El hielo se quebró: Cuba recibe a Obama | El Nuevo Siglo
Sábado, 19 de Marzo de 2016

BARACK  Obama llega este domingo a Cuba para sellar un acercamiento entre dos países, inimaginable hasta hace muy poco tiempo  y unánimemente saludado en todo el mundo.  Un éxito de su política exterior que contrasta con la polémica que suscitan sus decisiones en Medio Oriente.

La prudencia es la palabra clave de la política exterior del 44° presidente de Estados Unidos, elegido con la promesa de poner a fin a dos guerras (Irak y Afganistán). Desde que llamó a escribir "un nuevo capítulo" con ese país situado frente a la Florida demostró, sin embargo, una audacia que ninguno de sus predecesores había mostrado.

Cuando el avión presidencial Air Force One aterrice el mañana  en Cuba, dos días después del que llevará al presidente venezolano, Nicolás Maduro, y cerca de un siglo después de la última visita de un presidente estadounidense en ejercicio, Obama pasará una página de la historia de Estados Unidos y permitirá que cambie la imagen de la primera potencial mundial en toda América Latina.

Acompañado en ese viaje por su mujer, Michelle, y sus dos hijas, Malia y Sasha, se reunirá a solas con el presidente cubano, Raúl Castro. No está prevista, en cambio, ninguna entrevista con su hermano mayor, Fidel, alejado del gobierno desde hace una década.

Obama, quien también se reunirá con disidentes y actores de la vida económica, dirigirá el martes un discurso a todos los cubanos a través de la radio y la televisión, como el 17 de diciembre de 2014, cuando anunció desde la Casa Blanca el acercamiento entre los países hostiles.

"Consideramos ese discurso como un momento único en la historia de nuestros dos países", explicó Ben Rhodes, asesor cercano del presidente estadounidense, quien dirigió durante 18 meses las negociaciones secretas con La Habana.

Visita en familia de la ciudad vieja, homenaje al padre de la independencia José Martí en la plaza de la Revolución, partido de béisbol: el viaje de tres días también estará lleno de eventos simbólicos e imágenes fuertes.


Un proceso "irreversible"

La llegada del primer presidente negro de Estados Unidos --30 años más joven que Raúl Castro- también tendrá un impacto particular en el seno de la comunidad afrocubana, notoriamente sobrepresentada entre la élite política cubana.

La apuesta de la Casa Blanca es establecer suficientes vínculos, a pesar del embargo económico que el Congreso se niega por ahora a derogar, para dificultar cualquier paso atrás cualquiera sea el presidente de Estados Unidos en 2017.

"Queremos que este proceso de normalización sea irreversible", destacó Ben Rhodes, quien insiste en el impacto de las políticas ya emprendidas: facilitación de los viajes, flexibilización de las restricciones comerciales.

A quienes le reprochan que no haya conseguido concesiones reales del parte del régimen castrista, en particular en materia de derechos humanos, la presidencia estadounidense promete discusiones "francas", reconoce que el cambio llevará tiempo e insiste en la necesidad de romper con el aislamiento, que considera estéril.

Durante el restablecimiento de las relaciones diplomáticas en el verano de 2015, Obama recordó --como para destacar el carácter anacrónico de la política en vigor-- que fueron suspendidas por Dwight Eisenhower en 1961, el año en que él había nacido.

Reticente a intervenir militarmente, Obama corre el riesgo de crear un vacío que otros --Rusia en primer lugar-- intentarán llenar. Insistiendo en sus convicciones, el presidente elogia las virtudes del diálogo con sus enemigos, el acuerdo con Irán sobre su programa nuclear e insiste en los errores de su predecesor, George W. Bush, a la hora de recurrir a la fuerza militar.

Advierte contra los impulsos belicistas incontrolables y destaca asimismo la necesidad de que Estados Unidos no se obnubile únicamente con Medio Oriente, sino que dedique sus energías a otras partes del mundo: Asia, pero también África y América Latina. 

 

Los peloteros saltan al campo diplomático

JUGAR en casa llena contra Estados Unidos tensiona, pero aún más si Barack Obama está en las gradas y una multitud sigue la TV. El béisbol cubano se alista para el partido amistoso más importante para la política que para el deporte.

El 22 de marzo, después del mediodía, Cuba y Estados Unidos, que están embarcados desde hace un año en un complejo proceso político para acabar con más de medio siglo de enemistad, se verán las caras en el diamante del estadio Latinoamericano de La Habana, engalanado para la cita.

El juego de la selección cubana con los Tampa Bay Rays de las Grandes Ligas cerrará la histórica visita de dos días de Obama, la primera de un presidente estadounidense en 88 años, y pese a su carácter amistoso, dejará una memorable huella.

"Va a ser un poco diferente", admite Omar Linares, de 47 años, el bateador más importante de la historia reciente del béisbol cubano y quien forma parte del cuerpo técnico de la selección que se medirá con la novena estadounidense. 

Menos contenido, Linares, quien ostenta el récord de tres jonrones en un partido olímpico (el béisbol fue excluido después de las justas), enumera razones diferentes razones: "Va a venir el presidente de Estados Unidos pero aun si no viniera", será "de tensión igual porque decir Grandes Ligas es decir el mejor béisbol del mundo".

En 1999 un equipo nacional de Cuba se enfrentó con los Orioles Baltimore de las Grandes Ligas en un duelo de ida y vuelta, que terminó con una victoria de visitante para cada uno. Fue el primer amistoso de su tipo en un contexto de disputa abierta entre La Habana y Washington, enfrentados a la luz de la Guerra Fría.  

Diecisiete años después el béisbol, el deporte que mueve masas en ambos países, vuelve a saltar al campo diplomático, pero esta vez para coronar la reconciliación que sellará la visita de Obama. El juego será televisado en directo y en simultáneo para los dos países.

"La parte del deporte se piensa en la política pero en este caso nunca se lleva al terreno, la gente sale al terreno a jugar béisbol", dijo Orestes Kindelán, el mayor jonronero del béisbol cubano y quien también integra el cuerpo técnico que prepara el juego del próximo martes.

Linares y Kindelán jugaron contra los Orioles y confían en que más allá del impacto político, el amistoso contribuya a despejar el futuro del béisbol cubano, que quedó atascado en la pugna política entre ambos países. 

Apartar la pelota de la política

Cuba, que eliminó el béisbol rentado en 1961, enfrenta hace décadas la fuga de sus peloteros, que huyen a Estados Unidos atraídos por intermediarios o cazatalentos que les ofrecen salarios millonarios. 

Solo en 2015 más de un centenar de peloteros abandonaron Cuba, que a causa de las "deserciones" ha visto caer su desempeño de forma dramática.

El gobierno cubano castiga a los "desertores" impidiéndoles la entrada a la isla por un tiempo e impidiéndoles vestir de nuevo la camiseta cubana. Para jugar en Grandes Ligas, un cubano debe ser contratado fuera de su país como agente libre, debido a las restricciones que impone el repudiado embargo estadounidense vigente desde 1962.

A tono con los nuevos tiempos, el año pasado Cuba y las Grandes Ligas pusieron sobre la mesa de discusiones la posible regularización de este tema. Hoy, a días del duelo con los Tampa Bay, los cubanos confían en que este amistoso acelere las negociaciones.

"Eso es lo que queremos nosotros y que bueno que ya parece que va a comenzar esa apertura", dijo Higinio Vélez, presidente de la Federación Cubana de Béisbol, al término de una visita con prensa al Latinoamericano, considerado el templo del béisbol cubano.

"Hace falta que se logre ya, que se acaben de abrir las relaciones, para que el cubano pueda jugar en Grandes Ligas sin tener que irse de su país por balsa (...) Esto ya le pondría un punto final a estas salidas ilegales que tanto nos están haciendo daño", afirmó de su lado Linares.

Para Kindelán, "este es el momento de dar el paso" para "que puedan los peloteros ir y venir y que se juegue la pelota sin ningún problema y apartando toda la parte política"./AFP