No bajar la guardia | El Nuevo Siglo
Miércoles, 18 de Agosto de 2021

* Señales alentadoras por PIB de junio

* El principal interrogante es el empleo

 

Las cifras que acaba de divulgar el DANE sobre el crecimiento de la economía durante el segundo trimestre de este año son alentadoras. Sin duda alguna, el aumento del PIB colombiano durante abril-junio en 17,6% es una señal halagüeña que confirma que la recuperación económica comienza a tomar un momentum más sólido y estructural.

Es claro que inmediatamente la actividad económica (comercio, restaurantes, transportes, etc.) pudo comenzar a descomprimirse de la larga parálisis que  impuso la pandemia, el crecimiento, como un todo, comenzó a recuperarse en casi todo el mundo. Así está sucediendo en Colombia y en otros países. En Chile, por ejemplo, el crecimiento de la economía austral durante el segundo trimestre de 2021 fue del 18,1%.  Igual viene sucediendo en Europa, donde la actividad productiva ha recuperado sus índices con mayor celeridad: Francia creció en el segundo trimestre 18,7% y España al 19,8%, para citar solo algunos casos.

En Colombia los sectores que más contribuyeron a estos guarismos de recuperación son, precisamente, los que se beneficiaron de manera inmediata con el retorno más rápido a la movilidad y a la actividad casi plena, como transporte, comercio, restaurantes y entretenimiento. A ello se suma la prendida de motores de una buena porción de las manufacturas, que habían estado prácticamente inactivas durante los duros meses anteriores de confinamiento casi total.

Pero atención: si bien con estos datos del segundo trimestre hay motivos para felicitarse y ser optimistas, no debe caerse tampoco en desbordantes entusiasmos. Hay que recordar que estamos frente a lo que se conoce como efecto “rebote”. Es decir, tras varios meses de crecimiento negativo apenas estamos acercándonos a los niveles de PIB que existían antes de que comenzara la pandemia. Niveles que, inclusive con los buenos resultados divulgados para el segundo trimestre, aún no se han recuperado completamente.

De continuarse la recuperación del PIB que se registró entre abril y junio, es de esperar que podamos alcanzar al terminar este año una tasa de crecimiento alrededor del 7% que es, precisamente, lo que ha venido pronosticando el propio Gobierno y entidades multilaterales como la Cepal, el Banco Mundial, la OCDE y el FMI. Estamos, pues, recuperando la buena ruta después de la encunetada tremenda que el confinamiento causado por la pandemia le infringió a Colombia y al resto del mundo, casi sin excepción.

Para mantener la hoja de ruta es indispensable que en este segundo semestre en curso la campaña de vacunación anticovid concluya con éxito y que, por ningún motivo, no haya que recurrir a nuevos confinamientos. También debe evitarse que oleadas de paros y de protestas vandálicas, como las que tuvimos en el primer semestre, vuelvan a empañar los buenos horizontes de recuperación que se vislumbran.

Hay, sin embargo, una preocupante señal de alerta que es indispensable analizar y fijar una estrategia para neutralizarla de forma acertada: la economía, como un todo, parece estarse recuperando a un ritmo mayor que el empleo, que continúa presentando un panorama por demás oscuro, registrando un 14,4% a junio pasado.

Tras sopesar todas las cifras reveladas esta semana por el DANE parecería que empezamos a ver síntomas de una post pandemia con más crecimiento, pero es evidente que el objetivo de una disminución más efectiva del desempleo sigue estancado. De hecho, parecen estarse dando cambios estructurales en el mercado laboral gestados durante la pandemia, los mismos que es preciso entender muy bien. En ese orden de ideas, las políticas públicas que se desplieguen en adelante deben prestar especial y prioritaria atención a la recuperación de niveles aceptables de plazas de trabajo.

De lo contrario, caeríamos en un escenario indeseable que, a su turno, sería semillero de más malestar social: una economía creciendo bien y recuperando los niveles existentes a comienzos de 2020, pero con un mercado laboral estancado e incluso por encima de los niveles de desocupación que se registraban antes de que comenzara la crisis sanitaria. Niveles que, como se recordará, eran de un solo dígito.

Así pues, consolidar el nivel de crecimiento que anuncian las cifras del segundo trimestre, pero sin que se rezague la generación de empleo, son los dos grandes desafíos para los trimestres venideros. No hay tiempo que perder ni se puede bajar la guardia en ese frente conjunto.