Reingeniería en Banco Mundial | El Nuevo Siglo
Domingo, 8 de Abril de 2012

* El nuevo sistema financiero global

* Más allá de la débil opción de Ocampo

EL  próximo martes el exministro colombiano José Antonio Ocampo hablará ante el Consejo de Administración del Banco Mundial (BM), en el marco de la elección del nuevo presidente de la entidad multilateral, cargo para el que el experto hacendista de nuestro país compite con el candidato estadounidense Jim Yong-kim y la nigeriana Ngozi Okonjo-Iweala.

La mayoría de las previsiones indican que el elegido será el aspirante norteamericano, puesto que el Banco Mundial siempre, desde su arranque en la década de los cuarenta del siglo pasado, ha tenido a un estadounidense al frente, producto de un acuerdo no escrito pero aplicado a rajatabla con los países europeos, que, a su vez, conservan para uno de los suyos la jefatura del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Sin embargo, tanto la candidatura de Ocampo como la de Okonjo-Iweala han generado un debate muy significativo en nivel mundial, pues sus aspiraciones no sólo evidencian que es inaplazable que las dos principales entidades financieras multilaterales del planeta hagan una apertura a nuevos liderazgos y visiones, sino que ponen sobre el tablero el pulso cada vez más abierto y directo entre las potencias económicas tradicionales y el llamado grupo de “las emergentes”, es decir, aquellos países que en las últimas dos décadas se han consolidado por su dinamismo productivo, solidez comercial, estabilidad macro y capacidad exportadora. No en vano tanto el candidato colombiano como la nigeriana han insistido en la urgencia de que el BM y el FMI se enfoquen no sólo en mantener a flote las economías más potentes, sino en ser el verdadero motor financiero para que los países en desarrollo puedan seguir consolidándose y, por esa vía, la lucha contra las causas estructurales de la pobreza y la exclusión social de centenares de millones de personas en todo el globo, avance de forma más rápida, sobre todo en el cumplimiento de indicadores como el de los Objetivos del Milenio.

Si alguna enseñanza han dejando las crisis financieras y económicas de la última década en Estados Unidos y Europa, que incluso llegaron al extremo de la recesión técnica y la cesación de pagos, es que las entidades financieras multilaterales fueron muy laxas para meter en cintura a las principales potencias económicas y cuando en éstas empezaron a explotar las burbujas especulativas en distintos sectores, de inmediato, por el efecto dominó producto de la globalización, la crisis se fue contagiando y extendiendo a escala mundial.

Hoy es claro que no se llegó al catastrófico escenario de una recesión global porque los países con economías emergentes sirvieron como una barrera de contención que no sólo evitó que sus principales indicadores fueran arrasados, sino que impidieron que la crisis se extendiera fatalmente a las naciones más pobres y con economías endebles.

Aunque sin duda para Colombia constituye motivo de orgullo que uno de los suyos haya sido candidatizado por un importante grupo de países para dirigir el BM, como también llena de orgullo que muchos analistas internacionales consideren a Ocampo como el más capacitado de los tres aspirantes para tomar las riendas de la entidad multilateral en medio de una difícil coyuntura, lo cierto es que más allá de sus pocas posibilidades de ser elegido para el cargo, lo importante es que el debate sobre las responsabilidades en el manejo de la economía mundial se abrió aún más. Incluso, no son pocos los observadores que consideran que la escogencia el año pasado de la francesa Christine Lagarde en el FMI y la muy probable ahora de Yong-kim en el BM, serán posiblemente las últimas elecciones en donde funcione plenamente el pacto no escrito entre Washington y las naciones del viejo continente para no soltar los trascendentales cargos.

Es obvio que urge un nuevo sistema financiero global. La arquitectura vigente desde mediados del siglo pasado hizo agua y su viabilidad cada día es menor. Ese es un diagnóstico aceptado ya por todos pero el comienzo del cambio debe arrancar por las entidades que hacen las veces de “ministros de Hacienda” del planeta.