Reto en la frontera | El Nuevo Siglo
Domingo, 27 de Mayo de 2012

*Expectativa por militarización venezolana

**Los resultados de la nueva era bilateral

 

La decisión del gobierno venezolano de reforzar su frontera con más de 3.000 hombres con el fin de detectar si un grupo de guerrilleros de las Farc, que el lunes pasado asesinó a 12 militares colombianos en zona rural de Maicao, en La Guajira, ingresó a su territorio huyendo de la persecución de las tropas de nuestro país, es, a todas luces, positiva. No hay que olvidar que la última vez que Caracas ordenó movilizar batallones a la línea divisoria con Colombia fue en medio de la tensión regional que se generó por el operativo que permitió a nuestras Fuerzas Militares abatir al cabecilla subversivo Raúl Reyes en la franja fronteriza con Ecuador.

Como es apenas obvio, hay algunos sectores que ponen en duda los anuncios del presidente Hugo Chávez en torno de que no permitirá que guerrilleros colombianos se refugien en territorio venezolano. También vuelven a circular las hipótesis tantas veces reiteradas acerca de que los principales cabecillas de las Farc están escondidos en ese país, incluso con el conocimiento del Palacio de Miraflores.

Sin embargo, es claro que desde agosto de 2010 hay una nueva era en las relaciones entre Bogotá y Caracas, y que en desarrollo de la misma tanto Chávez como el presidente Juan Manuel Santos, así como sus respectivos cancilleres y las cúpulas de la Fuerza Pública a lado y lado de la frontera, han puesto sobre el tapete las preocupaciones que cada parte tiene respecto a la seguridad en la línea divisoria, la presencia allí de grupos al margen de la ley y acordado mecanismos de coordinación y cooperación para ponerle fin a este factor de violencia que afecta por igual a los habitantes de los departamentos colombianos como de los Estados venezolanos en esta zona.

Esa nueva era ha dado resultados concretos en la medida que las autoridades del vecino país han capturado y deportado a Colombia a los guerrilleros, narcotraficantes y cabecillas paramilitares. La Casa de Nariño también ha respondido a requerimientos de Caracas, como la extradición del señalado capo Walid Makled.

Por igual en otros aspectos políticos, económicos, comerciales y sociales se han producido hechos concretos que evidencian que la nueva etapa en las relaciones bilaterales va más allá de las fotos y los abrazos protocolarios. Claro, no han faltado los problemas y las prevenciones de lado y lado. Si bien esto es normal en el intercambio entre dos países vecinos, es obvio que en el caso de Venezuela y Colombia tienen un impacto mayor dados los graves picos de tensión que se presentaron en tiempos del gobierno Uribe por las manifestaciones de Chávez a favor de las Farc.

La pregunta, entonces, es una sola: ¿es sincera la decisión de Caracas de militarizar su frontera para detectar y perseguir a los guerrilleros que asesinaron el lunes pasado a los 12 militares colombianos? Ese es un interrogante que sólo se responderá con base en los resultados de la operación rastrillo que el Ministro de Defensa del vecino país anunció  en toda la zona norte de la frontera.

No obstante hay un clima de confianza que poco a poco se ha ido reconstruyendo y si bien es cierto que todavía persisten las prevenciones y cautelas a lado y lado, la única vía práctica para acabar con la presencia de la guerrilla en la línea divisoria entre ambas naciones es profundizar la colaboración y coordinación militar y policial. Y si hay lugar a denuncias por alguna anomalía o irregularidad, ésta debe hacerse de manera frontal, al más alto nivel y, sobre todo, con las pruebas a la mano. En este campo es clave que poco a poco la llamada ‘diplomacia del micrófono’ ha ido desapareciendo y los pronunciamientos de los presidentes, cancilleres, ministros y otros altos funcionarios se atemperaron.

Por ahora lo mejor es mantener la expectativa frente a lo que pueda pasar con el envío de 3.000 militares venezolanos a la zona norte de la frontera en busca de los guerrilleros que asesinaron a los 12 militares, y aprovechar esa nueva fase de cooperación binacional para que en una próxima ocasión las alertas de las autoridades colombianas a Caracas sobre el paso de guerrilleros a su territorio lleven a una reacción más inmediata y efectiva del otro lado, que permita repelerlos y evitar su ingreso.