundo, de la escasez de alimentos y de productos de primera necesidad, de la división del país por cuenta de la lucha de clases, de la inseguridad y la honda crisis de la justicia, convertido el brazo de la ley en martillo para golpear a la oposición, llevar a prisión a los contradictores, sentenciarlos en mascaradas judiciales en donde les conculcan sus derechos. Todo lo cual ha sido posible por cuanto de manera sistemática y dramática han implantado una guerra despiadada contra los medios de comunicación independientes. La fórmula es sencilla, los medios le funcionan al Gobierno,  los venden o les niegan la posibilidad de seguir informando mediante toda clase de presiones y arbitrariedades. La televisión cayó en la órbita oficial por diversos procedimientos, persecución a sus propietarios, juicios amañados, compras forzadas y otros sistemas de “persuasión”. La prensa independiente ha sobrevivido más tiempo, pero la están estrangulando por la vía de negarle las divisas para importar papel. Andiarios y su presidenta Nora Sanín, en un acto de solidaridad democrática sin precedentes, con el apoyo de los propietarios de los diarios colombianos afiliados, han comprado 52 toneladas de papel en préstamo para tres prestigiosos periódicos  de Venezuela: El Nacional, El Impulso y El Nuevo país. El viernes pasado llegó el buque que transporta el papel a Cartagena, ayer salió la caravana por tierra y se espera que pase la frontera y que se resuelvan  los trámites aduaneros, para que no se extinga la llama de la libertad de información en Venezuela. Este hermoso gesto de hermandad de la prensa colombiana y la venezolana, se convierte en ejemplo para la humanidad y la defensa de los derechos del hombre.