Reverdece la derecha | El Nuevo Siglo
Domingo, 31 de Agosto de 2014

*Se crece Lacalle

*La ley del péndulo en Uruguay

 

Tras un largo bache de la historia en el cual la izquierda en Uruguay, con el presidente Mujica, se ha mantenido en el poder y hasta no hace mucho tiempo se creía que uno de los suyos lo sucedería, parece dar muestras de atonía, por lo que se dice que la derecha reverdece con la candidatura de Luis Lacalle Pou, cuyo padre y abuelo fueron presidentes de corte conservador en esa nación. Esto indicaría que ese país que ha sido considerado por politólogos y expertos como el más democrático de la región, una especie de Suiza, donde la moderación prevalece en política por largos años, pero que entró en el túnel de la involución política cuando antiguos subversivos llegaron por las urnas al poder, recobra su centro de gravedad y entra a cumplir con la vieja ley del péndulo democrático, que conduce a que de manera espontánea las masas desilusionadas con un gobierno que se convierte en promotor de los cultivos de marihuana y que no ha resuelto los problemas de fondo de las clases populares, esté a punto de ser castigado en las urnas.

La prensa de Uruguay y de Argentina están pletóricas de comentarios y análisis en los cuales registran que crece a diario la favorabilidad de Luis Lacalle Pou, un político de 41 años, cuyo padre del mismo nombre es uno de los gobernantes conservadores de más prestigio en ese país, en especial por su conocimiento de la población y sus ejecutorias, como uno de los gobernantes más respetuosos de la democracia, el cual  se distingue por su talento para solucionar los conflictos políticos. En el  Partido Nacional de centro-derecha, al que pertenece su estirpe, Lacalle ha sabido dar un fuerte impulso a su campaña con el fervor de tipo juvenil y la experiencia que lo destaca entre los legisladores de su país. Esa combinación entre la vitalidad juvenil y la experiencia política, como la fidelidad a los principios conservadores de su padre y de su bisabuelo Luis Alberto de Herrera, fundador del Partido Nacional y, también, presidente de Uruguay, le imprimen carácter y lo hacen más atractivo entre un electorado que se caracteriza por su madurez mental en el momento de elegir por quien votar. Pareciera que los uruguayos están defraudados y hartos con el gobierno de Mujica, un político no codicioso que  se convirtió en una leyenda por los años que padeció como prisionero político por pertenecer a uno de los movimientos subversivos más temibles de su país, por el cual en su momento votó copiosamente la izquierda. Mujica en el poder mantuvo la austeridad que caracteriza su vida y de su sueldo como Presidente apenas guarda una pequeña suma para sí, donando el resto para causas sociales. Sin que esos gestos sirvan para disculpar el mal gobierno. Es evidente que los problemas del país se han agravado y la insatisfacción de la población se torna contagiosa. Lacalle es un prestigioso abogado, se le reconoce como orador recursivo, que ha brillado en numerosas ocasiones en el Congreso donde cumple como legislador 14 años y ha sido presidente de la Cámara.

En un país en donde los jóvenes quieren mejorar sus condiciones de vida y los niveles educativos son de los mejores de Hispanoamérica, Lacalle emerge como el campeón natural del cambio. Los uruguayos sienten que con el interregno de Mujica se estancó el país. Por lo que vuelven los ojos a la derecha donde encuentran a un político que conoce a fondo los asuntos de Estado y que lleva en la sangre la vocación de servicio. La fatiga de la población con las promesas incumplidas de la izquierda, y la posibilidad de otra frustración con un gobierno de corte populista, han facilitado el ascenso popular del político nacionalista, que venció sorpresivamente a un candidato que parecía tener asegurada su candidatura por el Partido Nacional, como Jorge Larrañaga; a partir de ese triunfo ha seguido creciendo en la opinión del pueblo, lo que se advierte en los sondeos y encuestas que lo muestran invariablemente en expansión y crecimiento. No se trata en exclusiva de un fenómeno partidista, parece que juega a su favor el deseo de la población de darle un vuelco a la política y salir del marasmo y la morosidad del estilo campechano del actual gobernante.

Los expertos y politólogos resaltan que el candidato tiene sobre sus contendores una notable capacidad para simplificar los asuntos más complejos y comunicarse con el público, ha sabido construir una inmensa red de apoyo. Mientras sus contendores del Frente Amplio tienen un latoso programa de gobierno de 120 páginas y los del Partido Colorado de 200, el candidato de la centro-derecha juega un uno de 17 páginas. Sus seguidores intuyen que van a llegar al poder y que Lacalle dejará una honda huella en la historia del país.