Lo conservador y la salud | El Nuevo Siglo
Lunes, 30 de Septiembre de 2013

*La libertad de morir de hambre

*Desfalcos multimillonarios

 

Es elemental que la esencia de la doctrina conservadora se ocupe en la salud, ese es un mandato del derecho natural. Eso es casi como un pleonasmo, conservatismo y salud. Pese a ese mandato doctrinario cómo se olvidan esos principios y qué poco los defienden los nuestros… Preservar la vida de los individuos desde que nacen, crecen y  fallecen, es un compromiso por esencia conservador. Lo conservador no se plasmó en la Constitución por cuanto al ser partidario de la intervención del Estado, estaba implícito en la doctrina que se debía intervenir en favor del hombre, por su salud. Lo conservador disentía en ese aspecto de la doctrina que llevaba la libertad del hombre al extremo de dejar al arbitrio de los individuos los asuntos ligados a su salud, que en ese y otros campos estaba en contra de la intervención del Estado, dado que consideraba que cada cual debía resolver los problemas a su acomodo. Los extremistas de las ideas de Juan Jacobo Rousseau terminaron por confundir la no injerencia del Estado con la libertad. Así que los demagogos y populistas decimonónicos que tanto hablaban de libre examen, de libre albedrio, de libertad sin límites, indolentes dejaron que  las masas  se muriesen de hambre y con raras excepciones no se ocuparon en el tema de la salud del pueblo, que no se puede alimentar en exclusiva de demagogia. La salud se convirtió en un tema para almas caritativas, para los cristianos, que cuando eran opulentos en sus testamentos o en vida, contribuían a financiar las obras piadosas de las hermanitas de la caridad.

Hasta que el conservatismo, con criterio de justicia social, resuelve mediante la intervención del Estado ocuparse en la salud de la población, en la medida que los particulares sean incapaces de actuar en ese campo, en especial en el caso de las personas con menos recursos. Sería el Canciller de Hierro, Otto von Bismarck, el que impulsa en Alemania la intervención del Estado para favorecer a la población en materia de salud y por medio de un sistema de seguros. Lo mismo que en Austria los conservadores fomentaron el ahorro y favorecieron el crédito en cajas de ahorro, destinadas a prestar a los de menos recursos con bajos intereses para apoyar la pequeña empresa y el desarrollo. Esos fueron motores de progreso en Europa, de tanto éxito, que en Colombia los conservadores llevaron a cabo varios de esos postulados. Mariano Ospina Pérez fue uno de los grandes promotores de esas iniciativas. Lo mismo que Laureano Gómez quien, al mismo tiempo, se inclinó por explotar nuestra riqueza y por lo tanto crea Ecopetrol.

Se debe a Mariano Ospina Pérez,  bajo esa noble  inspiración cristiana y conservadora,  la creación del Instituto de los Seguros Sociales, para romper el esquema de la libertad mal entendida que dejaba a los individuos el tema de la salud. El ISS cumplió su misión extraordinaria y se convirtió en un ejemplo en Hispanoamérica de buen manejo de los recursos estatales y privados con criterio social. Era un modelo a seguir por la buena administración y la capacidad de atender a los pacientes en un país en el cual el Estado era relativamente pobre. Las cosas funcionaron bien hasta que demagogos y politiqueros minaron la institución. Se le obligó al ISS a invertir en bonos estatales que se depreciaron, se desviaron recursos, se descapitalizó la entidad, se presentaron malos manejos, la compra de medicamentos se convirtió en un carrusel de tortuosos malabarismos y desfalcos, ingresaron por la demagogia oficial gentes sin cotizar, para después impedir que los asalariados pudiesen afiliarse y romper así la pirámide que permitía financiar la institución. Por último, como lápida  se le impidió recibir nuevos afiliados para favorecer otras empresas.

Hasta que se propició la Ley 100 en el Congreso, como la panacea para reducir la intervención del Estado, aumentar los recursos del sector y entregar a la EPS millonarios fondos por el manejo de la salud, como poderosas intermediarias entre el Estado, los afiliados, los hospitales. Y por esa vía se desfalcó al Estado en sumas multimillonarias, los hospitales y la sociedad. Cuando no teníamos dinero el ISS funcionaba; con millonarios recursos la salud colapsa y las investigaciones para recuperar los recursos, castigar a los culpables, se marchitan en los anaqueles burocráticos.