Vigencia de la Carta de Jamaica | El Nuevo Siglo
Viernes, 4 de Septiembre de 2015

*Maduro y los despropósitos contra El Libertador

*Nueva Granada, el “corazón de América”

En  esta semana cuando se cumplen 200 años de escrita la Carta de Jamaica por parte de Simón Bolívar, vale recordar todo cuanto allí dijo, como la razón de ser de su lucha libertaria y cuyo único propósito, tal y como lo concluye en el extenso documento, era la unión. Al menos la unión entre la Nueva Granada, que tildaba de “el corazón de América”, con Venezuela y la entonces presidencia de Quito. Todo lo contrario, por supuesto, a lo que fomenta el presidente venezolano, Nicolás Maduro Moros, dedicado exclusivamente a la desunión y la persecución de los colombianos.

La Carta de Jamaica, por decirlo así, es el segundo capítulo del Manifiesto de Cartagena, en el cual El Libertador a sus 29 años explicó, por primera vez, el carácter y el tamaño de la batalla que pretendía, en 1812, y que fue convalidada, en 1815, desde Kingston, tal vez cuando estaba y estuvo más derrotado que nunca.

La gran mayoría de historiadores, tanto en Colombia como en Venezuela, desde los más radicales a los hispanófilos, suele caer en el error de no entender que no siempre España fue una unidad territorial gobernada bajo las mismas ideas y principios que sirvieron de base a uno de los más grandes imperios de la historia universal. En efecto, una es la España del descubrimiento de América y la posterior regencia de los monarcas germánicos, por 200 años desde Carlos I de España o V de Alemania, y muy otra la que se desarrolló a partir de 1700, cuando se dio el extraordinario viraje hacia la monarquía borbónica, iniciándose con Felipe V, nieto del rey francés Luis XIV.

Precisamente, uno de los núcleos fundamentales de la Carta de Jamaica, consiste en mostrar implícitamente esa división. Bolívar, ciertamente, razona en el sentido de que los Borbones, contra quienes libraba la guerra en América Latina, habían hollado en menos de una centuria, todas las garantías y el contrato social que habían logrado los Augsburgo, provenientes de la Casa de Austria, con América. Todos esos pactos con los americanos se vinieron al piso bajo lo que en su momento se bautizó como la “reconquista de América”,de modo que los borbónicos se dedicaron a la exacción, los tributos desmesurados, el monopolio comercial con la prohibición para los americanos de negociar por fuera de los linderos españoles y la expulsión de los cargos de preeminencia, impidiendo toda orientación del presupuesto.

Bien pueden tener los Borbones en España reyes preponderantes, como Carlos III, pero a no dudarlo la perspectiva sobre América, a diferencia de los reyes germánicos, fue producto de un despotismo ajeno al derecho natural que venía planteado desde los Augsburgo. Inclusive, contaron con ministros ilustrados, como Esquilache, Floridablanca o el mismo Conde de Aranda, quien, a raíz de la independencia de Estados Unidos, propuso cierta gradualidad de libertad, un poco al estilo de lo que hoy se tiene con los países de la Commonwealth británica, pero no fue escuchado. El propósito era simplemente mantener la economía extractivista y con ello pagar la deuda con los bancos para sufragar el déficit interno, entendido por lo demás que la América española aportaba más del 60 por ciento del presupuesto.

De suerte que la guerra de Bolívar era una lucha contra los Borbones, tal cual se deja entrever en la Carta de Jamaica, un poco al estilo de la misma que Napoleón Bonaparte había determinado contra ellos en España, produciéndose a su vez el lamentable y cobarde episodio de Bayona, donde padre e hijo, Carlos IV y Fernando VII, dejaron expósita la monarquía. Y con ello, el gobierno en sus colonias americanas quedó huérfano. De manera que la independencia, en principio, se debió a un estado de emergencia, episodio que incluso el mismo Libertador, en la dicha Carta, califica como que “América no estaba preparada”.

Sea lo que sea, por esa condición de emergencia, Bolívar mantuvo su lucha tanto en cuanto desde 1810 se había declarado la libertad que ahora los Borbones reinstaurados querían impedir a toda costa. Era la época en que Pablo Morillo llegaba a Cartagena para producir los primeros fusilamientos y seguir a Bogotá con la misma consigna atrabiliaria, pese a que las órdenes del propio Rey eran las de generar condiciones de avenencia. Con ello se suprimió el último reducto de libertad de la América meridional, que era Bogotá, una vez caída Cartagena. En ese escenario es que Bolívar hace su propuesta central de que el sistema de gobierno que adoptará no será, en modo alguno, ni las anarquías demagógicas, provenientes del espíritu partidista, ni las tiranías monócratas, enraizadas en la abolición de la libertad a partir de la democracia mal entendida. Se comprenderá, del actual régimen de cosas, la gigantesca sorpresa que se llevaría Bolívar con todo lo que está ocurriendo en la frontera colombo-venezolana, cuando por el contrario había vislumbrado a estos dos países unidos y como la cuna de los derechos humanos, tal cual lo dijo en su Carta de Jamaica.