Oficializar reforma tributaria | El Nuevo Siglo
Lunes, 14 de Mayo de 2012

* Desgastante discusión sobre borradores

* Demora da margen al populismo económico

La tempranera polémica en torno de los alcances del proyecto de reforma tributaria es, a todas luces, gratuita, innecesaria y desgastante. Y ello porque si bien cualquier ajuste al sistema de impuestos siempre arrastra múltiples controversias, en esta ocasión ni siquiera hay un borrador consolidado de las modificaciones de forma y fondo que se pretenden aplicar al Estatuto Tributario. En otras palabras, la discusión está arrancando sin la obligatoria materia primera, que sería un proyecto consolidado o, por lo menos, oficializado en sus propuestas puntuales principales.

El propio Ministro de Hacienda aclaró la semana pasada que una versión de la iniciativa que se filtró a la prensa era apenas una de tantas -que se acercan ya a las 35- analizadas en conjunto con la DIAN, pero que en modo alguno se podía asumir como un articulado consolidado.  Aún así la polémica no se hizo esperar, en especial en lo relativo a la ampliación del IVA a más productos básicos de la canasta familiar, lo que obligó al Gobierno a salir a dar explicaciones a los medios de comunicación, replicar un alud de críticas desde muchos flancos e, incluso, reunirse con las comisiones económicas del Congreso para explicarles -algo que no deja de ser sui generis- los alcances de una iniciativa que no tiene una redacción final y, sobre todo, aprobada por el propio Presidente de la República, que, como se sabe, dado que en el pasado fue titular de la cartera de finanzas, tiene una amplia experiencia sobre el tema tributario y, además, analizará a fondo cada artículo con el fin de que ninguno de ellos se salga de lo que prometió en campaña. Desde ese punto de vista, escuchar al otro lado del mundo, China más exactamente, al Jefe de Estado opinando sobre lo que contendrá y no la reforma al sistema impositivo y terciando en polémicas tempraneras como las de la ampliación del IVA, evidencian una falencia en la estrategia de manejo gubernamental de una expectativa que tiene con los pelos de punta a más de un sector económico, social, político e institucional en el país.

Es claro que se rompió el tan necesario pacto de confidencialidad que se tenía tanto en el Ministerio de Hacienda como en la DIAN respecto a todo lo relacionado con el proyecto de reforma tributaria. Esta situación debería ser investigada a fondo, pues así como ahora se filtraron datos relacionados con un proyecto, también se podría estar fugando información más delicada y privilegiada sobre medidas y cifras económicas de mayor implicación. Este es un ámbito sobre el que las autoridades deben profundizar y en el que la legislación colombiana aún es débil.

Lo importante es aprender de los errores, sobre todo de los cometidos en materia de forma y mecánica en iniciativa legislativa, más aún precisando eso sí que en este caso la culpa no fue del ministro sino de quien filtró datos. La sana lógica aconseja que el Gobierno debería acelerar la consolidación del articulado y hacer una presentación oficial del mismo, incluso, si fuera el caso, antes de su radicación en el Congreso, que como todo parece indicar ya no será en esta agonizante legislatura sino en la que arranca el 20 de julio. Hasta entonces toda discusión sobre cambios en impuestos, tarifas, bases de contribuyentes y declarantes y otros aspectos relacionados con los cambios en la estructura impositiva, debería ser referida por el Ejecutivo al día en que, por fin, haga debut oficial el proyecto. Abrir prematuramente el debate no sólo resulta desgastante para el Gobierno y la unidad de criterio que está obligado a reflejar ante el Parlamento y el país, sino que genera un peligroso ruido y preocupación gremial, sindical y social, en donde cada cual defiende sus propios intereses y busca mecanismos de presión y lobby para verse lo menos afectado. Al mismo tiempo la demora en aterrizar la iniciativa permite un cierto margen de populismo económico de algunos sectores políticos y partidistas, visto como es que una cosa es hablar de generalidades en los micrófonos y otra muy distinta analizar técnica y objetivamente los alcances de medidas tributarias en los escaños de las comisiones económicas y las plenarias de Senado y Cámara.

Como ya es imposible enfriar la polémica anticipada que se abrió, no hay opción distinta a concretar el texto de la reforma, oficializarlo y que las discusiones se den sobre hechos ciertos y tangibles, y no sobre propuestas en borrador.