OMS bajo la lupa | El Nuevo Siglo
Jueves, 16 de Abril de 2020
  • ¿Qué pasó con las alertas tempranas?
  • No hay que rehuir el escrutinio público

Si bien es cierto que el mundo ha sufrido a lo largo de su historia varias pandemias, no menos lo es que frente a la actual del Covid-19 es necesario poner bajo la lupa el rol que ha jugado en medio de esta emergencia la Organización Mundial de la Salud (OMS). Además de ser el ente rector a nivel global en materia sanitaria, se suponía que tras algunos brotes epidémicos de las últimas dos décadas, como el SARS o el ébola, se tenían listos y activados una serie de mecanismos de alerta temprana para evitar que a la humanidad, en la época de máximo desarrollo tecnológico, la pudiera sorprender gravemente una enfermedad viral. Todo ello quedó atrás. 

Visto lo que ha ocurrido desde diciembre, cuando se detectó el primer caso de este coronavirus en China, es claro que el papel de la OMS ha sido, como mínimo, polémico y deben señalarse responsabilidades de forma abierta y objetiva. Incluso por la misma Organización.  Análisis que más que señalar culpables, deben llevar a que se apliquen en forma rápida y drástica los correctivos del caso ahora que el Covid-19 parece empezar a declinar lentamente su ola mortal en Europa y tiene al continente americano como su nuevo foco.

Precisamente por esta última circunstancia es que no se pueden considerar fuera de lugar las duras críticas que ha venido lanzando contra la OMS el gobierno de Estados Unidos, el país que hoy tiene no solo el más alto número de contagiados sino la mayor cantidad de fallecimientos por la pandemia. En ese orden de ideas que el presidente Donald Trump haya decidido la suspensión del financiamiento norteamericano a la Organización no debe reducirse únicamente al impacto económico que ello tendrá en los presupuestos y funcionamiento de la agencia global (de hecho ayer otros gobiernos se mostraron dispuestos a incrementar sus aportes), sino que tiene que ir más allá.  En todo caso, la Casa Blanca debería dedicar esos 450 millones de dólares a colaborar con otros países. Pero, como se dijo, lo prioritario no es esa circunstancia. La denuncia del titular de la Casa Blanca es muy grave y no puede quedar sin resolver: ¿La OMS encubrió la gravedad del brote de Covid-19 en China y ello llevó a que el resto del mundo no entendiera a tiempo la gravedad de la enfermedad viral y la cantidad de vidas que podría cobrar en todo el planeta?

Ese es el interrogante que debe despejarse de forma urgente y enfática. De hecho, desde que China se vio en la obligación de advertir que el brote de este coronavirus en la provincia de Huabei iba rumbo a transformarse en un problema sanitario muy serio, muchos gobiernos urgieron a la OMS que movilizara de inmediato expertos a la potencia asiática para comprobar sobre el terreno la gravedad de la, entonces, epidemia y certificar, de paso, que la información que estaba proporcionando esa nación era verídica.

La OMS dijo que había enviado expertos y trabajado con las autoridades chinas, pero tardó tres semanas en declarar el peligro de la pandemia, cuando ya desde distintas latitudes se alertaba que se estaba subdimensionando el Covid-19. Incluso ahora vino a conocerse que Taiwán fue el primer gobierno en advertir a la OMS que las autoridades chinas no estaban informando la real peligrosidad de la situación. Paradójicamente, los taiwaneses sí entendieron el riesgo que el coronavirus representaba y tomaron medidas sanitarias urgentes, siendo hoy el territorio más exitoso en la contención de la enfermedad viral, con apenas cinco decesos y una bajísima tasa de contagios.

Pero no fueron los únicos campanazos que se escucharon. Cuando el Covid-19 empezó a detectarse en Europa, varios gobiernos del viejo continente urgieron de la OMS mayor claridad sobre la amenaza sanitaria y si era necesario comenzar a cerrar fronteras y otras medidas más drásticas de aislamiento social. Sin embargo, las respuestas demoraron, dejando en evidencia que la rectora mundial parecería siempre haber estado un paso atrás de la pandemia. Su capacidad de liderazgo, de poder de convocatoria y, sobre todo, de legitimidad como autoridad sanitaria mundial está hoy en duda. Resulta evidente que si la experticia científica, operativa e incluso política de la rectora mundial hubiera sido más activa, el mundo no habría sufrido un golpe tan duro como el que está viviendo. La OMS, es evidente, ha fallado en su principal objetivo: el de la prevención y la alerta temprana para que todos los países tuvieran un tiempo mínimo de preparación y una hoja de ruta para hacer frente a la que, sin duda, es la crisis sanitaria más grave de las últimas décadas.

Inclusive resulta increíble que la misma ONU hubiera citado una reunión tardía ante semejante catástrofe. Es necesario recomponer el multilateralismo y salvarlo de la burocracia que se ha evidenciado como la más grave enemiga de la acción drástica, inteligente y efectiva que se necesitaba ante una amenaza tan grave.