Ordenar la casa | El Nuevo Siglo
Miércoles, 3 de Septiembre de 2014

Venas abiertas de la economía

El sueño de la primera dama

 

Los políticos y economistas a cargo de las finanzas públicas se mueven en diversas direcciones e intereses contrapuestos, pese a tener los mismos deseos de sacar avante los postulados oficiales. En tiempos de elecciones los congresistas adictos al Gobierno se desgañitan solicitando que se cumpla con las obras regionales y los cupos indicativos, mediante los cuales se ejecutan las obras en su zona de influencia. Sistema que se implementó para superar las cuotas de los auxilios parlamentarios, que se habían convertido en una trampa para desviar los recursos a sus cuentas en fundaciones creadas para desfalcar al Estado e incumplirles a sus electores en materia de ayuda social. Por lo cual se derivó en lo de los cupos indicativos que para que funcionen correctamente requieren de una comunidad organizada que supervigile las obras y denuncie las triquiñuelas e incumplimientos de los contratistas.

El exministro de Hacienda, Juan Carlos Echeverry,  en su momento, habló de repartir la mermelada para untarla en la tostada con la reforma de las regalías, para  comprometer a los actores con el impulso a las obras oficiales prioritarias en las regiones. Ese término se invirtió y los enemigos políticos del Gobierno ripostaron que los congresistas adictos al oficialismo estaban untados de mermelada. Se trató  de un juego de palabras ocasional que de momento hizo carrera. El asunto es mucho más serio en un país en el cual las regalías se convirtieron en las venas abiertas de la economía nacional, basta recordar que La Guajira y Casanare malgastaron varios billones de pesos de las regalías y se quejan de que el Estado nos les cumple.  Así que el problema no es la mermelada, no son los recursos estatales, sino cómo se emplean. Lo que se torna más preocupante cuando se constata que el precio del crudo está a la baja en el mercado internacional y que, como lo ha repetido El Nuevo Siglo hasta el cansancio, el esfuerzo del Gobierno de los Estados Unidos por volverse autosuficientes en matera energética afecta, necesariamente, las exportaciones colombianas. Así como la lenta recuperación de la economía mundial indica que habrá menos demanda de petróleo, lo que incide en los precios. Si bien, puede ocurrir que por el conflicto armado en el Medio Oriente,  se produzca una intempestiva alza. Lo anterior advierte que para conjurar las huelgas, los paros y las marchas, el tema de ofrecer subsidios y ayudas de todo  tipo para disuadir a los que protestan, por sustracción de materia va quedando atrás. Puesto que los hidrocarburos son los grandes motores de las exportaciones y los ingresos de divisas, sin contar los  de dineros ilícitos. 

Quizá anticipándose a esas afugias el Gobierno en el cuatrienio pasado hizo dos reformas impositivas. Y vamos para otra, dado que debe tener en cuenta que estamos en un proceso de paz y que se habla del posconflicto. Por supuesto, que si no se hubiesen despilfarrado las regalías petroleras y les hubiésemos dado un trato similar de inversión para el desarrollo como lo hace Dinamarca,  la situación  sería muy distinta. Así en algunas regiones la inversión por cuenta de los recursos oficiales sea positiva en materia de infraestructura y beneficio social. Más, cuando por cuenta de la violencia y el desplazamiento forzado, el Gobierno tiene gastos inmensos para cubrir a las víctimas. La política social tiene un costo, no es posible sacar a dos millones de seres de la pobreza sin inversión social. No es factible el sueño de la primera dama María Clemencia de Santos y la Fundación Éxito, de mejorar la calidad de vida de millones de lactantes indefensos destinados injustamente a la enfermedad, sin recursos del sector privado y público. Si se les suministran los alimentos que necesitan y se atienden sus necesidades básicas, se provoca en el país un silencioso y eficaz impulso al bienestar con justicia sin precedentes. Y para lograr tales avances sociales y de integración pacífica de los alzados en armas se requiere de sumas cuantiosas y de administradores capaces e impolutos.

Por sobre todas las cosas es preciso poner la casa en orden. José Ortega y Gasset sostenía que el político que llega al poder con intenciones de convertirse en estadista se  consagrar a poner la casa en orden. Lo que no es nada fácil en un medio en el cual se cierran instituciones estatales y se crean otras nuevas, de manera intermitente y no siempre con la debida justificación. Y para poner la casa en orden es preciso en algunos casos la austeridad, que es algo que ha entendido el ministro Mauricio Cárdenas, quien  se esfuerza por rebajar la deuda externa, más tomando en cuenta los nubarrones en la economía.  Y tiene razón en cuanto bajar la tasa de interés y no encarecer el dinero, para favorecer el crecimiento.