“Overkill”, violencia extrema contra mujeres | El Nuevo Siglo
Martes, 5 de Agosto de 2014

Muy preocupantes las conclusiones del informe dominical sobre violencia contra la mujer que publicó este diario, sobre todo lo relativo a los asesinatos que se encasillan en la categoría de “overkill”, es decir aquellos homicidios en donde el atacante tiene la intención no solo de arrebatar una vida sino de causar el mayor daño posible a la víctima, produciéndole múltiples y graves heridas, actuando con total sevicia. Lamentablemente este tipo de casos se han vuelto cada vez más comunes en nuestro entorno, como aquellos crímenes en donde las mujeres sufren múltiples heridas con armas blancas, de fuego o contundentes, o son rociadas con ácido y otras sustancias químicas.

En las investigaciones sobre esta clase de asesinatos de mujeres con extrema violencia se ha detectado que los episodios de celos o de maltrato a lo largo del tiempo son móviles recurrentes. Incluso se ha llegado a categorizar estos asesinatos en clasificaciones como “femicidio íntimo” y “no íntimo”. El primero se refiere a cuando el victimario es el compañero sentimental, expareja, un amigo, familiar y compañero de apartamento, entre otros casos, de la fallecida. Y el segundo cuando se trata de un atacante desconocido, conocido sin trato, compañero de trabajo, cliente, profesor, compañero de estudio o arrendatario.

Estas investigaciones sobre las circunstancias que rodean los homicidios de mujeres son muy importantes, no para asuntos de mera estadística sino para identificar los móviles criminales que se repiten una y otra vez, y con base en esas informaciones empezar a generar políticas de detección temprana de esos elementos así como de las características de los agresores, de forma tal que las autoridades puedan intervenir precautelativamente para proteger a las eventuales víctimas. Por ejemplo, se podrían identificar las regiones en donde se presentan más casos de homicidios con extrema violencia contra las mujeres y emprender allí campañas más focalizadas de asesoría a los núcleos familiares o crear modelos de seguimiento que permitan detectar sintomatologías de esta clase de crímenes e intervenir a tiempo y no cuando la tragedia sobreviene.