La grandeza colombiana | El Nuevo Siglo
Sábado, 30 de Agosto de 2014

Pretendían liberar a España

El legado del Libertador

 

Le correspondió al Libertador Simón Bolívar cumplir un papel histórico casi sin antecedentes, de rico mantuano caraqueño que gustaba de recorrer el mundo y codearse con personajes valiosos e interesantes, así como compartir con atractivas y cálidas  mujeres sus emociones y sueños. Estaba poseído por una curiosidad insaciable y quería saberlo todo y entenderlo todo por su propia cuenta. Pese a que tuvo grandes mentores contratados por la familia, dado su temperamento inquieto y nervioso, más que guías terminaban por ser sus amigos. Puesto que de joven cuestionaba el conocimiento que le impartían de memoria sus maestros y quería ir más lejos. En Madrid, a donde llegó en 1809, se compenetra con su pariente el Marqués de Ustariz, que le da entrada libre a su biblioteca y conoce a varios de sus amigos, gente culta y refinada. Es en ese período donde acumula conocimientos generales que serán esenciales en el curso de su vida y que seguirá acrecentando  sobre la marcha, hasta formarse una cosmovisión propia del mundo en el que le toca vivir y destacarse entre los grandes personajes de todos los tiempos. Manuel Fraga Iribarne, al referirse a esa formación caraqueña y madrileña de  Bolívar, lo considera como la expresión más pura  de la hispanidad, algo que suelen olvidar los historiadores.

Esa lucha intensa entre el genio natural de Bolívar, como estanciero y dueño de esclavos, llamado como descendiente de conquistadores y pudientes mantuanos  a ejercer el poder local en la Capitanía de Venezuela, al percibir el naufragio del Imperio Español, se convierte en campeón de la libertad, al mismo tiempo que predica en el Manifiesto de Cartagena un nuevo orden, cuando era un militar en desgracia que salía de Venezuela para no ser ejecutado por los pardos que desde Coro reconquistan a Venezuela acaudillados por realistas españoles y criollos. Así que será Libertador de naciones e ideólogo de un nuevo orden y gobernante. Eso lo diferencia de los caudillos bárbaros y sanguinarios que prevalecen en otras regiones de Hispanoamérica.

En ese carácter de fomentar un nuevo orden, como era un visionario, rompe con el sentido lugareño de las gentes de su época, ensimismados en el localismo, para imaginar una Patria Grande que debería comprender a Hispanoamérica; incluso, sueña con el mariscal Sucre, en organizar una fuerza naval y militar para liberar Cuba y Puerto Rico, para el efecto se compran varios barcos de guerra, de lograrlo y si se resquebraja la  Santa Alianza, piensa en liberar a España. Ese capítulo de la historia jamás se escribió en cuanto sus intentos por unir en el Congreso Anfictiónico de Panamá, las naciones que antes habían formado parte por trescientos años del Imperio Español, no se alcanzaron a realizar, por lo que no contaba con el poder de tener en el puño a toda Hispanoamérica para desafiar el de Europa, incluso cuando gobierna el Perú, domina la Gran Colombia  y Sucre manda en Bolivia.

Gran parte de los conceptos políticos que rigen son herencia de la fundación de la Gran Colombia, como se dispuso en el Congreso de Angostura y se lleva a cabo en la Villa del Rosario de Cúcuta, donde el Congreso se Inicia el 30 de agosto de 1821 y culmina el 3 de octubre del mismo año, consagrando a Colombia, que abarcaría en poco tiempo a la Nueva Granada, Venezuela, Quito y Panamá. Los postulados constitucionales del Libertador en lo fundamental siguen influyendo en el devenir de Colombia.

El Libertador vivía en contacto con las manifestaciones constitucionales de su tiempo y era un convencido de que para gobernar estas naciones que surgían dentro del régimen republicano, era preciso establecer un Estado fuerte, así lo probó en su Constitución para Bolivia, en la que Sucre es nombrado Presidente a perpetuidad, de lo que este último no estaba muy convencido, constituida esa República, después, al verse cercado por la traición, renunció.

En Colombia nunca rigió la Constitución redactada por el Libertador, por lo que no se pudo instaurar el democesarismo como fórmula política para conjurar la debilidad crónica del Estado que nos llevará a vivir en el siglo XIX en perpetua guerra civil. El fundamento de la Constitución de Cúcuta siguió en gran medida el fundamento  boliviano, atemperado por la intervención de los sectores políticos adversos al Libertador, que debilitaron el poder presidencial y fortalecieron el Legislativo, en donde aparece el influjo disociador del vicepresidente Santander. Cuando están hoy de moda los intentos de reforma constitucional es preciso rescatar la tradición y fortalecer el Estado, como lo quería el Libertador para que en el futuro nadie se atreva a desafiar la democracia y pretenda por la fuerza y el terror tomarse el poder. El genio tutelar de Bolívar debe iluminar a nuestros legisladores en estos tiempos en los cuales se avanza a la concordia y la paz,  para fortalecer las instituciones de la democracia, puesto que ese es su legado constitucional.