* Urge no dejar acomodar a la dictadura venezolana
* Crece riesgo de captura sobre Machado y González
Tras más de un mes de las elecciones presidenciales en Venezuela resulta claro, que la dictadura encabezada por Nicolás Maduro no está dispuesta a aceptar su derrota en esa cita en las urnas y menos aún procederá a reconocer que el ganador y mandatario electo es el aspirante de la oposición, Edmundo González.
Por el contrario, las más recientes movidas del régimen chavista sugieren que está buscando desesperadamente ‘enconcharse’ lo más posible para aferrarse al poder. Los cambios ministeriales y en otros altos cargos, las decisiones de la última semana de los cuestionados Tribunal Superior de Justicia y el Consejo Nacional Electoral, así como la ofensiva de la Fiscalía contra González y María Corina Machado, que podrían incluso terminar con su apresamiento en cuestión de pocos días, dan a entender que la satrapía no piensa dar un paso al costado y someterse al dictamen democrático que el 28 de julio determinó que debería salir del Palacio Miraflores a partir de enero de 2025.
Esa actitud del ‘todo o nada’ a la que está acudiendo la tiranía chavista se evidencia también en que a Maduro y compañía no les interesa en lo más mínimo la condena cerrada de la comunidad internacional. Los pronunciamientos de la ONU, la OEA, la Unión Europea, Estados Unidos y la mayoría de los gobiernos latinoamericanos desconociendo la proclamación del fraudulento triunfo electoral del régimen, han sido respondidos con lenguaje tan altisonante como desafiante por parte del Palacio de Miraflores. Los llamados de los gobiernos de Colombia y Brasil a que se presenten las actas de votación o incluso a que se repitan los comicios presidenciales no han tenido el menor eco en el Palacio de Miraflores. Tampoco parece importar allí que hasta el saliente mandatario mexicano le marca cada vez más distancias a la cúpula chavista. Ni siquiera se muestra temor o precaución ante el riesgo de una orden de captura de la Corte Penal Internacional…
La apuesta pareciera ser clara: el ‘enconchamiento’ absoluto así ello implique aislarse de casi todo el mundo o ser considerado un régimen parió al que, incluso, varios de sus pocos y más inmediatos aliados les queda imposible mostrarle algún tipo de cercanía o empatía. ¿Qué busca la dictadura con esta estrategia? Al decir de algunos analistas la intención no es otra que ganar tiempo bajo la tesis de que cada día que pase sin tener que reconocer su derrota en las urnas es un día que se gana para seguir anulando violenta, política y jurídicamente a la oposición. Vencer por cansancio, resignación o terror a la dirigencia de la Mesa de Unidad Democrática y a los millones de venezolanos que siguen saliendo a las calles a urgir que se reverse el fraude y se abra paso a la transición democrática en cabeza de González.
Visto todo lo anterior, la única forma en que el gobierno autoritario acepte dejar el poder es que la presión política y económica de la comunidad internacional se redoble. Urge que Estados Unidos reinstale y agrave las sanciones a las exportaciones petroleras venezolanas, sobre todo ante la evidencia de que esos recursos se están utilizando para financiar el aparato represor chavista que en el último mes capturó a más de dos mil personas y ha desaparecido a decenas. La CPI, igualmente, no puede continuar siendo un tribunal trasnacional con postura de mero espectador de esta grave crisis de violación de derechos humanos y delitos de lesa humanidad. Hay que actuar ya y con medidas de fondo y drásticas que eviten que la dictadura se siga ‘enconchando’ e incluso acomodando, en espera de que la presión baje con el pasar de las semanas o los meses.
No se descarta, incluso, que Maduro y sus cómplices instiguen la captura de Machado y González como una ‘fórmula’, torcida obviamente, para ‘negociar’ con la comunidad internacional, no su salida del poder, sino la puesta en libertad de los líderes de oposición y el resto de los presos políticos, la disminución de la represión violenta y la vulneración sistemática de los derechos humanos. En otras palabras, buscaría pactar un cese del régimen del terror más que un regreso a la democracia.
No es una ‘fórmula’ nueva. Por el contrario, hace parte de lo que los expertos han llamado como el ‘manual del dictador’. La comunidad internacional no puede caer en esta trampa. Llegó la hora de tomar decisiones de fondo, no para aislar la satrapía, ya que esto hace parte de su estrategia de ‘enconchamiento’, sino para forzarla a salir del poder de una vez por todas. Seguir presenciando de forma pasiva el baño de sangre que Maduro quiere propiciar en Venezuela con tal de no aceptar su derrota, es un imposible político y humanitario.