Violencia en los estadios | El Nuevo Siglo
Miércoles, 4 de Agosto de 2021

* ¿Qué pasó con la carnetización obligatoria?

* Falta estandarizar un sistema de seguridad

 

Los graves desmanes ocurridos el miércoles en la noche en el estadio El Campín, que obligaron a suspender por casi media hora el partido entre Santa Fe y Nacional, ponen de presente que erradicar la violencia que protagonizan las llamadas ‘barras bravas’ en el fútbol colombiano es una meta aún lejos de alcanzar.

Más allá del alud de reacciones y cruce de señalamientos entre la Alcaldía, la Policía, la Dimayor, los directivos de los equipos, los voceros de las hinchadas así como de otras autoridades e instancias, hay un hecho claro e irrefutable: tras muchas medidas adoptadas en los últimos años todavía no se ha podido concretar un mecanismo que permita garantizar la convivencia ciudadana antes, durante y después de los encuentros.

Y es que, a decir verdad, se ha intentado de todo. No pocas alcaldías tienen amplios programas de interacción con los líderes e integrantes de las barras organizadas. De igual manera, los operativos policiales al interior de los estadios y en sus alrededores son cada vez más numerosos, con filtros y cordones a varios kilómetros de estos. También se han instalado sistemas de cámaras de alta definición en las muchas tribunas, lo que facilita identificar a quienes protagonizan actos de vandalismo o agresión. Asimismo, los clubes han fortalecido sus propios esquemas de seguridad y logística, con el fin de cumplir las obligaciones contractuales con los gobiernos locales que les arriendan los escenarios para los partidos. Innegable también es que la capacidad de la Fiscalía para individualizar, detener y lograr condenas ejemplarizantes para los hinchas que asesinan o hieren en los estadios y sus alrededores aumentó de forma superlativa. Es más, gracias a las redes sociales y a la cantidad de videos y fotografías que se publican tras esta clase de altercados, muchos de sus protagonistas son rápidamente identificados, lo que facilita su captura o lleva a que se terminen entregando a las autoridades a las pocas horas o días de los hechos…

¿Entonces qué está fallando? Para algunos expertos todas las anteriores herramientas son útiles. El problema es que pierden efectividad porque no están lo suficientemente integradas a un sistema estándar, obligatorio y exigible partido tras partido, sin excusa alguna, en todos los estadios y sin importar qué equipos rivalicen en la cancha. La ausencia de ese mecanismo integral y verificable es lo que lleva a que unas veces falle el operativo policial, o las hinchadas organizadas no cumplan los compromisos, o los sistemas de seguridad interna de los clubes sean muy endebles.

También se ha detectado que la débil interacción entre autoridades y equipos lleva a que personas que tienen antecedentes por violencia relacionada con el fútbol sigan entrando a los estadios sin temor alguno. Igual, pese al riesgo advertido, se permite que los aficionados usen capuchas y otros elementos que dificultan su identificación. Y qué decir de la actitud permisiva de algunos directivos de clubes con sus hinchadas, a las que incluso les regalan entradas o hasta financian sus desplazamientos para los partidos de visitante…

Sin embargo, la falencia más grande y crucial es que no se cumplió con el compromiso de carnetizar a todos los aficionados y la promesa derivada de no permitir el ingreso a los estadios de quien no lo estuviera. No hay mejor filtro que este. Que no exista dicho sistema a nivel nacional es lo que lleva a que, por ejemplo, los miembros de determinada barra, pese a estar sancionada por disturbios, se cuelen de nuevo al siguiente partido de local o visitante, esta vez ingresando de forma individual, sin las prendas ni los símbolos distintivos de la misma.

Fue dicha carnetización, aunada a la aplicación a rajatabla de muchas de las medidas ya implementadas en Colombia, la clave para acabar en Europa con el flagelo de los aficionados violentos que tantas tragedias provocaron. Una base de datos incluso de alcance continental que permite a las autoridades detectar hasta en los aeropuertos y puntos fronterizos a los hinchas con antecedentes y negarles la entrada de forma automática e irrevocable.

Sin esa carnetización obligatoria en Colombia de poco servirá negar la entrada de barras visitantes a los partidos de determinados clubes. Tampoco se podrá detectar si las personas que ingresan a un estadio tienen antecedentes por violencia en el fútbol u otros delitos relacionados.

No hay que buscar la fiebre en las sábanas: la falta de este sistema a nivel nacional e interconectado es lo que sigue permitiendo que grupos reducidos de desadaptados sigan imperando en los estadios y sus alrededores, no solo alejando a la afición pacífica, que es la mayoría, sino poniendo en duda la capacidad de las autoridades para hacer cumplir la ley y el orden público.