Unidad, imperativo bogotano | El Nuevo Siglo
Jueves, 23 de Abril de 2020
  • Las relaciones Nación-Distrito Capital
  • Consejería Presidencial para la ciudad

 

Cierto es que las circunstancias de Bogotá, a raíz de la crisis que vive por la pandemia, son en parte diferentes al resto del país. Según puede desprenderse de lo que reportan las autoridades distritales, hay en la Capital un 42 por ciento de los contagios nacionales, con una leve mayoría entre las mujeres y una afectación más determinante en el rango etario de 20 a 40 años. Las vulnerabilidades por barrios y cuadras, en la ciudad, dependen igualmente del nivel de interacción entre las diferentes edades al interior de las residencias y las consultas por enfermedades precedentes, acorde con un mapa oficial.

Asimismo, alrededor del 34 por ciento de los fallecimientos en el territorio colombiano se han registrado en el Distrito, en una alta proporción de 70 años en adelante y en otros casos por contagios dentro del personal médico o de reclusos trasladados a la Capital. Aunque la mayoría de decesos no tiene reporte de comorbilidades, las afectaciones más persistentes, al igual que en el resto de la nación, tienen que ver con la hipertensión arterial y patologías cardiovasculares graves, diabetes y obesidad. Le siguen, en otro rango, el hipotiroidismo y enfermedades renales y pulmonares.

Por su parte, las localidades bogotanas de más presencia del virus tienen relación directa con varias de las de mayor población: Suba, Engativá, Kennedy y Usaquén; luego siguen las zonas de Teusaquillo, Chapinero y Fontibón; y más atrás vienen las otras de menor impacto. Por el momento, las unidades de cuidado intensivo tienen un copamiento del 26 por ciento. La curva epidemiológica distrital se ha achatado frente a las previsiones iniciales, pero la Secretaría de Salud mantiene distintos escenarios hacia el futuro. El nexo de la epidemia se perdió hace unas semanas, cuando en principio se pudo haber focalizado la estrategia sobre los casos provenientes del exterior, de modo que hoy muchos de los contagios obedecen a contactos internos. 

En ese escenario, el tema que se ha puesto sobre el tapete en las últimas horas radica en cómo encontrar un balance adecuado entre salud pública y reactivación social, es decir, hasta cuándo debe llegar y en qué dimensión debe mantenerse la cuarentena actual. Por lo pronto, el gobierno del presidente Iván Duque alista exenciones adicionales al aislamiento obligatorio y así lo reiteró ayer en su alocución televisada diaria, con un resumen de los protocolos que al respecto prepara su administración.

Frente a Bogotá sería ideal, para el caso, que pudiera establecerse en la Casa de Nariño una consejería presidencial que pudiera actuar de enlace constante con un funcionario de similar importancia en la Alcaldía Distrital. No solo se trataría, pues, de hacer una evaluación permanente y conjunta de lo que ocurre ante la pandemia, que como se dijo tiene una de sus incidencias principales en la ciudad, sino que igualmente, para mantener una relación fluida entre el gobierno nacional y el capitalino, podría dársele piso institucional a ese mecanismo con el fin de intercambiar información constante y evitar cortos circuitos con los procedimientos que se vayan a adoptar. El instrumento ayudaría, asimismo, para que en las reuniones periódicas entre el Primer Mandatario y la Alcaldesa la agenda sea práctica, pronta y eficaz, alejada de los reflectores y los trinos.

Esto, desde luego, porque si bien la prevalencia constitucional para manejar la crisis de salud en todo el territorio nacional está claramente establecida en cabeza del Jefe de Estado, es aconsejable utilizar todos los mecanismos de concertación a la mano con las autoridades locales. En la situación de Bogotá todavía con mayor razón puesto que, como se ha venido explicando, existe una afectación epidemiológica que llega casi a la de la mitad del país. Todo ello, por demás, dentro de los criterios dichos por el Primer Mandatario de enfrentar el más grave reto de las décadas recientes entre todos y con propósitos comunes en los que, desde luego, la prioridad es salvar vidas y con suma cautela revisar los sectores que puedan retornar al trabajo y si ello es posible.

No hay que olvidar tampoco que por las cláusulas del Estatuto Orgánico de Bogotá el Concejo Distrital es la autoridad suprema de la ciudad y por tanto se hace también necesaria su decidida participación en la resolución de la crisis actual. Vale decir, al respecto, que mucho antes de que el Congreso de la República tomara cartas en el asunto, a nivel nacional, la corporación capitalina ya estaba sesionando. De otra parte, Bogotá es también la capital de Cundinamarca, de modo que, como se ha venido haciendo, la concertación entre la Alcaldía Mayor y la Gobernación es indispensable.

Los términos, pues, deben ser ante todo los de la unidad y la concertación entre los diferentes estamentos involucrados institucionalmente en la gestión distrital, desde la Presidencia para abajo. Salirse de esos parámetros, por cualquiera de los responsables, sería añadirle más combustible a una situación ya de por sí catastrófica e impredecible.