* Lo que va de Biden a Kamala
* Trump se mantiene en toda la línea
Salvo por debates televisados en Estados Unidos con resultados altamente estruendosos, como el último de Joe Biden y por el cual sus colegas demócratas lo sacaron casi a patadas de la carrera por un segundo mandato en la Casa Blanca, por lo general es difícil establecer cuál de los dos candidatos es el triunfador. Fue ciertamente lo que ocurrió anteayer entre Donald Trump y Kamala Harris en el cara a cara por la cadena de televisión ABC y bajo el auspicio de CNN.
Por supuesto, en el imaginario de los televidentes ya había quedado grabado de antemano el espectro del balbuceante Biden en el debate de hace unas semanas y ante semejante espectáculo de confusión y fragilidad políticas, como de liderazgo trémulo, cualquier resultado era mejor. En ese sentido, la vicepresidenta Harris salió avante en su estreno de candidata presidencial. La vara estaba bastante baja y era presumible que ella tendría un mucho mejor desempeño que el previo de su jefe todavía en funciones en la Oficina Oval. Pero de ahí, por ejemplo, a pensar que Harris tiene la preparación de una Hillary Clinton; la inteligencia y habilidad de una Nancy Pelosi; el carisma de una Michelle Obama o inclusive las capacidades de otras mujeres, senadoras o gobernadoras también demócratas, hay mucho trecho.
Por otra parte, tal vez ese también pueda ser su mérito: una figura apenas normal que escaló hasta la vicepresidencia después de desempeñarse de fiscal estatal, sin grandes planteamientos académicos, políticos y económicos o brillantes opiniones del acontecer nacional y mundial. Como gran cosa, si se quiere, tan solo el identitarismo radical del que Harris gusta hacer gala para demostrar la pertenencia al ala mayoritaria y más demagógica de su partido. Un poco, sin embargo, de esas designaciones que suelen hacerse en la vicepresidencia con el fin de que el seleccionado en el tiquete no incomode y se remita exclusivamente a tal delegación burocrática o protocolaria que pueda otorgarle el primer mandatario.
Pero en el estado de emergencia en que quedó el partido demócrata por cuenta del desastre de Biden era ella la que estaba a mano, pese a la imagen deficiente en los sondeos de favorabilidad de ese momento, y en particular la llamada a hacer las veces de candidata sin necesidad de abrir el espacio a la común competencia al interior de las colectividades que naturalmente se suscita cuando se trata de un tema de esa envergadura política, todavía más cuando el presidente de turno ha renunciado a la reelección, como en su época Lyndon Johnson. De modo que así se armó el tinglado del Partido Demócrata, con los bombos y platillos de una convención que ipso facto puso a Harris de sustituta del desechado Biden, así como de una vez la encumbró en andas de los medios y la prensa proclive a esa causa partidista y que tiene casado un pleito personal con Trump de hace lustros.
Hoy la competencia luce igualada, con un empate técnico en los sondeos nacionales. En ese sentido, Harris y la maquinaria de su partido tienen el mérito de haber superado el bache dejado por Biden tras su debate televisado, pero al mismo tiempo Trump se mantiene en la misma línea, después de haber sido judicializado en una estrategia que durante la época de la fallida candidatura del presidente saliente resultó desarticulada.
No parece, en todo caso, que el cara a cara de Trump y Harris haya cambiado en mayor medida las cosas. Ni las exageraciones de los “influencers” demócratas, anunciando la endiose de Harris se dio en la realidad ni tampoco lo que algunos pudieron haber presumido de que Trump la haría añicos por su inexperiencia.
A decir verdad, y a pesar de que solo faltan menos de dos meses para la fecha de las elecciones, la campaña, después de tanto ir y venir, hasta ahora comienza. Los siete estados cruciales, llamados bisagras, todavía permanecen en un estrecho sube y baja. Como también se sabe, los comicios presidenciales en Estados Unidos tienen un gran componente estatal a través de los colegios electorales y a fin de cuentas la sumatoria de votos a nivel nacional no tiene ninguna incidencia.
No hay pues resultados definitivos, ni menos conclusiones perentorias que puedan sacarse del debate Harris-Trump. Al fin y al cabo, será una campaña decidida voto a voto, casa a casa, hasta el último minuto.