Las dos crisis de España | El Nuevo Siglo
/AFP
Jueves, 31 de Octubre de 2024

* Solidaridad en la catástrofe…

* Ni un paso atrás contra la corrupción

 

Dos son las catastróficas crisis que se viven en España. La primera, la luctuosa devastación sufrida en la Comunidad de Valencia a raíz de la denominada “Gota fría”, fenómeno meteorológico que, por razones naturales y producto de las burbujas del aire frío polar que se transportan en la atmósfera y chocan con corrientes cálidas, originan tormentas intempestivas de mucha mayor pluviosidad a la normal, con saldos desastrosos.

No es la primera vez que el país ibérico sufre las consecuencias de la DANA o Depresión Aislada en Niveles Altos. Ya en décadas no tan lejanas se había producido, al menos en dos ocasiones, un fenómeno de las mismas características, con saldos trágicos, tanto en víctimas mortales y heridos como en pérdidas materiales. Aunque también hay que decir que accidentes naturales de este tipo son de mayor ocurrencia en otras partes, especialmente en Estados Unidos.

No es, por tanto, un fenómeno que pueda asociarse exclusivamente con el cambio climático, como se intenta decir. De hecho, si bien la temperatura del mar y su incidencia meteorológica estaba en ese momento, en la localidad de Valencia y alrededores, por encima del registro tradicional (aunque por debajo de otros índices de mayor envergadura que allí no son infrecuentes) la riada se pudo haber alertado de una manera más rigurosa, pese a que ciertamente no con la antelación de otras manifestaciones de igual impacto. El punto, en todo caso, es que las alertas dadas no cobijaron la totalidad del territorio donde podía desenvolverse la infausta inundación. De suyo, la dramática cifra de muertos y desaparecidos aún es incierta.

Salta a la vista, pues, no solo en España, sino en otros lugares cada vez que sucede un fenómeno natural con efectos catastróficos, el uso de las nociones del cambio climático para evadir responsabilidades inmediatas y dejar en segundo plano los compromisos de los servicios estatales que así se camuflan, evitando la rendición de cuentas, los cambios de rigor y el reposicionamiento frente a las impostergables exigencias de amparo ciudadano. No es un tema fácil, por supuesto, cuando muchas veces las repercusiones de la naturaleza, no siempre benevolentes, son de muy difícil explicación desde tiempos ancestrales.

Por otra parte, la tragedia ha coincidido con la otra crisis que conmueve a España: la del gobierno actual. Lógicamente, sin dejar de lado la solidaridad y urgente ayuda a las víctimas, de hecho, como propósito nacional mancomunado, pero que no debe servir para escudar la gigantesca hendidura que también se ha abierto en el país por cuenta de los sucesivos escándalos de corrupción. Que precisamente en estos días han conmovido el espíritu de la nación ibérica, cuando las autoridades pertinentes le han dado una alta credibilidad a las denuncias que comprometen al círculo familiar de Pedro Sánchez y a otros asesores preminentes del entramado socialista.

En ese sentido, la reciente imputación de otros dos delitos a la esposa del primer mandatario no es, por supuesto, cosa de poca monta. Las conductas ilícitas de apropiación indebida e intrusión profesional, además de las ya conocidas de tráfico de influencias y corrupción en el sector privado. Para el caso, la Universidad Complutense, de naturaleza pública, sostuvo asimismo que la cónyuge no ha prestado la debida colaboración para desentrañar el asunto en que, por cuenta de las actividades de ella, se ha visto aludida y en la necesidad de responder. Lo que a su vez deja entrever que algo va río arriba, pese a que Sánchez no ha hecho más que minimizar el tema en sus diferentes facetas y desde un principio. Incluso en una ocasión haciendo la pantomima de que haría unos retiros espirituales, para meditar a profundidad sobre las corruptelas denunciadas; retiros de los cuales retornó, sin embargo, con igual dosis de cinismo que, según es común decirlo en la Península entre tirios y troyanos, suele caracterizarlo.

En esa dirección, inclusive, en la misma sesión del Congreso que debió dedicarse a la solidaridad con las víctimas del estrepitoso fenómeno natural y a recuperar la compungida alma española, la bancada socialista se concentró en la convalidación del decreto por medio del cual el gobierno adquiere completo control de la empresa encargada de la radio-televisión estatal y sus mensajes políticos polarizantes. De ese tamaño es la frescura y el talante insensible con que se procede.

Muy dolorosa la catástrofe que vive el pueblo español, para el cual va nuestra solidaridad. Por su parte, frente a la otra crisis, habrá que esperar los resultados de la pronta y debida justicia, ya de por sí bastante indicativos, mientras quiérase o no el gobierno socialista hace agua. Y a pesar de aferrarse al poder a como dé lugar.