La Alianza Pacífico | El Nuevo Siglo
Jueves, 7 de Junio de 2012

*Una ambiciosa apuesta regional

**Estandarizar globalización comercial

 

La firma ayer del llamado Acuerdo Marco para la creación de la Alianza Pacífico, que aspira a convertirse en un nuevo bloque comercial que integra a Chile, Perú, Colombia y México, y que sobre dicha base esas cuatro naciones puedan conquistar de una manera más sólida y efectiva los mercados al otro lado del océano, especialmente los asiáticos, es una apuesta muy ambiciosa.

Los cuatro países fundadores tienen la ventaja de que sus respectivas economías pasan por buenos momentos y se han lanzado en los últimos años a una estrategia de internacionalización efectiva y coherente. Baste con decir, por ejemplo, que todos tienen acuerdos de libre comercio con Estados Unidos. Las cifras son dicientes y contundentes. La Alianza del Pacífico cobija a 200 millones de consumidores y suma un Producto Interno Bruto de 1,7 billones de dólares, es decir, que tercio del total de América Latina. Además, concentra un 55% de todas las exportaciones y encabezan las listas de  principales receptores de inversión extranjera en el continente.

Un segundo punto a favor de este nuevo bloque es que su proceso de formación ha sido rápido y efectivo, no sólo porque ha dejado de lado cualquier pulso político o ideológico, sino porque se trata de economías con estándares modernos de producción, normatividad y globalización, lo que hace que la integración de los mercados sea lo suficientemente dinámica. Sería ingenuo desconocer que los asomos de politización e ideologización han sido un palo en la rueda para varios procesos de integración regional, como lo prueba la agónica debilidad de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), las trabas a la ampliación del Mercosur y los fallidos planes para crear un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), promovida por Estados Unidos, o una Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), impulsada por el eje de gobiernos chavistas y antinorteamericanos.

En tercer lugar debe destacarse que la Alianza Pacífico, que además del cuarteto fundacional suma como países observadores a Panamá y Costa Rica, ya tiene un camino avanzado en su interacción con los mercados asiáticos, sin duda los más dinámicos hoy en todo el planeta. Prueba de ello es que el año pasado exportaron a China, Japón, Corea y otras naciones de este zona mundial productos por más de 71 mil millones dólares. Además, no se puede desconocer que así como América Latina mira al Asia, esta última también hizo de nuestro continente en la última década una prioridad real y rentable para ampliar mercados y hacer inversiones estratégicas.

Y, por último, es claro que la profundización de la crisis económica en la Unión Europea así como los altibajos en la lenta recuperación de Estados Unidos, revalidan aún más el atractivo de América Latina como plazas muy importantes para potencias ya consolidadas como China o Japón, o de países emergentes como India, Indonesia o Vietnam.

Como se ve, la Alianza Pacífico es una apuesta en serio. Incluso, a medida que más países latinoamericanos se le vayan sumando tendrá un peso específico más interesante. Obviamente es un proceso que apenas arranca y demandará un tiempo poder aterrizar en el día a día los objetivos de libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas, así como una plena integración comercial y jurídica. Tampoco se puede desconocer que hay aspectos complejos relacionados con la armonización entre las exigencias de este nuevo acuerdo con los ya firmados y vigentes que tiene cada uno de los países fundadores con terceras naciones. Sin embargo, dado que se trata de economías estandarizadas en materia de globalización, no se prevé que este aspecto demande reformas de fondo.

La hoja de ruta de esta nueva apuesta ya está fijada y lo importante es que se convierta en política estatal en cada nación fundadora u observadora, de forma tal que las coyunturas y recambios gubernamentales no la traben o le quiten ritmo.