Los retos de la gira papal | El Nuevo Siglo
Lunes, 7 de Septiembre de 2015

El flanco geopolítico de Francisco

Cuba, EE.UU. y ONU escenarios trascendentales

 

En dos semanas el Papa Francisco iniciará una de las giras más importantes de su pontificado, que lo llevará a Cuba y Estados Unidos, países que en estos momentos adelantan un histórico proceso de normalización de relaciones, que fue posible gracias a una eficaz intervención de la diplomacia vaticana. Sin embargo, pese a que el máximo jerarca mundial de la Iglesia Católica es uno de los personajes más populares tanto en la isla como entre los estadounidenses, la gira enfrenta múltiples retos que exigirán una sinigual habilidad política del Pontífice argentino, más allá de su impactante carisma.

Es claro que tanto el Gobierno cubano como la Casa Blanca, y, sobre todo, el Congreso de EE.UU., dominado por los republicanos y con fuertes reparos a la posibilidad de levantar el embargo a la isla, mientras en La Habana no se concrete una tangible apertura democrática y respeto por los derechos humanos, tratarán de aprovechar el escenario de la visita papal para hacer valer ante el Obispo de Roma, la prensa y la comunidad internacional sus respectivas posturas en las aún intrincadas tratativas para la completa normalización de unas relaciones binacionales rotas hace más de medio siglo.

Aunque algunos analistas consideran que ya el Vaticano tiene muy bajo margen de acción en este proceso político entre los gobiernos Obama y Castro, otros recalcan que las partes buscarán lo más posible de ganar el guiño de Francisco a sus respectivas tesis, por la legitimidad geopolítica que de ello se deriva, sobre todo con un Pontífice que como el actual, con sus actos y pronunciamientos tiende a poner a pensar al mundo. De allí que más allá de los efusivos recibimientos que se prevén al jerarca católico, y de la agenda doctrinal que rodee su periplo por la isla y Estados Unidos, es obvio que el telón de fondo más importante será el político y exigirá de la diplomacia vaticana escoger con milimetría quirúrgica cada una de las palabras y posturas referidas al proceso de negociación entre Washington y La Habana.

Pero si este reto geopolítico es del más alto calado para el Pontífice, no menos lo será su intervención ante el pleno de la Organización de las Naciones Unidas. En el corto tramo de su papado, si algo ha distinguido a Francisco es su inclinación por llamar, no solo al cristianismo, sino a la comunidad internacional, a la reflexión y toma de decisiones urgentes y eficaces para enfrentar las problemáticas más difíciles del mundo contemporáneo. Desde ya se vislumbra que el discurso del jerarca católico ante el máximo ente multilateral se centrará en temas muy delicados como el profundo deterioro ambiental, la emergencia global por las olas de inmigrantes ilegales en todo el planeta, la profundización de la desigualdad e inequidad social y económica en todas las latitudes, la amenaza que significa para la humanidad la mezcla de terrorismo y fanatismo religioso y la crisis de valores que hoy padece la sociedad, sin importar la fe y los cultos que se profesan.

Cada uno de estos elementos genera una polarización de opiniones y pulsos políticos, económicos, sociales e institucionales que tienen en la ONU su principal escenario. De allí la relevancia que muchos le reconocen desde ahora a lo que pueda decir el Papa en su intervención y las reacciones que la misma genere.

Visto todo lo anterior queda en evidencia que la gira papal que está por comenzar no es una más y, sin ser obviamente de menor importancia, la parte doctrinal, no es en esta ocasión la columna vertebral del periplo. Francisco se enfrenta sin duda a uno de sus mayores desafíos, a tal punto que no pocos analistas consideran que más allá de los simbolismos y reformas que han marcado su pontificado sobre lo que debe ser el quehacer de la Iglesia, sus nuevos énfasis, los mea culpas por los errores cometidos, y la apertura hacia los divorciados, conceptos de familia, y la diversidad sexual, debe ahora concretar su flanco político y qué mejor oportunidad que hacerlo en Cuba, Estados Unidos y la propia ONU.

Habrá que ver, entonces, cómo se desarrolla este esperado periplo y qué más sorpresas y reflexiones del más profundo ámbito deparará un Papa que, en su corto pontificado, parece destinado a marcar historia.