Sismo europeo | El Nuevo Siglo
Martes, 27 de Enero de 2015

*El triunfo de Syriza en Grecia

*Ojos sobre Marine Le Pen y Pablo Iglesias

Los  resultados en Grecia, donde ganó Syriza, una agrupación de izquierda radical, son la consecuencia de la crisis económica que venía de 2008. Se dieron luego de los préstamos europeos para flotantizar el país, pero ellos han sido causa de la desesperación del pueblo griego, fruto del ajuste social que ha significado el tema para asegurar las devoluciones. Es, finalmente, la repercusión de solo visualizar los países por la vía de la economía, sin tener en cuenta el impacto político y social.

Grecia, por supuesto, ha sufrido con ello de todo. El desempleo galopante, la pérdida en las pensiones, la imposibilidad de adquirir liquidez, la emigración continua y circunstancias obvias, como el incremento del déficit fiscal, elementos propios de la exigida austeridad, a cambio de los créditos que suman 240 mil millones de euros. Nadie dudaría, por descontado, que los dineros prestados son para pagarlos, pero igualmente es claro que no se puede torcer el pescuezo de un país por cuenta de los dictámenes de las comisiones especiales y la banca europea. A no dudarlo,  tendrá que asistirse a una flexibilización, so pena de que efectivamente el nuevo gobierno de Alexis Tsipras lleve a cabo la amenaza electoral de que Grecia se saldrá de la Unión Europea. Ella, solo una de las manifestaciones de la revuelta política griega, que, entre otras cosas, también tiene componentes tan extraños como el resurgimiento del nazismo, que ocupa una porción considerable de curules, después del Partido Conservador, que acaba de ser derrotado pese a los esfuerzos del primer ministro Andonis Samarás.

La primera incertidumbre, pues, es lo que ocurrirá en el país, fruto de un gobierno que ha prometido revolucionarlo todo y llevar  gente joven, por completo desentendida y ajena a algún tipo de devenir nacional anterior y liderada, precisamente, por Tsipras, un primer ministro de 40 años.

De otro lado, están las consecuencias que se puedan presentar en el resto de Europa, sabido de antemano la expectativa que existía por Syriza en países como España e Italia. En la actualidad, por ejemplo, “Podemos”, una organización española parecida a la griega, tiene también posibilidades de ganar. De hecho “Podemos” aparece hoy primera en las encuestas, por encima del Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español. Nadie sabe muy bien qué hacer ni cómo actuar frente a Pablo Iglesias, el joven líder que comanda el nuevo partido, y cuyo procedimiento es denunciar el estancamiento y la corrupción en toda oportunidad mediática y en las redes sociales. Declarado amigo del chavismo, Iglesias ha propuesto un deslinde total de los partidos políticos que han venido actuando desde el término de la dictadura, en 1975, y sus promesas, por lo general populistas, han calado en la juventud. Algo, sin embargo, se ha recuperado España gracias a las políticas económicas ortodoxas de Mariano Rajoy, pero los continuos escándalos de los partidos han copado las primeras planas sobre cualquier otra circunstancia. Y en ello, Iglesias ha llevado las de ganar, pese, como se dijo, a que el desempleo comienza a ceder, el crecimiento económico se avizora mejor y la crisis de 2008 tiende a morigerarse. Al parecer, no obstante, la división en las izquierdas españolas, con la irrupción de Iglesias, llevaría a estas agrupaciones a un problema en donde el Partido Popular podría mantenerse. El caso, sin embargo, es que “Podemos” mantiene su liderazgo en todos los sondeos, lo que, como en Grecia, genera una gran dosis de incertidumbre.

Pero la política europea no sólo se está moviendo por el lado de la izquierda, sino de la extrema derecha. En efecto, en Francia si bien  François Hollande ha recuperado algún terreno después de los atentados a Charlie Hebdo, Marine Le Pen viene avanzando considerablemente, hasta encabezar algunos sondeos, mientras Nicolás Sarkozy, de la centro-derecha, deberá esperar a que amainen las aguas luego de los atentados de Al Qaeda.

El triunfo de Syriza en Grecia es, sin duda, el primer campanazo. Pese a que las potencias y los líderes europeos pusieron toda la presión para que ello no ocurriera, el hecho es que de algún modo han salido derrotados en uno de los países periféricos de Europa. El escenario político, con el desconcierto que paralelamente ha producido el terrorismo y los consecutivos amagos de islamofobia, se presenta tan móvil e incierto que triunfos tan disimiles como los de Le Pen e Iglesias ya no son descartables, como lo pudieron ser en su momento. Lo que indica, a todas luces, que el rigor de las políticas monetaristas, generalmente previstas para el mediano y largo plazos, no siempre es el más aconsejable en el corto.