Hoja de ruta bogotana | El Nuevo Siglo
Viernes, 1 de Junio de 2012

* Madurez en aprobación del Plan

** Múltiples y ambiciosos retos

 

La aprobación en el Concejo Distrital del proyecto de Acuerdo mediante el cual se adopta el Plan de Desarrollo 2012-2016 “Bogotá Humana” tiene tres implicaciones. De un lado, que el alcalde Gustavo Petro ya tiene la herramienta para aterrizar el programa de gobierno que lo llevó al triunfo en los comicios de octubre pasado.

Es claro que una vez entre en vigencia el Plan, la Administración podrá hundir el acelerador y desenvolverse con más agilidad y eficacia para implementar todos los objetivos fijados para el cuatrienio en materia de infraestructura, inversión social, movilidad vial integral, política ambiental así como de desarrollo urbano, económico e institucional. Con la hoja de ruta definida, lo que procede ahora es gestionar desde el Ejecutivo distrital para que la visión de ciudad que propende la Alcaldía empiece a concretarse en el corto, mediano y largo plazos. Es obvio que estos primeros cinco meses de mandato han tenido algunos altibajos, producto muchos de ellos de la complejidad normal que tiene el manejo de una urbe como la capital del país, pero sobre todo derivados de la obligación coyuntural de acompasar la gestión del día a día a unos marcos y objetivos gubernamentales ajenos, heredados, desgastados y, al tenor del resultado electoral, claramente derrotados por la ciudadanía.

Petro tiene ahora el suficiente capital político, margen de acción ejecutiva y las herramientas necesarias para producir en Bogotá el cambio integral que prometió y que todos los habitantes esperan en materia de metas, proyectos y programas puntuales.

La segunda implicación de la forma en que fue aprobado el Plan en el Concejo se refiere a cómo las diferencias políticas y partidistas entre una coalición mayoritaria en el Legislativo y el Palacio Liévano fueron superadas por la obligación de enfocarse y  privilegiar en lo que necesita y urge la ciudad. Que por 36 votos, de 45 posibles, se haya aprobado el Plan de Desarrollo, después de 23 sesiones y más de 130horas de intensa discusión y análisis, tanto en la Comisión respectiva como en Plenaria, pone de presente que hubo un ejercicio serio, objetivo y maduro de construcción de la carta de navegación bogotana. Ello se reflejó en que la columna vertebral del programa de gobierno que radicó la Administración se enriqueció y ajustó con muchas de las propuestas del pliego de modificaciones presentado por los concejales en materia de salud, educación, movilidad, ambiente, gestión pública, política de infancia, adolescencia y apoyo al adulto mayor, entre otros aspectos. A la ciudad, pues, le quedó claro que por más diferencias que puedan existir entre Legislativo y Ejecutivo distrital -que siguen sobre el escenario-, es posible encontrar consensos en pos de los intereses generales y prioritarios.

La tercera implicación de la aprobación del Plan de Desarrollo se basa en los retos inmediatos y mediatos. Es evidente que una porción de esa hoja de ruta todavía no tiene financiación asegurada y allí será clave que Administración y Concejo trabajen en la misma dirección, sobre todo a la hora de dar vía libre a los cupos de endeudamiento y otras fuentes de recursos. Por igual, si bien quedaron sentadas las bases para la intermodalidad  del sistema de transporte masivo, que incluye desde Transmilenio, el SITP, el metro pesado, el liviano y la ampliación de malla vial, cada rubro tiene una complejidad particular que debe ser superada para cumplir los objetivos trazados. También se sabe que hay otras metas muy ambiciosas que requerirán un trabajo a fondo para ir dando progresivamente los resultados. La cuota capitalina en el plan del Gobierno nacional de vivienda gratuita, los pasos para profundizar la universalidad y gratuidad educativa, el revolcón en política de agua y amortiguación del cambio climático, la reformulación urbanística, el nuevo concepto de ciudad-región y los proyectos para tener una urbe con menos segregación y  discriminación, con mejor calidad de vida, así como una gestión que se enfatice en la defensa y fortalecimiento de lo público… Todos son propósitos de alto espectro que no se pueden quedar en el papel ni estrellarse con barreras presupuestales o funcionales insalvables.

Bogotá, entonces, tiene a partir de este sexto mes del cuatrienio Petro su hoja de ruta y la misión no es otra que aplicarse, desde todas las esferas, a seguirla y cumplirla.