La crisis bogotana | El Nuevo Siglo
Domingo, 29 de Septiembre de 2013

*Cae calidad de vida

*El reto de crecer y humanizar la ciudad

 

Las alarmas por la cantidad de problemas que se acumulan y afectan a Bogotá se prenden casi todos los días en distintos sectores. Ayer se supo  del crimen contra los hinchas de equipo de futbol, anterior  fue la muerte de varias personas en un centro nocturno que estaba abierto por fuera del horario permitido en flagrante violación de la ley. Lo que reconoció la dueña del lugar, sin que se conozca cómo avanza la investigación sobre los hechos, en los que se mencionó la posibilidad de que un agente al  lanzar un gas hubiese contribuido al pánico general, sí como se dijo que se trataba de una riña. Otro  es una empresa contratista que incumple con las obras pactadas con el Distrito, para descubrirse al poco tiempo que los encargados de dicha obra no tenían antecedentes como constructores y que unos gestores corruptos les habían conseguido el contrato. Otras veces se presentan problemas con subcontratistas que no terminan las obras, quedan a medio construir y con el tiempo se deterioran. No siempre la culpa es del IDU, suelen asaltar su buena fe. En ciertas ocasiones se trata de alcaldes locales que contratan obras sin conocer a fondo el tema de  construcción ni vigilar que se empleen los materiales de primera calidad, por lo que al poco tiempo el deterioro carcome lo que se hizo mal.

La crisis se viene ahora por los contratos de Transmilenio, que no pocas veces son onerosos para el Distrito, en tanto que ahora parece que algunas empresas alegan que están al borde de la quiebra. Sostienen sus gerentes que se han visto perjudicadas por el bajo número de pasajeros. Así que de manera súbita nos enteramos de que lo que parecía un negocio que favorecía en todos los casos al transportador, tal vez en otra modalidad de contratación ahora produce pérdidas. Expertos de la ANDI señalan que “Las proyecciones que inicialmente se hicieron con relación a esos proyectos de transporte masivo no resultaron ser del todo ciertas y hay proyectos de estos que están en déficit; inclusive, en algunos casos el número de pasajeros que están recogiendo los sistemas no compensan los esfuerzos financieros que se han hecho en torno a esos proyectos”. “Esta situación hace que no puedan sacar las flotas porque no tienen dinero para el combustible ni para la reposición ni para el mantenimiento de los vehículos”. Por su parte el Presidente de la Cámara Colombiana de  Infraestructura agrega: “Los costos son superiores a los ingresos”.

Entre tanto los problemas sociales aumentan, la movilidad en la capital se torna desesperante, se pierde mucho tiempo en las calles y la productividad de los trabajadores se afecta negativamente. Se han construido numerosos edificios, por lo que se han enterrado millones y millones de pesos en ladrillo y cemento para estructuras de oficinas y residenciales, sin que se hagan nuevas vías. Por desgracia la producción industrial decae, que es la que debiera estimular el desarrollo y el empleo. Las autoridades locales y nacionales están varias décadas rezagadas en la construcción del Metro, de avenidas elevadas y subterráneas, de puentes y vías alternas.

Las noticias sobre violencia y auge del hampa en las barridas son dramáticas, gentes que pagan a diario peaje para entrar o salir de sus viviendas. Muchachas menores de edad que son forzadas por los delincuentes y que después de “usarlas” por un tiempo alquilan y venden a otros proxenetas. Muchachos drogadictos que apenas adolescentes consumen droga. El maltrato a las mujeres va en aumento y son numerosos los casos de violencia doméstica que no se denuncian. Lo mismo que el incremento de la inseguridad, los atracos, los robos callejeros, los asaltos a la propiedad, el despojo a los tenderos y comerciantes, pese a los grandes esfuerzos que viene haciendo la Policía en los cuadrantes a su cargo. Sin que por esa vía se puedan conjurar los delitos en una sociedad, que recibe a diario las noticias sobre corrupción en las que se han visto envueltos numerosos políticos, concejales y funcionarios públicos.

Y lo peor es que la ciudad sigue creciendo, sigue recibiendo gente que llega de todas partes en busca de oportunidades, lo que aumenta el hacinamiento de los barrios periféricos en los cuales los niños se entrenan como futuros sicarios y en otras modalidades del delito. Frente a todo ese cúmulo de problemas urbanos alarmantes las autoridades se tornan impotentes y hace falta la contribución de una sociedad organizada y de los mejores dirigentes para replantear su futuro.