* El Estado se ha fortalecido
* La Justicia nunca se dejó intimidar
Las últimas sentencias sobre la parapolítica, conocidas anteayer ratifican que las investigaciones siguen adelante. No se recupera aún el país de lo que la Corte Suprema de Justicia ha tildado como un concierto para delinquir agravado, con tentáculos de toda índole, donde se demostró que la política había sido inficionada por relaciones espurias entre la legalidad y la ilegalidad. Y ello al mas alto nivel posible, es decir, parlamentarios, gobernadores y todo tipo de servidores públicos que de alguna u otra manera cayeron en esas redes.
En la medida en que las indagaciones han venido transcurriendo regularmente, y ya no causan el escándalo, las cosas han venido normalizándose. Eso significa que la Justicia, en su momento perseguida y en entredicho, cumplió sus funciones contra todas las vicisitudes y hoy es común que se produzcan los fallos sin las amenazas de otros tiempos.
No fue, sin duda, fácil. Episodios tan dramáticos como los que llevaron al intento de silenciar a los magistrados auxiliares investigadores a través de las componendas más inverosímiles, hoy han cambiado de cariz y los abogados que hicieron parte de esas contumelias están en las cárceles. El pleito que le armó el Ejecutivo a la Rama Judicial, generando una desinstitucionalización sin precedentes, fue finalmente superado, aunque aún quedan remantes del estropicio en ciertos artículos de la Reforma a la Justicia que, si bien desglosada en algunos aspectos de revanchismo, todavía pervive como una sinrazón en otros acápites. Sigue sin entenderse por qué despojar a las Cortes de sus facultades nominadoras si ello, por el contrario, se ha demostrado benéfico en buena parte de sus nombramientos.
La parapolítica, pues, aún sin dilucidar en su integridad, pasará sin duda a la historia como una mácula gigantesca en el devenir colombiano, cuando los políticos se aliaron con agentes armados cuya financiación del narcotráfico permitía el paramilitarismo. Hoy, sin embargo, reeditado en el neo-paramilitarismo, ya presenta retos insufragables para el Estado, que pareciera no haber aprendido la lección en su totalidad. En tanto, algunos de los jefes paramilitares de entonces, extraditados por narcotráfico hacia Estados Unidos, ya comienzan a recuperar su libertad, lo cual supone que les esperan los procesos en Colombia, de donde se derivarían, ciertamente, sus vínculos con otros políticos y empresarios.
Todavía, por supuesto, quedan múltiples procesos de exparlamentarios y dirigentes en la Corte Suprema de Justicia y la Fiscalía. Aunque poco a poco el país ha derivado su atención hacia otras circunstancias igualmente lesivas, como la corrupción, en las que por igual hay decenas de pleitos pendientes, las aristas de la parapolítica aún están por resolverse en casos tan sensibles como las interceptaciones telefónicas ilegales, en el que se encuentran implicados altos funcionarios del gobierno anterior, y sobre el que se está a la expectativa de la afirmativa de la extradición de María del Pilar Hurtado por parte de Panamá, hecho que, por lo demás, ha suscitado una pugna de gobierno entre el Presidente y el Vicepresidente de esa nación. Muy posiblemente sea 2012 el año en el que se cierre el caso para saber definitivamente quiénes son los responsables de las maniobras ilícitas.
Está claro, por su parte, que la Corte Suprema de Justicia está dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias en todos los procesos de los implicados en la parapolítica, lo que no es óbice para señalar que sería bueno adelantar un inventario de todo lo hecho y por hacer y en qué está cada proceso, para información de la opinión pública.
Del episodio, en su integridad, el Estado sale indudablemente fortalecido, en especial la Justicia, que por mas maniobras y amenazas nunca se dejó arredrar y sacó avante un caso que muchos pensaron era de menor cuantía, pero que, por el contrario, se comprobó como una de las peores épocas del país.